Demasiado
a menudo, los militantes comunistas escuchamos en nuestro entorno más
cercano, comentarios sobre los numerosos casos de corrupción que afectan
a toda la superestructura burguesa del régimen capitalista. Críticas que bajo una agresividad verbal, focalizan su rabia y frustración frente al que ellos llaman "clase política". Discursos
que, moldeados por la ideología dominante, encaminan la ira de las
masas trabajadoras hacia el cuestionamiento de la epidermis del régimen,
hacia una crítica estéril e inofensiva. Cuando los
poderosos altavoces burgueses-auténticos monopolios al servicio de la
oligarquía financiera-, hablan de corrupción, se guardan muy bien de
dejar intacta la causa del nacimiento y desarrollo de toda forma de
corrupción económica, política e ideológica, el modo de producción
capitalista en su etapa imperialista.
Con
cotidianidad, vemos como los casos de corrupción del régimen
capitalista tanto en Cataluña como en el resto del Estado, encabezan las
portadas de los consorcios mediáticos y ocupan horas y horas en la
televisión. No es extraño que en períodos de profunda
crisis capitalista, la burguesía reconduzca el debate de la corrupción
hacia la superficialidad del sistema, limitando así los efectos de una
crítica coherente y profunda que los pondría en evidencia ante millones
de trabajadores y clases populares. Se entiende ese afán
por seguir alienando a las masas, cuando en Catalunya los parados se
acercan al millón de efectivos y los trabajadores catalanes vamos a la
vanguardia en concepto de desahucios, suicidios e índices de pobreza.
La
ideología dominante no escatima esfuerzos a la hora de embaucar al
pueblo trabajador catalán, mediante el desligamiento de la
corrupción-como el nacionalismo, el "capitalismo financiero", el
ecologismo, el feminismo ... -, de las relaciones de producción
capitalistas. A través de esta rotura metafísico-que
intenta aislar la base de la superestructura-y bajo los impulsos de un
idealismo irrefrenable, se inocula en amplias masas esta infantil y
pobre conclusión, asimilada y divulgada por el oportunismo en todas sus
formas: "la culpa la tienen los políticos corruptos", "no hay democracia
por la corrupción de la clase política y los banqueros", y todas las
derivadas que apenas llegan a raspar la epidermis del sistema.
Como dice el proverbio chino, "mientras el sabio señala el sol, el necio mira el dedo". Necios
y tontos, así es como nos quiere la clase dominante, utilizando a
discreción sus aparatos de propaganda y poniendo a su servicio las
palancas del oportunismo en todos los frentes. No les basta
con mantener al proletariado alienado en lo económico, es necesaria
también la paralela sumisión política e ideológica. Esclavizar
y embrutecer al sujeto revolucionario que debe acabar con este modo de
producción agotado y podrido es un objetivo siempre latente. Degradarlo
de tal manera que sea incapaz de visualizar el único régimen digno para
el género humano, base imprescindible para liquidar de raíz la
corrupción existente: el socialismo.
Es
por ello que los términos capitalismo y corrupción nunca aparecen
juntos o relacionados dialécticamente en esta cascada de supuestas
"informaciones". Siempre se trata de "excesos" individuales o grupales que "hay que corregir" para que todo funcione de forma "natural". Al
fin y al cabo, todo obedece a la "codicia del hombre"-fieles al mito
religioso de la humanidad "pecadora" y "el paraíso perdido" - y "la mala
gestión de la clase política". Así una y otra vez. Sin
embargo, no hay que ser un superdotado para saber que ni el hombre es
un ser individualista y codicioso "por naturaleza" - al contrario, son
las relaciones de propiedad impuestas y su entorno socioeconómico las
que determinan su conciencia-ni la casta política se otra cosa que
vulgares gestores de la oligarquía financiera e industrial.
Es
una realidad histórica inobjetable que en cualquier modo de producción
capitalista domina la circulación mercantil, basada en la propiedad
privada de los medios de producción y la explotación asalariada. De la explotación de la clase trabajadora, surge el ciclo de acumulación del capital. Estos rasgos fundamentan la base económica y corrupta de cualquier régimen burgués. Allí
donde todo es mercancía-incluyendo la fuerza de trabajo-, y por tanto
donde todo se puede comprar y vender, la corrupción encuentra el
fermento necesario para su expansión. Entenderá pues, que
la corrupción no sólo no puede desligarse del sistema capitalista, sino
que representa una de las esencias más fieles del mismo, la cruda
evidencia de unas relaciones de producción que sacralizan el robo al
conjunto de los trabajadores. La corrupción no sólo es
robo, es también expolio y guerra, explotación, concentración,
exportación, evasión y blanqueo de capitales, es deuda "público" (más de
un 85% de la deuda del Estado español corresponde a monopolios
financieros e industriales , especialmente en su banca usurera), es en
definitiva, capitalismo.
La
corrupción no es ni puede ser ninguna disfunción ni ninguna anomalía
del sistema ni maldición a cargo de unos políticos incapaces de
gestionar nada. Es consecuencia directa de todo modo de
producción opresor y explotador, fruto de sus leyes universales y
contradicciones irresolubles. Por lo tanto, cuando los comunistas hablamos de corrupción lo hacemos siempre en términos estructurales, nunca coyunturales. Y
lejos de señalar obsesivamente a simples cabezas de turco, vamos a la
raíz de los corruptores para desnudar las esencias de este régimen
caduco. Hay pues, elevar política e ideológicamente a las
masas trabajadoras, si queremos elevar su pensamiento y ayudar en la
construcción del nuevo poder popular.
De
forma sistemática los ingentes altavoces de la oligarquía bombardean
millones de trabajadores con blanqueos de capital, evasiones fiscales,
financiaciones irregulares, tráfico de influencias y lobbys, expolios de
todo tipo, etc. Un torrente de informaciones aisladas que
muestran la manera de accionar desvergonzada de diferentes cargos
políticos-desde alcaldes en pequeñas villas, hasta llegar a diputados
del Parlamento de Cataluña y al propio Gobierno - que son señalados a la
opinión pública para de reforzar la matriz de opinión, "la clase
política es corrupta, hay un reforma". Matriz ideológica,
perfectamente asimilada por el oportunismo, que trata de blindar la
dictadura capitalista a la que nos someten.
El capitalismo monopolista de Estado, también en Cataluña, nos muestra el dedo para que nos quedemos embobados observándolo. Y
este dicho toma forma de una controlada desestabilización política en
el ámbito de la institucionalidad burguesa-empujada por la profunda y
duradera crisis económica-, para "salvar" los pilares básicos del
régimen. La columna maestra de la corrupción, altura y pulida por unas relaciones de producción netamente reaccionarias.
Las
fuerzas de orden público y la propaganda burguesa y oportunista, se
empeñan en mostrar con detalle las corruptelas de los alcaldes de Lloret
de Mar o Sabadell o las millonarias evasiones y fraudes fiscales de la
familia burguesa Pujol-Ferrusola, sin interrelacionar causa y efecto -
capitalismo y corrupción-, y focalizando la atención en los corruptos,
esencialmente políticos. El silencio en torno la estructura
económica capitalista, verdadero vergel de la corrupción existente,
representa una eficaz omertà mediática que deja "libre de pecados" los
grandes monopolios financieros e industriales, capaces de comprar la
voluntad de gobiernos enteros.
Los grandes corruptores, así como el régimen sobre el que se asientan, nunca son noticia en la ideología dominante burguesa.
Nunca
encontraremos referencias de cómo Caixabank, BBVA o BSCH roban a sus
propios accionistas y depositantes para engordar sus beneficios, de su
eficaz "ingeniería financiera" basada en la usura más descarnada, que
les permite acumular grandes cantidades de capital. Tampoco
del blanqueo de capitales provenientes del tráfico de estupefacientes o
armas, entre otros delitos criminales tan rentables para la gran banca.
Nunca encontraremos detalles de la brutal evasivo ó
de impuestos de Aguas de Barcelona, Gas Natural o Telefónica hacia
paraísos fiscales-entre otras cosas porque es una práctica "legal" - o
de las corruptelas monstruosas que acompañan a las grandes energéticas y
constructoras como Iberdrola, Repsol o FCC. Y no es extraño. Son
estas transnacionales las que dictan las leyes que deben aprobarse los
respectivos parlamentos, premiando poco después a ministros, consejeros y
ex presidentes con la entrada en sus respectivos Consejos de
Administración.
El corazón mismo de la corrupción "no existe". El imperialismo es un "mito". Los
grandes monopolios burgueses de la "información"-como PRISA o Grupo
Godó-, son también propiedad del IBEX-35, ya sea a través de la
propiedad accionarial (banca) o de su publicidad (monopolios
industriales). Es por tanto lógico y natural su defensa
numantina del imperialismo, tanto a nivel interno (oportunismo) como
externo (guerras humanitarias a cargo de la OTAN).
En
un régimen donde se explota y se roba en una superestructura que hace
de estas plusvalías y expolios al proletariado su base de dominio
político e ideológico, en una sociedad donde todo se compra y vende en
base a la propiedad privada de los medios de producción, donde el
consumismo se alzado en el altar del "sagrado progreso" y la pobreza es
definida como un mal propio de "vagos". En un régimen donde
sólo se conjuga el verbo tener, hablar de corrupción desligada de las
relaciones de producción capitalistas, señalando a unos cuantos
corruptos de la "clase política", resulta un fraude penoso y alienante. Un triunfo de las fuerzas burguesas y oportunistas, ansiosas por alargar la agonía del proletariado y del pueblo trabajador.
El
PCOC trabaja para consolidar un ejército proletario que sea capaz de
golpear y liquidar el corazón mismo del capital monopolista y su aparato
estatal, el corazón mismo de la corrupción capitalista. Para
levantar la estructura sociopolítica y proletaria a través de la
Asamblea de Comités, Delegados y Trabajadores, capaz de fundirse en un
gran y poderoso Frente Único del Pueblo que haga tambalear y liquide el
Estado capitalista y su parasitaria clase dominante.
Sólo
el socialismo puede poner las imprescindibles bases económicas para
acabar con esta lacra social capitalista; la corrupción.
Acabemos con la corrupción, destruimos el capitalismo!
Por la construcción de la Asamblea de Comités de empresa, Delegados y Trabajadores y el Frente Único del Pueblo!
Socialismo o barbarie!
S ª POLÍTICA PARTIDO COMUNISTA OBRERO DE CATALUÑA (PCOC)
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