Aguas revueltas y cantos de
Sirena son la última moda dentro del espectro de la socialdemocracia, y por
ende del anticomunismo, en la ciudad de Sevilla. Si hace poco varias
organizaciones, por ejemplo la pequeña burguesía nacionalista o entidades
socialdemócratas como Izquierda Anticapitalista se pronunciaron por la
transformación del autodenominado “Bloque Crítico” en opción electoral, ahora
es otra organización socialdemócrata la que así lo hace. Se trata del
“activista” Jesús Castillo de la organización “En Lucha”. Nos parece
interesante analizar la cuestión, tanto por el oportunismo que desprende
semejante tesis como por el hecho de que el “activista” es viejo conocido de
nuestra organización.
En primer lugar, como no podía
ser menos en una organización socialdemócrata, su propuesta no contempla al
sujeto revolucionario, la clase obrera. Es decir, quieren construir una
“alternativa” desde un nuevo sujeto de cambio, que para ellos son los
autodenominados “movimientos sociales”.
A nadie con dos dedos de frente
en esta ciudad se le escapa que esos autodenominados “movimientos sociales” se
encuentran totalmente desconectados de los centros de trabajo. Es decir, se
encuentran desconectados de la clase obrera, del sujeto revolucionario. Claro,
que para ellos, el sujeto revolucionario es la ciudadanía, basado ese mantra acientífico del 99% de la sociedad. A
nadie que desarrolle un mínimo trabajo militante en los polígonos industriales
de la ciudad se le escapará que la media y pequeña producción capitalista es la
base del capitalismo local, y que las peores condiciones laborales y los
antagonismos de clase más claros se ven en estas PYMES. Lo que nos indica que
esta organización no pisa los centros de trabajo, y que considera que hay que
ayudar al desarrollo de la PYME, cosa que por cierto es una de las
reivindicaciones del comunicado de “mínimos” emitido por el autodenominado
“Bloque Crítico”.
El subjetivismo que rezuma el
comunicado emitido asusta. Leemos expresiones tales como “El Bloque Crítico es ahora un frente común para unificar luchas y no un
frente electoral, lo que queda reflejado en la presencia de sectores de IU que
siguen viendo como referente electoral a esta coalición. Liderado desde sus
inicios por el SAT, el Bloque Crítico debe ser mucho más dinámico, ampliarse a
sectores críticos de CCOO, e ir más allá en la construcción de puentes entre
luchas, por lo que es necesario compartir el liderazgo.” Es decir, nada de
unir a la clase obrera desde abajo, desde los centros de trabajo, sino que la
“ciudadanía” va a unirse mágicamente a proyectos elaborados por las cúpulas
dirigentes de esas “50” organizaciones. Es decir, no son los sujetos
revolucionarios, los trabajadores, los que con su accionar unen las luchas sino
que ya les viene prefabricado por las cúpulas. Y estos señores son los que
vomitan diariamente acusaciones sobre sectarismo y burocratismo. Sería difícil
encontrar mejores pruebas de estas dos actitudes, que la suya.
Pero el subjetivismo no acaba
aquí. Primeramente porque por mucho que se cante a los cuatro vientos la
existencia de “el llamado Bloque Crítico
constituido por más de 50 movimientos sociales y organizaciones políticas de
izquierdas", la genuina sopa de siglas, no deja de ser un castillo en
el aire. Primeramente porque si cribamos “organizaciones” tales como librerías
o la doble militancia, ya nos sobraría el 80% de la siglas de dicha sopa. Lo
segundo es porque ninguna de las organizaciones que componen dicho bloque
ejerce la más mínima influencia en la clase obrera. De ahí que tengan la
imperiosa necesidad de atraer a su lado a los sindicatos amarillos, al sector
crítico de CCOO. El PCOE ya se pronunció sobre el papel de CCOO dentro de la
lucha de clases, como organización que nace de la necesidad del capitalismo de
legitimarse en lo sindical desde la misma superestructura (http://pcoesevilla.blogspot.com.es/2012/12/analisis-marxista-leninista-de-la.html)
Sin embargo, como observamos, la
socialdemocracia sigue considerando esta sigla como válida y no como parte del
problema.
Pero el funambulismo político no
acaba aquí. Leemos lo siguiente “El
Bloque Crítico es ahora un frente común para unificar luchas y no un frente
electoral”. Más allá que el tema de unificar las luchas desde las cúpulas
sea dantesco, se observa por donde sopla el viento y cuales son las auténticas
propuestas del reformismo. Más adelante delatan cual es el objetivo que persiguen
estas organizaciones: “Será necesario
construirlo desde las bases de los movimientos sociales, siguiendo el modelo de
las CUP en los Països Catalans. Empezar por construir poder popular en barrios
y centros de trabajo mediante la coordinación de las luchas, a la vez que vamos
desarrollando un discurso político claro de cara a la ciudadanía y con la posibilidad real de concurrir a
las próximas elecciones municipales”. Equiliquá. Ya tenemos nuevos
mesías.
En primer lugar obvian el
carácter pequeño burgués de las CUP, y que su modelo no se basa en la
construcción del poder popular en los centros de trabajo, sino que es el
nacionalismo el que les ha llevado a experimentar un cierto “auge”. Auge que
dicho sea de paso es ridículo en lo numérico, si utilizamos como vara de medir
el número de votos, que es el baremo de todo socialdemócrata como estos.
Incluso opciones del nacionalismo español y la reacción como “Ciudadanos” son
electoralmente superiores, y la presencia de dichas CUP es nula en centros de trabajo.
Las CUP son la expresión genuína de la sopa de siglas, su fuerza se basa en el
aglutinante del nacionalismo catalán y no en la ligazón con la clase obrera. De
ahí que estos movimientos fracasen, debido a las vacilaciones de la pequeña
burguesía radicalizada que los conforma, ya que su base desaparece una vez que
las opciones mayoritarias del nacionalismo se decantan por posturas más
radicales. Es decir, castillos en el aire.
Sin embargo lo más interesante es
el papel que le dan a las urnas como elemento de cambio, como su meta final.
Esto es lo que nos interesa, y que explica bien el papel que juega el
oportunismo anticomunista. La teoría marxista sobre el Estado nos señala que
este es el órgano de dominación de una clase sobre otra, el instrumento con que
una clase social oprime a otra, la prueba palpable de la existencia y
antagonismo de las contradicciones de clase. Es decir, el Estado surge con la
sociedad de clases para dirimir de una forma violenta todos los conflictos que
se producen entre la clase dominante y la dominada.
Esta sencilla definición es el abc del comunista. Sin embargo, los oportunistas tratan por todos los medios de desviar a la clase obrera del conocimiento de la teoría marxista del Estado. Para los oportunistas, el Estado es un ente situado por encima de las clases que sirve de elemento conciliador de los antagonismos de las diversas clases sociales. Para ellos, el Estado no es el arma de dominación de una clase sobre otra sino un ente que aparece de la nada, por encima de las clases, luego para ellos se puede reformar mediante cambios graduales, para darle un cariz más perfeccionado. Es decir, siendo el capitalismo el modo de producción dominante y el Estado el arma de dominación de la clase dominante (burguesía) sobre la dominada (clase obrera), ellos lo que pretenden es darle un rostro humano a este capitalismo reformando y perfeccionando ese Estado burgués que para ellos simplemente falla en la gestión, o en las siglas que lo “gestionan”. Reducen la naturaleza de clase del Estado a la acción de esta u otra personalidad individual o partido político, obviando que el Estado es la unión de toda una clase social que se conforma como instrumento de dominación.
Dicha concepción del Estado no puede ser más metafísica e idealista, muy lejos de la filosofía proletaria del materialismo dialéctico e histórico y del carácter científico del desarrollo de la sociedad y de la lucha de clases.
No es tema baladí el del Estado, pues la concepción de este u otro sentido nos lleva a diferentes -y divergentes- estrategias. Los comunistas, armados con las leyes científicas del desarrollo de la sociedad, sabemos que el Estado burgués debe ser destruido mediante una revolución que será violenta y un período que lo siga de Dictadura del Proletariado, si lo que realmente queremos es la superación del capitalismo y la construcción de la nueva sociedad socialista, única alternativa científica, superior y demostrada en la práctica al capitalismo.
En el caso de los oportunistas como estos, no se sabe qué otro sistema social, político y económico distinto al capitalismo se refieren. Los oportunistas creen que conquistando el parlamento o las instituciones burguesas mediante una votación, tienen ya el poder político del Estado. Se equivocan. El poder político pertenece a la clase dominante, a la burguesía, y el Estado es su arma de dominación que nunca van a ceder mediante métodos pacíficos ni mediante ninguna votación. Por tanto estos que nos prometen tomar el cielo por asalto en la urna electoral de la burguesía nos están mintiendo, no pretenden tomar el “gobierno”, puesto que el gobierno pertenece a la clase dominante, y se equivocan si creen que el Estado no va a reaccionar cuando ellos empiecen a aplicar sus medidas reformistas. El Estado cuenta además con cuerpos represivos tales como el ejército o la policía, destinados a reprimir al proletariado, y cuerpos legislativos como la judicatura o las leyes destinados a crear el marco legal de dominación clasista. Los oportunistas creen que con su llegada al gobierno esos órganos de la burguesía para mantener su dominación de clase van a cambiar mágicamente y ponerse a sus órdenes, debido a que ellos no conciben el Estado como arma de dominación de clase sino como señalamos antes, como instrumento por encima de las clases. Pero si lo que ellos pretenden es conseguir un cargo, una poltrona o gestionar el capitalismo, entonces se entiende esa obsesión por la cuestión electoral.
Esta sencilla definición es el abc del comunista. Sin embargo, los oportunistas tratan por todos los medios de desviar a la clase obrera del conocimiento de la teoría marxista del Estado. Para los oportunistas, el Estado es un ente situado por encima de las clases que sirve de elemento conciliador de los antagonismos de las diversas clases sociales. Para ellos, el Estado no es el arma de dominación de una clase sobre otra sino un ente que aparece de la nada, por encima de las clases, luego para ellos se puede reformar mediante cambios graduales, para darle un cariz más perfeccionado. Es decir, siendo el capitalismo el modo de producción dominante y el Estado el arma de dominación de la clase dominante (burguesía) sobre la dominada (clase obrera), ellos lo que pretenden es darle un rostro humano a este capitalismo reformando y perfeccionando ese Estado burgués que para ellos simplemente falla en la gestión, o en las siglas que lo “gestionan”. Reducen la naturaleza de clase del Estado a la acción de esta u otra personalidad individual o partido político, obviando que el Estado es la unión de toda una clase social que se conforma como instrumento de dominación.
Dicha concepción del Estado no puede ser más metafísica e idealista, muy lejos de la filosofía proletaria del materialismo dialéctico e histórico y del carácter científico del desarrollo de la sociedad y de la lucha de clases.
No es tema baladí el del Estado, pues la concepción de este u otro sentido nos lleva a diferentes -y divergentes- estrategias. Los comunistas, armados con las leyes científicas del desarrollo de la sociedad, sabemos que el Estado burgués debe ser destruido mediante una revolución que será violenta y un período que lo siga de Dictadura del Proletariado, si lo que realmente queremos es la superación del capitalismo y la construcción de la nueva sociedad socialista, única alternativa científica, superior y demostrada en la práctica al capitalismo.
En el caso de los oportunistas como estos, no se sabe qué otro sistema social, político y económico distinto al capitalismo se refieren. Los oportunistas creen que conquistando el parlamento o las instituciones burguesas mediante una votación, tienen ya el poder político del Estado. Se equivocan. El poder político pertenece a la clase dominante, a la burguesía, y el Estado es su arma de dominación que nunca van a ceder mediante métodos pacíficos ni mediante ninguna votación. Por tanto estos que nos prometen tomar el cielo por asalto en la urna electoral de la burguesía nos están mintiendo, no pretenden tomar el “gobierno”, puesto que el gobierno pertenece a la clase dominante, y se equivocan si creen que el Estado no va a reaccionar cuando ellos empiecen a aplicar sus medidas reformistas. El Estado cuenta además con cuerpos represivos tales como el ejército o la policía, destinados a reprimir al proletariado, y cuerpos legislativos como la judicatura o las leyes destinados a crear el marco legal de dominación clasista. Los oportunistas creen que con su llegada al gobierno esos órganos de la burguesía para mantener su dominación de clase van a cambiar mágicamente y ponerse a sus órdenes, debido a que ellos no conciben el Estado como arma de dominación de clase sino como señalamos antes, como instrumento por encima de las clases. Pero si lo que ellos pretenden es conseguir un cargo, una poltrona o gestionar el capitalismo, entonces se entiende esa obsesión por la cuestión electoral.
Sigamos con el problema de la “unidad de la
izquierda”. En primer lugar para los comunistas el eje dialéctico es la
contradicción “proletario-burguesía” y no los términos burgueses “izquierda y
derecha”. Por muchos se aseveran que el problema radica en que “la izquierda”
no somos capaces de unirnos. ¿Pero, de qué izquierda hablan? Algunos quizás nos
respondan resueltamente que se trata de la izquierda revolucionaria. ¿Pero, es
que hay quien se crea que con la unidad de los partidos revolucionarios que hoy
existen en el estado español es suficiente para cambiar el curso de los
acontecimientos? ¿Es que todavía existen ilusos que consideran que la unidad de
la izquierda bajo un programa de transformaciones, va a calar entre los
trabajadores y en el pueblo en general, o siquiera puede ser un punto de
partida?
Es evidente, que hay quienes se empeñan en no ver
la realidad. En primer lugar ¿quién o qué clase social ha de dirigir el proceso
revolucionario?. Indiscutiblemente, la clase obrera, que es la única capaz de
aglutinar detrás de sí a todos los trabajadores y capas populares de la sociedad.
Pero, la clase obrera sevillana se halla incapacitada en estos momentos, porque
está mil veces fragmentada y carece de conciencia de clase. Y es aquí donde los
partidos “revolucionarios” deben incidir, pues no se es revolucionario porque
nos autotitulemos como tal, sino porque tengamos una táctica acertada y
congruente con la realidad objetiva y subjetiva.
La clave es la recuperación de la ligazón con las
masas. Este es un objetivo de todo aquel que se denomine partido revolucionario.
Nuestros socialdemócratas no hacen mas que transcribir literalmente viejas
consignas, de cuando los anarquistas, comunistas y socialistas, se congregaban
en grandes partidos que ejercían una influencia mas que notable entre los
trabajadores, a los que les bastaban un acuerdo entre ellos para movilizar a
millones de trabajadores.
No hace falta ser un lince para darse cuenta que
hoy no existe ningún partido comunista o revolucionario, que luzca un mínimo de
influencia sobre nada. Y no confesarlo, es postergar hasta la eternidad el
resurgir del movimiento obrero y popular en nuestro país.
Por todas estas razones, la creación del FRENTE ÚNICO DEL PUEBLO, que no
de organizaciones, tal y como aboga nuestro partido, sí puede ser el punto de
partida para: unir a los trabajadores, dotarles de un programa revolucionario. Por
todas estas razones, el PCOE trabaja afanosamente por la unidad de la clase
obrera desde sus órganos más representativos, es decir, los comités de
empresas, pero no para convertir a estos solo en buenos sindicalistas, pues los
trabajadores han de superar el ámbito sindical y económico si quieren acabar
con el sistema que le esclaviza. Los comités han de dirigirse, no a una unidad
sin contenido, todo lo contrario deben elevarse a agentes sepultadores del
sistema con un programa socialista. La ACDT como órgano de poder obrero forma
parte, además, del este Frente Único del Pueblo (FUP), que es la unión de los
órganos de poder del barrio -Asociaciones de Vecinos ( muy distintas en
concepto a las que hoy en día existen), asambleas de estudiantes, de
campesinos, etc -. que conforman el embrión del futuro estado obrero. Este
Frente es un frente de la clase obrera y sus aliados, pero como decimos no es
un “frente de izquierdas” ni un frente de organizaciones o expresiones
organizativas.
Este Frente Único del
Pueblo tiene como misión coexistir durante un determinado período de tiempo con
el estado burgués, existiendo dualidad de poderes, hasta que el estado obrero
(FUP) se imponga mediante la revolución socialista. El estado burgués representa
los intereses de la burguesía, la clase social dominante, y se compone de los
Parlamentos, los Ayuntamientos, las leyes, los jueces, la policía y el
ejército, etc. De lo que se trata es de destruir su sociedad, pero no la
destrucción y el caos porque sí; sino mediante la construcción de la nueva
sociedad socialista como paso previo a la desaparición de la sociedad de
clases.
Sin embargo el
socialdemócrata Castillo no siempre ha sido tan partidario de la unidad, mucho
menos de la unidad de clase y alianzas de clase realizadas fuera de las cúpulas
dirigentes, realizadas fuera del burocratismo. Castillo llegó a participar en
manifestaciones de la ACDT, la cual posteriormente abandonó por divergencias
tácticas. Es decir, se comprueba que lo que este individuo buscaba era la “sopa
de siglas” que le permitiese el control directo. Para él, el sujeto
revolucionario en aquellos tiempos era el Foro Social de Sevilla. Ante el
fracaso de dicho foro, sobre lo que ya advertimos, parece que ahora se anima al
tinglado que viene a sustituirlo, que es el “Bloque Crítico”. Eso sí, sigue
concibiendo la transformación de la sociedad en base a la colaboración de
colectivos, en base a la sopa de siglas, pero ni que le hablen de dotar de
organización a las masas.
Por tanto para el PCOE, y eso nos vale críticas
de estos “sopistas de siglas” tales como sectarios, alejados de la realidad el
trabajo no está en las sopas de siglas sino en conseguir una vinculación real
del Partido con las masas. Como se explica en este análisis, los que están
alejados de la realidad son ellos y la situación actual del proletariado en
Sevilla es el mejor aval para considerar que su estrategia es un fracaso,
metafísica y totalmente antimarxista.
El PCOE, como partido que recupera los
fundamentos del leninismo, tiene como objetivo, y se marca como táctica el
desarrollar células del Partido en la mayor cantidad de fábricas y centros de
trabajo de la ciudad. Esa es la auténtica ligazón con las masas por la que
lucha el PCOE, un trabajo de hormigas, sin reconocimiento mediático ninguno,
pero que es la única fórmula de que una organización vuelva a tener la mínima
influencia entre las masas. Crear células, organización leninista, es la vía al
desarrollo de la conciencia de clase, que a día de hoy está años luz
de aparecer.
Se equivocan aquellos que creen que mediante la
organización espontánea o por la mera agudización de las condiciones de vida de
la clase obrera para lo negativo se producirá un cambio cualitativo en la
conciencia de clase. Sólo el Partido Comunista puede llevar a cabo dicha tarea,
y la lleva a cabo en los centros de trabajo, y fábricas donde se halla el
sujeto revolucionario: la clase obrera. La combinación de lucha económica,
ideológica y política es lo que nos llevará a empezar a sacar a proletarios de
las garras del capitalismo, lo que nos permitirá vencer la hegemonía de la
ideología de la clase dominante, burguesa. Y dicha tarea sólo la podrá llevar a
cabo la célula comunista en su ámbito natural: la fábrica o el centro de
trabajo. Todo aquel que considere innecesaria la existencia de la célula en el
tajo, se equivoca, y la historia pone de manifiesto que es una equivocación
reincidente. Esa es la etapa de desarrollo de la lucha de clases en la que nos
encontramos. Claro que todo ello superando la mera lucha sindical.
Acertado análisis como de costumbre, camaradas!
ResponderEliminar