Mucho se habla estos días sobre el conflicto entre los
dueños de las terrazas de verano y los vecinos que se quejan del excesivo ruido
que les impide descansar. Dicho conflicto no es más que una consecuencia del
fracaso del modelo de ocio que nos impone el capitalismo. La realidad que nos
rodea nos condiciona, por tanto es imposible entender este conflicto sin
analizar dicha realidad material.
Por un lado tenemos a los dueños de las terrazas. Estas, son
empresas privadas cuya propiedad pertenece a individuos de la clase pudiente de
nuestra ciudad. Las mil y una trabas para acceder a una licencia municipal y el
dinero requerido para ello hacen que la gente de a pié tenga vetada el
introducirse en estos negocios.
También tenemos a los trabajadores de estas terrazas, cuyos
salarios y condiciones laborales son, por decirlo de una manera suave, ínfimos.
Las terrazas veraniegas nocturnas producen pingües beneficios a sus
propietarios, pero como es ley del capitalismo los trabajadores no ven más que
una pequeña parte del dinero y la riqueza que producen para sus empleadores
capitalistas.
Por otro lado están los vecinos, y aquí habría que separar,
como en toda sociedad de clases, a los vecinos de los barrios acomodados de los
de los barrios populares. Los primeros tienen los mecanismos y el
desenvolvimiento necesario para atajar los problemas con el ruido, además de
una influencia en las instituciones que les permite que legislen a su favor. Para
algo son la clase dominante en el capitalismo.
Sin embargo, los habitantes de los barrios populares tienen que tragar con los efectos del ruido del ocio nocturno, así como también con sus efectos tales como la suciedad generada, en unos ya abandonados barrios por las instituciones de la burguesía.
Sin embargo, los habitantes de los barrios populares tienen que tragar con los efectos del ruido del ocio nocturno, así como también con sus efectos tales como la suciedad generada, en unos ya abandonados barrios por las instituciones de la burguesía.
Sin embargo, estas son las particularidades del caso, que no
podemos analizar sin mirar lo general. Y es que en la sociedad humana las
situaciones están interrelacionadas entre sí, no podemos quedarnos tan sólo con
una parte. Y es que tenemos que ver cual es la el tipo de ocio que nos ofrece
el capitalismo y cual es la situación de los sujetos a los que va dirigida esta
forma de ocio.
El sistema de ocio que fomenta el capitalismo,
principalmente entre la juventud, se caracteriza por un modelo basado en el
consumo masivo de alcohol, y otros derivados. Nos hacen creer, mediante sus
aparatos ideológicos, que ese es el único modelo de ocio nocturno posible. Nada
más lejos de la realidad.
Por otra parte nos encontramos con el sujeto al que va
dirigido el ocio nocturno, y aquí es donde más se notan los efectos del
capitalismo. A día de hoy gran parte de la juventud trabajadora no puede
costearse o permitirse el ocio por diversas razones: en el trabajo las jornadas
son cada vez más agotadoras y los días de descanso son menos, por tanto el
tiempo para el ocio se reduce si es que tenemos alguno. Asimismo los salarios
en el capitalismo se reducen, por lo que mucha de la juventud trabajadora no
puede siquiera el plantearse consumir en terrazas de verano u otros locales
debido a los precios. Si los jóvenes trabajadores pasan hambre, y sus familias
no llegan a fin de mes, ¿Cómo pues permitirse el lujo de gastar 7 euros en un “cubata”.
Y de esto se resiente la industria del ocio capitalista, aún habiendo mayor
oferta que nunca, el ocio queda limitado a unas pocas capas privilegiadas de la
sociedad lo que conlleva la ruina y el cierre de muchos locales. El sector del
ocio nocturno no es ajeno a las crisis cíclicas del capitalismo.
Por tanto si el ocio está vetado a amplias capas de la
juventud trabajadora, y el descanso de los trabajadores(que cada vez trabajan más
horas) se ve perturbado, tenemos que posicionarnos a favor de nuestra clase. Por
el descanso y el derecho al ocio de los nuestros: los obreros, los
trabajadores, el pueblo. El burgués se divierte, en el sistema capitalista no
tiene las necesidades existenciales o las privaciones por las que pasa la clase
obrera, pero de ninguna manera vamos a permitir que ese ocio se haga a costa de
la salud o el descanso de los trabajadores o de lucrarse con el trabajo ajeno,
con el trabajo de los empleados de las terrazas. Descanso, empleo y nuevo
modelo de ocio.
Estas tres reivindicaciones son imposibles en el
capitalismo. El modelo de ocio no puede cambiar sin un nuevo modelo
socio-económico y político, la esclavitud asalariada tampoco terminará sin
cambiar dicho sistema, ni la salud o el descanso de los trabajadores son
posibles sin superar este capitalismo caduco, pues el sistema capitalista se
basa en el lucro de unos pocos a costa de los demás. Lo que nos indica que para
construir un nuevo modelo de ocio y para atender las necesidades del pueblo,
siendo el ocio una de ellas, es necesario acabar con el capitalismo
COMITÉ PROVINCIAL DEL PARTIDO COMUNISTA OBRERO ESPAÑOL.
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