martes, 16 de abril de 2013

Capitalismo y corrupción


Demasiado a menudo, los militantes comunistas escuchamos en nuestro entorno más cercano, comentarios sobre los numerosos casos de corrupción que afectan a toda la superestructura burguesa del régimen capitalista. Críticas que bajo una agresividad verbal, focalizan su rabia y frustración frente al que ellos llaman "clase política". Discursos que, moldeados por la ideología dominante, encaminan la ira de las masas trabajadoras hacia el cuestionamiento de la epidermis del régimen, hacia una crítica estéril e inofensiva. Cuando los poderosos altavoces burgueses-auténticos monopolios al servicio de la oligarquía financiera-, hablan de corrupción, se guardan muy bien de dejar intacta la causa del nacimiento y desarrollo de toda forma de corrupción económica, política e ideológica, el modo de producción capitalista en su etapa imperialista.

 

 Con cotidianidad, vemos como los casos de corrupción del régimen capitalista tanto en Cataluña como en el resto del Estado, encabezan las portadas de los consorcios mediáticos y ocupan horas y horas en la televisión. No es extraño que en períodos de profunda crisis capitalista, la burguesía reconduzca el debate de la corrupción hacia la superficialidad del sistema, limitando así los efectos de una crítica coherente y profunda que los pondría en evidencia ante millones de trabajadores y clases populares. Se entiende ese afán por seguir alienando a las masas, cuando en Catalunya los parados se acercan al millón de efectivos y los trabajadores catalanes vamos a la vanguardia en concepto de desahucios, suicidios e índices de pobreza.

La ideología dominante no escatima esfuerzos a la hora de embaucar al pueblo trabajador catalán, mediante el desligamiento de la corrupción-como el nacionalismo, el "capitalismo financiero", el ecologismo, el feminismo ... -, de las relaciones de producción capitalistas. A través de esta rotura metafísico-que intenta aislar la base de la superestructura-y bajo los impulsos de un idealismo irrefrenable, se inocula en amplias masas esta infantil y pobre conclusión, asimilada y divulgada por el oportunismo en todas sus formas: "la culpa la tienen los políticos corruptos", "no hay democracia por la corrupción de la clase política y los banqueros", y todas las derivadas que apenas llegan a raspar la epidermis del sistema.

Como dice el proverbio chino, "mientras el sabio señala el sol, el necio mira el dedo". Necios y tontos, así es como nos quiere la clase dominante, utilizando a discreción sus aparatos de propaganda y poniendo a su servicio las palancas del oportunismo en todos los frentes. No les basta con mantener al proletariado alienado en lo económico, es necesaria también la paralela sumisión política e ideológica. Esclavizar y embrutecer al sujeto revolucionario que debe acabar con este modo de producción agotado y podrido es un objetivo siempre latente. Degradarlo de tal manera que sea incapaz de visualizar el único régimen digno para el género humano, base imprescindible para liquidar de raíz la corrupción existente: el socialismo.

Es por ello que los términos capitalismo y corrupción nunca aparecen juntos o relacionados dialécticamente en esta cascada de supuestas "informaciones". Siempre se trata de "excesos" individuales o grupales que "hay que corregir" para que todo funcione de forma "natural". Al fin y al cabo, todo obedece a la "codicia del hombre"-fieles al mito religioso de la humanidad "pecadora" y "el paraíso perdido" - y "la mala gestión de la clase política". Así una y otra vez. Sin embargo, no hay que ser un superdotado para saber que ni el hombre es un ser individualista y codicioso "por naturaleza" - al contrario, son las relaciones de propiedad impuestas y su entorno socioeconómico las que determinan su conciencia-ni la casta política se otra cosa que vulgares gestores de la oligarquía financiera e industrial.

Es una realidad histórica inobjetable que en cualquier modo de producción capitalista domina la circulación mercantil, basada en la propiedad privada de los medios de producción y la explotación asalariada. De la explotación de la clase trabajadora, surge el ciclo de acumulación del capital. Estos rasgos fundamentan la base económica y corrupta de cualquier régimen burgués. Allí donde todo es mercancía-incluyendo la fuerza de trabajo-, y por tanto donde todo se puede comprar y vender, la corrupción encuentra el fermento necesario para su expansión. Entenderá pues, que la corrupción no sólo no puede desligarse del sistema capitalista, sino que representa una de las esencias más fieles del mismo, la cruda evidencia de unas relaciones de producción que sacralizan el robo al conjunto de los trabajadores. La corrupción no sólo es robo, es también expolio y guerra, explotación, concentración, exportación, evasión y blanqueo de capitales, es deuda "público" (más de un 85% de la deuda del Estado español corresponde a monopolios financieros e industriales , especialmente en su banca usurera), es en definitiva, capitalismo.

La corrupción no es ni puede ser ninguna disfunción ni ninguna anomalía del sistema ni maldición a cargo de unos políticos incapaces de gestionar nada. Es consecuencia directa de todo modo de producción opresor y explotador, fruto de sus leyes universales y contradicciones irresolubles. Por lo tanto, cuando los comunistas hablamos de corrupción lo hacemos siempre en términos estructurales, nunca coyunturales. Y lejos de señalar obsesivamente a simples cabezas de turco, vamos a la raíz de los corruptores para desnudar las esencias de este régimen caduco. Hay pues, elevar política e ideológicamente a las masas trabajadoras, si queremos elevar su pensamiento y ayudar en la construcción del nuevo poder popular.

De forma sistemática los ingentes altavoces de la oligarquía bombardean millones de trabajadores con blanqueos de capital, evasiones fiscales, financiaciones irregulares, tráfico de influencias y lobbys, expolios de todo tipo, etc. Un torrente de informaciones aisladas que muestran la manera de accionar desvergonzada de diferentes cargos políticos-desde alcaldes en pequeñas villas, hasta llegar a diputados del Parlamento de Cataluña y al propio Gobierno - que son señalados a la opinión pública para de reforzar la matriz de opinión, "la clase política es corrupta, hay un reforma". Matriz ideológica, perfectamente asimilada por el oportunismo, que trata de blindar la dictadura capitalista a la que nos someten.

El capitalismo monopolista de Estado, también en Cataluña, nos muestra el dedo para que nos quedemos embobados observándolo. Y este dicho toma forma de una controlada desestabilización política en el ámbito de la institucionalidad burguesa-empujada por la profunda y duradera crisis económica-, para "salvar" los pilares básicos del régimen. La columna maestra de la corrupción, altura y pulida por unas relaciones de producción netamente reaccionarias.

Las fuerzas de orden público y la propaganda burguesa y oportunista, se empeñan en mostrar con detalle las corruptelas de los alcaldes de Lloret de Mar o Sabadell o las millonarias evasiones y fraudes fiscales de la familia burguesa Pujol-Ferrusola, sin interrelacionar causa y efecto - capitalismo y corrupción-, y focalizando la atención en los corruptos, esencialmente políticos. El silencio en torno la estructura económica capitalista, verdadero vergel de la corrupción existente, representa una eficaz omertà mediática que deja "libre de pecados" los grandes monopolios financieros e industriales, capaces de comprar la voluntad de gobiernos enteros.

Los grandes corruptores, así como el régimen sobre el que se asientan, nunca son noticia en la ideología dominante burguesa.

Nunca encontraremos referencias de cómo Caixabank, BBVA o BSCH roban a sus propios accionistas y depositantes para engordar sus beneficios, de su eficaz "ingeniería financiera" basada en la usura más descarnada, que les permite acumular grandes cantidades de capital. Tampoco del blanqueo de capitales provenientes del tráfico de estupefacientes o armas, entre otros delitos criminales tan rentables para la gran banca. Nunca encontraremos detalles de la brutal evasivo ó de impuestos de Aguas de Barcelona, ​​Gas Natural o Telefónica hacia paraísos fiscales-entre otras cosas porque es una práctica "legal" - o de las corruptelas monstruosas que acompañan a las grandes energéticas y constructoras como Iberdrola, Repsol o FCC. Y no es extraño. Son estas transnacionales las que dictan las leyes que deben aprobarse los respectivos parlamentos, premiando poco después a ministros, consejeros y ex presidentes con la entrada en sus respectivos Consejos de Administración.

El corazón mismo de la corrupción "no existe". El imperialismo es un "mito". Los grandes monopolios burgueses de la "información"-como PRISA o Grupo Godó-, son también propiedad del IBEX-35, ya sea a través de la propiedad accionarial (banca) o de su publicidad (monopolios industriales). Es por tanto lógico y natural su defensa numantina del imperialismo, tanto a nivel interno (oportunismo) como externo (guerras humanitarias a cargo de la OTAN).

En un régimen donde se explota y se roba en una superestructura que hace de estas plusvalías y expolios al proletariado su base de dominio político e ideológico, en una sociedad donde todo se compra y vende en base a la propiedad privada de los medios de producción, donde el consumismo se alzado en el altar del "sagrado progreso" y la pobreza es definida como un mal propio de "vagos". En un régimen donde sólo se conjuga el verbo tener, hablar de corrupción desligada de las relaciones de producción capitalistas, señalando a unos cuantos corruptos de la "clase política", resulta un fraude penoso y alienante. Un triunfo de las fuerzas burguesas y oportunistas, ansiosas por alargar la agonía del proletariado y del pueblo trabajador.

El PCOC trabaja para consolidar un ejército proletario que sea capaz de golpear y liquidar el corazón mismo del capital monopolista y su aparato estatal, el corazón mismo de la corrupción capitalista. Para levantar la estructura sociopolítica y proletaria a través de la Asamblea de Comités, Delegados y Trabajadores, capaz de fundirse en un gran y poderoso Frente Único del Pueblo que haga tambalear y liquide el Estado capitalista y su parasitaria clase dominante.

Sólo el socialismo puede poner las imprescindibles bases económicas para acabar con esta lacra social capitalista; la corrupción.

 

Acabemos con la corrupción, destruimos el capitalismo!

Por la construcción de la Asamblea de Comités de empresa, Delegados y Trabajadores y el Frente Único del Pueblo!

Socialismo o barbarie!

 

S ª POLÍTICA PARTIDO COMUNISTA OBRERO DE CATALUÑA (PCOC)

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