sábado, 13 de abril de 2013

Abades, de nuevo topamos con el capitalismo




El sistema capitalista está concebido para el lucro de las empresas en detrimento de la calidad de vida de los trabajadores.  

Las escasísimas grandes empresas ubicadas en la provincia o son extranjeras o dependientes de empresas matrices catalanas, vascas, madrileñas y valencianas, por lo que se lleva a cabo la explotación de las riquezas autóctonas por parte de la burguesía extranjera y nacional que exportan la materia prima y el dinero producido en nuestra provincia a otras zonas para extraer mayor rentabilidad.  

Así es en el caso del grupo Abades, empresa capitalista que posee la propiedad de numerosos establecimientos tanto en Sevilla, como en el resto del Estado español. Es decir, el grupo Abades obtiene sus ganancias del trabajo de sus empleados lo que le permite aumentar sus beneficios y adquirir nuevos negocios con esas mismas rentas que obtiene de explotar el trabajo de sus empleados. Así funciona el capitalismo.

Ante esto, la actitud de determinados sindicatos en manos de un funcionariado para el que lo único que cuenta es la protección de su propio puesto de trabajo ha provocado la insolidaridad, fragmentando a las clases trabajadoras, por lo que cada centro de trabajo se ve obligado por sí mismo a enfrentarse a una patronal fuerte y unida. Una situación así posibilita el “liderazgo” del funcionariado sindical para llevar a la práctica su política de pactos con la patronal.

Después de más de30 años de legalidad, ni los sindicatos mayoritarios ni las alternativas surgidas como contestación a su política han dado un solo paso al frente para construir la gran CENTRAL UNICA que necesitamos los trabajadores, ni se vislumbra dicha posibilidad por ahora. Cada sindicato defiende su parcela de poder como garantía de su propia supervivencia sin importarles nada que los intereses de las clases trabajadoras sean comunes. Este tipo de comportamiento ha generado la discordia entre los obreros de un mismo centro de trabajo, cundiendo la enemistad y el enfrentamiento entre ellos, en vez de ir cimentando sicológicamente las bases para la unidad, poniéndolos  de esta forma a merced de la depredación de su patrón.

Asimismo, los sindicatos han impuesto una forma de conducta a los comités de empresas por ellos controlados, por la que se prescinde de la participación de los trabajadores. Han convertido a los miembros de los comités de empresas en pequeños burócratas que hacen y deshacen a su capricho dirigidos por los funcionarios de los sindicatos.  Poco a poco, los integrantes de los comités de empresas se han ido transformando en arrogantes leguleyos, que se dedican a la interpretación de las leyes y al ser estas contrarias a los trabajadores, les conduce al freno, a la inactividad y a poner en manos de la justicia burguesa la solución de los problemas laborales. Es evidente que los miembros de los comités de empresas, imbuidos por el sindicalismo actual y dadas las enseñanzas recibidas por parte de sus centrales, llegan a creer que dicha conducta es la que corresponde.

Llegan también, al convencimiento de que convocar una asamblea al año o ante un hecho consumado, los hacen democráticos. En realidad se trata de asambleísmo, donde la mayoría de las veces el comité convoca sin previo orden del día, exponen y los trabajadores votan, sin que éstos tengan tiempo de documentarse  para argumentar sus decisiones las que toman conducidos por la inercia, por la influencia negativa de las representaciones sindicales y por la falta de conciencia a la que se han visto abocados por la conducta que observan los sindicalistas aburguesados.

Actualmente, la vida sindical de los comités de empresas, salvo contadas excepciones, se asemeja a la vida parlamentaria del país, en donde los trabajadores no participan y se acomodan, delegando en sus representantes para que estos decidan por ellos, con un conformismo provocado que orilla en la indolencia.  

Debido a la fragmentación de la clase obrera, al letargo en el que se ve sumida por el hacer de los sindicatos, al tipo de sindicalismo no participativo, se suceden las componendas por arriba entre los funcionarios de los sindicatos y la patronal, permitiendo a ésta, que sin freno alguno, avance y avance, no encontrando ataduras para imponer el terror  y no respetando los “derechos” de los trabajadores(que en el capitalismo son formales y no reales), amenazando constantemente a estos con despedirlos si no se avienen a sus dictados. Siendo los trabajadores de las pequeñas empresas los que más sufren sus consecuencias, dado que en estas entidades resulta mas difícil emprender una respuesta contra las tropelías de la patronal.  

En muchos casos y para interferir la posibilidad de la aparición de grupos de trabajadores que deseen luchar por sus derechos, la patronal maniobra descaradamente promoviendo elecciones sindicales y colocando a sus fieles y mansos acólitos (traidores, jefes, familiares etc.) como delegados sindicales y miembros de Comités de empresas, llegando incluso a crear sindicatos amarillos.

El Movimiento Obrero Sevillano ha dado muestras de su quehacer y valentía en la defensa de sus intereses en momentos muchos mas peligrosos como fue la dictadura franquista. Aún tenemos en la memoria, las grandes concentraciones de trabajadores de toda Sevilla a las puertas de FASA RENAULT, cuando sus trabajadores luchaban por equipararse en sueldos con sus compañeros de Valladolid. De igual forma procedieron los trabajadores de la provincia en las puertas de Landis & Gyr  (Fabrica de Contadores) en presencia de la policía que actuó violentamente y a tiros, con ocasión de presentar la empresa expediente de regulación de empleo, o cuando fueron expulsados tres trabajadores de CASA por protestar de las malas condiciones de la comida servida en los comedores de dicha factoría. La respuesta al juicio de los trabajadores fue masiva de adhesión y solidaridad por parte de los obreros sevillanos y de la provincia, o cuando en una pequeña empresa de Alcalá de Guadaira fue despedido un trabajador y todo el metal sevillano en manifestación se dirigió al centro de trabajo hasta lograr la readmisión. A nuestras cabezas afluyen datos, momentos emotivos, las muestras de solidaridad con trabajadores de SACOM, CEBESA, SIDERURGICA, URALITA, etc.  

La diferencia entre ese ayer y hoy no es otra que la actitud de los sindicatos mayoritarios que ha dado vía libre a los gobiernos para la implantación de leyes antiobreras y ha posibilitado que la patronal se envalentone, se sienta fuerte para no respetar siquiera las pequeñísimas parcelas de derechos y libertades de los trabajadores.

Sin embargo la lucha sindical, como queda demostrado caso tras caso, ERE tras ERE , no es suficiente. No basta. No podemos vencer al capitalismo mediante la mera lucha sindical. La crisis hace temblar los fundamentos sociales, éticos y filosóficos del capitalismo, por lo cual, la burguesía cierra filas en lo económico, y tras desatar una recesión sin precedentes, nacida del fenómeno de la superproducción y continuada con una caída del valor de los activos financieros, nacidos a su vez, de los flujos de capital especulativos que han hecho proliferar el dinero ficticio sobre el real, la forma de mantener su status es hacer que la crisis la paguen los trabajadores: reformas laborales que aumentan la flexibilidad en las empresas para que los empresarios corrijan su actividad productiva deficiente a despido limpio, disminución del techo de gasto en servicios públicos para salvar a los bancos, desarrollo de una política fiscal regresiva…. Etc.

 Todo justificado además en el hecho de que hemos sido los trabajadores los que hemos despilfarrado. Estas medidas aumentan, tal y como recogen las estadísticas de el paro, de la exclusión social, los casos de pobreza extrema, además de ser una ofensiva clara de la burguesía en el ámbito de la lucha de clases, por lo que se hace necesaria una contraofensiva que no descanse únicamente en las reformas, una ofensiva que libere al proletariado de su esclavitud.

Es posible tumbar un ERE o medidas que agreden a los trabajadores mediante la lucha unida de los trabajadores, sin embargo esto no es suficiente. Y no es suficiente porque mientras la burguesía sea dueña del poder político y de los medios de producción puede utilizar cualquier resorte a su alcance para revertir esas pequeñas conquistas. Es decir, puede usar el poder político que le pertenece para elaborar reformas laborales, reducir los salarios, aumentar la jornada laboral, etc. con lo que lo que ganamos en la lucha sindical lo perdemos en el terreno de lo político.  

Además esa burguesía puede usar sus propios medios de comunicación para enfrentar a los trabajadores entre sí, señalando que unos cobran más que otros, que los trabajadores de una empresa tienen mejores condiciones, con el fin de que evitemos señalar al enemigo, que es el patrón: ya sea empresario individual, consejo de accionistas o una empresa de titularidad pública. 

La lucha sindical es necesaria, sin embargo de lo que se trata es de ampliar esa lucha y engarzarla con las luchas económicas y políticas. Tenemos que tener claro que nuestro enemigo no es sólo la empresa, sino también el Estado que es la unión de toda la clase de los capitalistas, y el propio sistema capitalista, que es el origen de todos los males que afectan a la clase obrera. 

La situación en el Aeropuerto de Sevilla nos indica que son los obreros los que están pagando las consecuencias no de la avaricia de los directivos y la maldad de los políticos, sino de un modo de producción(el capitalismo) que necesita estas medidas para mantener su propia existencia. Es decir, el problema principal es que este modo de producción capitalista ya no tiene nada que aportar a la sociedad como no sea miseria, paro, corrupción, violencia, EREs, privatizaciones en beneficio de la burguesía, etc. 

Además la burguesía ha conseguido dispersar las luchas, por tanto, la lucha de los trabajadores de Abades pasa desapercibida para muchos trabajadores de la ciudad, y las luchas, pese a ser sólo sindicales, no se unen. Ante esto el PCOE lucha por la creación de las Asambleas de Comités, Delegados y Trabajadores(ACDT) como la unión de los comités de empresa, los delegados de personal y los trabajadores en general como la herramienta que permita unir todas las luchas. Debemos asimismo luchar contra la psicología de derrota, del miedo, dentro de las fábricas y los centros de trabajo. El obrero debe  comprender que el patrón no es omnipotente, y que mediante la lucha se puede conseguir la victoria. 

Ahora bien, como decíamos hay que definir esa lucha. Repetimos una y otra vez que la mera lucha sindical no es la solución. La lucha por la conquista del poder político, para destruir ese poder que hoy se encuentra de manera absoluta en manos de la burguesía y sustituirlo por el nuevo poder, mucho más democrático, que es el poder obrero.  

 La burguesía se ha dotado del arma con la que dominar a la clase obrera, que es el Estado, sus leyes, su judicatura, sus elementos represivos(policía, ejército) etc. Por tanto esta maquinaria siempre va a estar al servicio de los capitalistas. Es de ilusos pensar que el Estado está por encima de las clases o que sirve de árbitro en los conflictos derivados de los intereses antagónicos de los obreros y los patrones. Por tanto, la lucha también debe ser política: teniendo claro que sin la destrucción de ese estado, sin la destrucción del poder político de la burguesía, no hay lucha de clases ninguna ni es posible ningún tipo de victoria.

El PCOE llama a organizarse en las ACDT(Asambleas de Comités, Delegados y Trabajadores) como los órganos de poder obrero emanados de las fábricas y de los centros de trabajo y que en simbiosis con los órganos de decisión de los barrios obreros(Asociaciones de Vecinos), con las asambleas de estudiantes, de jornaleros, etc. conforme el Frente Único del Pueblo(FUP). Es decir, el estado obrero que mediante la dualidad de poderes confronte con el actual estado burgués(parlamento, ayuntamientos) hasta que mediante la Revolución Socialista( que no será pacífica) se ponga fin a la existencia del Estado burgués, sus instituciones, sus leyes, su policía, su ejército. Es decir: la eliminación de toda la antigüa y caduca  sociedad burguesa. 

 Seguidamente se instaurará un período de transición entre el capitalismo y la sociedad sin clases que es el período de Dictadura del Proletariado. Esto es así debido a que los antiguos explotadores opondrán la más tenaz de las resistencias a la eliminación de sus antiguos privilegios. Pero que no asuste la palabra Dictadura, pues es una Dictadura de clase y a la vez la forma más democrática de Estado que ha conocido la humanidad. Es decir la democracia para los explotados: los obreros, los trabajadores y las demás clases populares y dictadura a su vez para los explotadores: los burgueses, que son la minoría de la sociedad. Toda sociedad de clases es una dictadura de una clase sobre otra, incluso la “democracia” actual española que nos venden como el súmmum de las libertades es en realidad una dictadura de la burguesía. Porque no gobiernan los peleles que se eligen cada cuatro años, sino que esos peleles están al servicio de la burguesía y ejecutan las políticas que les dicta el capital. 

El capitalismo lo único que ofrecen al trabajador de Abades, y por ende a los del resto del Aeropuerto o de la ciudad son peores salarios, peores condiciones con la incertidumbre de que si no “traga” engrose el ejército de seis millones de parados. Es decir, no le ofrece ningún futuro. Ni al más ingenuo de debe escapársele el hecho de que todos los recortes, los “derechos” que pierden los obreros nunca se van a recuperar si no es mediante la superación del capitalismo. Porque este capitalismo, debido a sus leyes de desarrollo, necesita de esas agresiones a la clase obrera, de ese robo, que no hará sino acrecentarse con el tiempo. Nos mienten los reformistas que nos prometen cambios graduales dentro del capitalismo. Lo único que buscan es su poltrona, su cargo político, por mucho ropaje radical con el que se disfracen. Todo aquel que no le diga a los obreros, sin tapujos, que el objetivo es el socialismo y romper con el poder burgués estará engañando a los obreros y contribuyendo a alejar la conciencia de clase de los trabajadores.  

 En resumen, la lucha no es meramente sindical sino una lucha por el poder político que pertenecerá a la clase obrera y a los sectores populares y no a un puñado de oligarcas, banqueros y empresarios que son los que actualmente ostentan todo el poder político en nuestra sociedad, por tanto todos los males de la clase obrera vienen dados por este sistema criminal llamado capitalismo en el que una clase social es dueña de todos los medios de producción. Esta situación es así haya o no crisis, haya o no “bonanza” económica entre comillas, porque la explotación capitalista existirá siempre que exista el capitalismo en cualquiera de sus formas. 

 Urge a la clase obrera organizarse para un fin muy sencillo: la toma del poder político, la cual no se producirá mediante el depósito de una papeleta en una urna electoral sino mediante la revolución. Una revolución que ponga el poder en manos del pueblo, en manos de los que verdaderamente producen la riqueza y que son los que hacen que esta sociedad funcione. 

 El fin es el poder obrero y el socialismo, el único sistema económico que tiene como misión satisfacer las necesidades del pueblo. En el capitalismo, y más tal y como se desarrolla negativamente, estas opciones son quimeras. Por ello llamamos a los obreros a empezar a organizarse y luchar conjuntamente con el PARTIDO COMUNISTA OBRERO ESPAÑOL, como herramienta que ayudará a vencer al capitalismo. No queremos poltronas, ni cargos, simplemente queremos acabar con el capitalismo y construir una sociedad mejor. En las manos de la clase obrera está el transformar esta realidad.
 

            ¡SI, SE PUEDE, EN EL SOCIALISMO-COMUNISMO!

 

 

 

 

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