El sistema capitalista
está concebido para el lucro de las empresas en detrimento de la calidad de
vida de los trabajadores.
Las escasísimas grandes
empresas ubicadas en la provincia o son extranjeras o dependientes de empresas
matrices catalanas, vascas, madrileñas y valencianas, por lo que se lleva a
cabo la explotación de las riquezas autóctonas por parte de la burguesía
extranjera y nacional que exportan la materia prima y el dinero producido en
nuestra provincia a otras zonas para extraer mayor rentabilidad.
Así es en el caso del
grupo Abades, empresa capitalista que posee la propiedad de numerosos
establecimientos tanto en Sevilla, como en el resto del Estado español. Es
decir, el grupo Abades obtiene sus ganancias del trabajo de sus empleados lo
que le permite aumentar sus beneficios y adquirir nuevos negocios con esas
mismas rentas que obtiene de explotar el trabajo de sus empleados. Así funciona
el capitalismo.
Ante esto, la actitud de
determinados sindicatos en manos de un funcionariado para el que lo único que
cuenta es la protección de su propio puesto de trabajo ha provocado la
insolidaridad, fragmentando a las clases trabajadoras, por lo que cada centro
de trabajo se ve obligado por sí mismo a enfrentarse a una patronal fuerte y
unida. Una situación así posibilita el “liderazgo” del funcionariado sindical
para llevar a la práctica su política de pactos con la patronal.
Después de más de30 años
de legalidad, ni los sindicatos mayoritarios ni las alternativas surgidas como
contestación a su política han dado un solo paso al frente para construir la
gran CENTRAL UNICA que necesitamos los trabajadores, ni se vislumbra dicha
posibilidad por ahora. Cada sindicato defiende su parcela de poder como
garantía de su propia supervivencia sin importarles nada que los intereses de
las clases trabajadoras sean comunes. Este tipo de comportamiento ha generado
la discordia entre los obreros de un mismo centro de trabajo, cundiendo la
enemistad y el enfrentamiento entre ellos, en vez de ir cimentando sicológicamente
las bases para la unidad, poniéndolos de
esta forma a merced de la depredación de su patrón.
Asimismo, los sindicatos
han impuesto una forma de conducta a los comités de empresas por ellos
controlados, por la que se prescinde de la participación de los trabajadores.
Han convertido a los miembros de los comités de empresas en pequeños burócratas
que hacen y deshacen a su capricho dirigidos por los funcionarios de los
sindicatos. Poco a poco, los integrantes
de los comités de empresas se han ido transformando en arrogantes leguleyos,
que se dedican a la interpretación de las leyes y al ser estas contrarias a los
trabajadores, les conduce al freno, a la inactividad y a poner en manos de la
justicia burguesa la solución de los problemas laborales. Es evidente que los
miembros de los comités de empresas, imbuidos por el sindicalismo actual y
dadas las enseñanzas recibidas por parte de sus centrales, llegan a creer que
dicha conducta es la que corresponde.
Llegan también, al
convencimiento de que convocar una asamblea al año o ante un hecho consumado,
los hacen democráticos. En realidad se trata de asambleísmo, donde la mayoría
de las veces el comité convoca sin previo orden del día, exponen y los
trabajadores votan, sin que éstos tengan tiempo de documentarse para argumentar sus decisiones las que toman
conducidos por la inercia, por la influencia negativa de las representaciones
sindicales y por la falta de conciencia a la que se han visto abocados por la
conducta que observan los sindicalistas aburguesados.
Actualmente, la vida
sindical de los comités de empresas, salvo contadas excepciones, se asemeja a
la vida parlamentaria del país, en donde los trabajadores no participan y se
acomodan, delegando en sus representantes para que estos decidan por ellos, con
un conformismo provocado que orilla en la indolencia.
Debido a la fragmentación
de la clase obrera, al letargo en el que se ve sumida por el hacer de los
sindicatos, al tipo de sindicalismo no participativo, se suceden las
componendas por arriba entre los funcionarios de los sindicatos y la patronal,
permitiendo a ésta, que sin freno alguno, avance y avance, no encontrando
ataduras para imponer el terror y no
respetando los “derechos” de los trabajadores(que en el capitalismo son
formales y no reales), amenazando constantemente a estos con despedirlos si no
se avienen a sus dictados. Siendo los trabajadores de las pequeñas empresas los
que más sufren sus consecuencias, dado que en estas entidades resulta mas
difícil emprender una respuesta contra las tropelías de la patronal.
En muchos casos y para
interferir la posibilidad de la aparición de grupos de trabajadores que deseen
luchar por sus derechos, la patronal maniobra descaradamente promoviendo
elecciones sindicales y colocando a sus fieles y mansos acólitos (traidores,
jefes, familiares etc.) como delegados sindicales y miembros de Comités de
empresas, llegando incluso a crear sindicatos amarillos.
El Movimiento Obrero
Sevillano ha dado muestras de su quehacer y valentía en la defensa de sus
intereses en momentos muchos mas peligrosos como fue la dictadura franquista.
Aún tenemos en la memoria, las grandes concentraciones de trabajadores de toda
Sevilla a las puertas de FASA RENAULT, cuando sus trabajadores luchaban por
equipararse en sueldos con sus compañeros de Valladolid. De igual forma
procedieron los trabajadores de la provincia en las puertas de Landis &
Gyr (Fabrica de Contadores) en
presencia de la policía que actuó violentamente y a tiros, con ocasión de
presentar la empresa expediente de regulación de empleo, o cuando fueron
expulsados tres trabajadores de CASA por protestar de las malas condiciones de
la comida servida en los comedores de dicha factoría. La respuesta al juicio de
los trabajadores fue masiva de adhesión y solidaridad por parte de los obreros
sevillanos y de la provincia, o cuando en una pequeña empresa de Alcalá de
Guadaira fue despedido un trabajador y todo el metal sevillano en manifestación
se dirigió al centro de trabajo hasta lograr la readmisión. A nuestras cabezas
afluyen datos, momentos emotivos, las muestras de solidaridad con trabajadores
de SACOM, CEBESA, SIDERURGICA, URALITA, etc.
La diferencia entre ese
ayer y hoy no es otra que la actitud de los sindicatos mayoritarios que ha dado
vía libre a los gobiernos para la implantación de leyes antiobreras y ha
posibilitado que la patronal se envalentone, se sienta fuerte para no respetar
siquiera las pequeñísimas parcelas de derechos y libertades de los
trabajadores.
Sin embargo la lucha
sindical, como queda demostrado caso tras caso, ERE tras ERE , no es
suficiente. No basta. No podemos vencer al capitalismo mediante la mera lucha
sindical. La crisis hace temblar los fundamentos sociales, éticos y filosóficos
del capitalismo, por lo cual, la burguesía cierra filas en lo económico, y tras
desatar una recesión sin precedentes, nacida del fenómeno de la superproducción
y continuada con una caída del valor de los activos financieros, nacidos a su
vez, de los flujos de capital especulativos que han hecho proliferar el dinero
ficticio sobre el real, la forma de mantener su status es hacer que la crisis
la paguen los trabajadores: reformas laborales que aumentan la flexibilidad en
las empresas para que los empresarios corrijan su actividad productiva
deficiente a despido limpio, disminución del techo de gasto en servicios
públicos para salvar a los bancos, desarrollo de una política fiscal
regresiva…. Etc.
Todo justificado además en el hecho de que
hemos sido los trabajadores los que hemos despilfarrado. Estas medidas
aumentan, tal y como recogen las estadísticas de el paro, de la exclusión
social, los casos de pobreza extrema, además de ser una ofensiva clara de la
burguesía en el ámbito de la lucha de clases, por lo que se hace necesaria una
contraofensiva que no descanse únicamente en las reformas, una ofensiva que
libere al proletariado de su esclavitud.
Es
posible tumbar un ERE o medidas que agreden a los trabajadores mediante la
lucha unida de los trabajadores, sin embargo esto no es suficiente. Y no es
suficiente porque mientras la burguesía sea dueña del poder político y de los
medios de producción puede utilizar cualquier resorte a su alcance para
revertir esas pequeñas conquistas. Es decir, puede usar el poder político que
le pertenece para elaborar reformas laborales, reducir los salarios, aumentar
la jornada laboral, etc. con lo que lo que ganamos en la lucha sindical lo
perdemos en el terreno de lo político.
Además
esa burguesía puede usar sus propios medios de comunicación para enfrentar a
los trabajadores entre sí, señalando que unos cobran más que otros, que los
trabajadores de una empresa tienen mejores condiciones, con el fin de que
evitemos señalar al enemigo, que es el patrón: ya sea empresario individual,
consejo de accionistas o una empresa de titularidad pública.
La
lucha sindical es necesaria, sin embargo de lo que se trata es de ampliar esa
lucha y engarzarla con las luchas económicas y políticas. Tenemos que tener
claro que nuestro enemigo no es sólo la empresa, sino también el Estado que es
la unión de toda la clase de los capitalistas, y el propio sistema capitalista,
que es el origen de todos los males que afectan a la clase obrera.
La
situación en el Aeropuerto de Sevilla nos indica que son los obreros los que
están pagando las consecuencias no de la avaricia de los directivos y la maldad
de los políticos, sino de un modo de producción(el capitalismo) que necesita
estas medidas para mantener su propia existencia. Es decir, el problema
principal es que este modo de producción capitalista ya no tiene nada que
aportar a la sociedad como no sea miseria, paro, corrupción, violencia, EREs,
privatizaciones en beneficio de la burguesía, etc.
Además
la burguesía ha conseguido dispersar las luchas, por tanto, la lucha de los
trabajadores de Abades pasa desapercibida para muchos trabajadores de la
ciudad, y las luchas, pese a ser sólo sindicales, no se unen. Ante esto el PCOE
lucha por la creación de las Asambleas de Comités, Delegados y
Trabajadores(ACDT) como la unión de los comités de empresa, los delegados de
personal y los trabajadores en general como la herramienta que permita unir
todas las luchas. Debemos asimismo luchar contra la psicología de derrota, del
miedo, dentro de las fábricas y los centros de trabajo. El obrero debe comprender que el patrón no es omnipotente, y
que mediante la lucha se puede conseguir la victoria.
Ahora
bien, como decíamos hay que definir esa lucha. Repetimos una y otra vez que la
mera lucha sindical no es la solución. La
lucha por la conquista del poder político, para destruir ese poder que hoy se
encuentra de manera absoluta en manos de la burguesía y sustituirlo por el
nuevo poder, mucho más democrático, que es el poder obrero.
La burguesía se ha dotado del arma con la que
dominar a la clase obrera, que es el Estado, sus leyes, su judicatura, sus
elementos represivos(policía, ejército) etc. Por tanto esta maquinaria siempre
va a estar al servicio de los capitalistas. Es de ilusos pensar que el Estado
está por encima de las clases o que sirve de árbitro en los conflictos
derivados de los intereses antagónicos de los obreros y los patrones. Por
tanto, la lucha también debe ser política: teniendo claro que sin la
destrucción de ese estado, sin la destrucción del poder político de la
burguesía, no hay lucha de clases ninguna ni es posible ningún tipo de
victoria.
El
PCOE llama a organizarse en las ACDT(Asambleas de Comités, Delegados y
Trabajadores) como los órganos de poder obrero emanados de las fábricas y de
los centros de trabajo y que en simbiosis con los órganos de decisión de los
barrios obreros(Asociaciones de Vecinos), con las asambleas de estudiantes, de
jornaleros, etc. conforme el Frente Único del Pueblo(FUP). Es decir, el estado
obrero que mediante la dualidad de poderes confronte con el actual estado
burgués(parlamento, ayuntamientos) hasta que mediante la Revolución Socialista(
que no será pacífica) se ponga fin a la existencia del Estado burgués, sus
instituciones, sus leyes, su policía, su ejército. Es decir: la eliminación de
toda la antigüa y caduca sociedad
burguesa.
Seguidamente se instaurará un período de
transición entre el capitalismo y la sociedad sin clases que es el período de
Dictadura del Proletariado. Esto es así debido a que los antiguos explotadores
opondrán la más tenaz de las resistencias a la eliminación de sus antiguos
privilegios. Pero que no asuste la palabra Dictadura, pues es una Dictadura de
clase y a la vez la forma más democrática de Estado que ha conocido la
humanidad. Es decir la democracia para los explotados: los obreros, los
trabajadores y las demás clases populares y dictadura a su vez para los
explotadores: los burgueses, que son la minoría de la sociedad. Toda sociedad
de clases es una dictadura de una clase sobre otra, incluso la “democracia”
actual española que nos venden como el súmmum de las libertades es en realidad
una dictadura de la burguesía. Porque no gobiernan los peleles que se eligen
cada cuatro años, sino que esos peleles están al servicio de la burguesía y
ejecutan las políticas que les dicta el capital.
El
capitalismo lo único que ofrecen al trabajador de Abades, y por ende a los del
resto del Aeropuerto o de la ciudad son peores salarios, peores condiciones con
la incertidumbre de que si no “traga” engrose el ejército de seis millones de
parados. Es decir, no le ofrece ningún futuro. Ni al más ingenuo de debe
escapársele el hecho de que todos los recortes, los “derechos” que pierden los
obreros nunca se van a recuperar si no es mediante la superación del
capitalismo. Porque este capitalismo, debido a sus leyes de desarrollo,
necesita de esas agresiones a la clase obrera, de ese robo, que no hará sino
acrecentarse con el tiempo. Nos mienten los reformistas que nos prometen
cambios graduales dentro del capitalismo. Lo único que buscan es su poltrona,
su cargo político, por mucho ropaje radical con el que se disfracen. Todo aquel
que no le diga a los obreros, sin tapujos, que el objetivo es el socialismo y
romper con el poder burgués estará engañando a los obreros y contribuyendo a
alejar la conciencia de clase de los trabajadores.
En resumen, la lucha no es meramente sindical
sino una lucha por el poder político que pertenecerá a la clase obrera y a los
sectores populares y no a un puñado de oligarcas, banqueros y empresarios que
son los que actualmente ostentan todo el poder político en nuestra sociedad,
por tanto todos los males de la clase obrera vienen dados por este sistema
criminal llamado capitalismo en el que una clase social es dueña de todos los
medios de producción. Esta situación es así haya o no crisis, haya o no
“bonanza” económica entre comillas, porque la explotación capitalista existirá
siempre que exista el capitalismo en cualquiera de sus formas.
Urge a la clase obrera organizarse para un fin
muy sencillo: la toma del poder político, la cual no se producirá mediante el
depósito de una papeleta en una urna electoral sino mediante la revolución. Una
revolución que ponga el poder en manos del pueblo, en manos de los que
verdaderamente producen la riqueza y que son los que hacen que esta sociedad
funcione.
El fin es el poder obrero y el socialismo, el
único sistema económico que tiene como misión satisfacer las necesidades del
pueblo. En el capitalismo, y más tal y como se desarrolla negativamente, estas
opciones son quimeras. Por ello llamamos a los obreros a empezar a organizarse
y luchar conjuntamente con el PARTIDO COMUNISTA OBRERO ESPAÑOL, como
herramienta que ayudará a vencer al capitalismo. No queremos poltronas, ni
cargos, simplemente queremos acabar con el capitalismo y construir una sociedad
mejor. En las manos de la clase obrera está el transformar esta realidad.
¡SI, SE PUEDE, EN EL
SOCIALISMO-COMUNISMO!
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