¿CÓMO DEBE ACTUAR EL COMUNISTA?
En los periodos de
declinación del movimiento obrero, como el presente, los trabajadores observan
conductas inapropiadas a sus intereses de clase, que llaman la atención del
nuevo militante, al menos, le suscita dudas debidas a su desconocimiento
teórico o a su falta de práctica. El marxismo-leninismo, ofrece respuestas, tal
vez, las que no espera el militante, porque las cuestiones están planteadas
como clase y no como individuo, tal como dijera Lenin. Es decir, si queremos
conocer el estado actual de la clase obrera, no debemos fijarnos en tal o cual
obrero, ni en grupos concretos de obreros. Un individuo desconcienciado, según
su estado de ánimo puede adoptar posiciones contradictorias en situaciones
distintas, a veces “revolucionarias”, por tanto engañosas. De lo que se deduce
que nadie debe esperar que el problema de sus relaciones políticas con su
vecino, o con su compañero fulano de tal, vaya a ser resueltas matemáticamente al
término de la lectura de este documento. Sin embargo, es probable que adquiera
conocimientos suficientes para comprender su psicología y tras sucesivas
conversaciones o debates con él obtenga los datos precisos para marcarse una
táctica de convencimiento que le ayude a atraer su atención. Ahora bien, pretender llevar a la clase obrera a la
revolución por medio de charlas individuales o colectivas de grupitos de
obreros (sin desdeñarlas) es aplazar la revolución eternamente.
Previamente, es necesario y fundamental el estudio de
principios elementales del marxismo-leninismo, como es la relación entre bases
económicas y superestructuras, estudiando
y preparando los clásicos del marxismo-leninismo principales así como otras
figuras relevantes(Marx, Engels, Lenin, Stalin, Dimitrov, Hoxha, José Díaz, etc.) para su debate en las células. A la
vez, conviene saber qué es el pensamiento y cómo surge, que también se hallan
en los citados documentos. Y por último, le ayudará bastante entender la
relación que existe entre psicología y conciencia, expuesta como no podía ser
de otro modo en las obras que citamos.
No obstante, conviene
recordar antes de comenzar que la conciencia en el mundo es producto de la materia altamente organizada en movimiento (hombre).
Este principio es válido para la toma de
la conciencia de clase, solo alcanzable como clase, cuando los obreros están en
movimiento.
Puede darse el dato de que al hablar con un compañero de
trabajo una y otra vez, no podamos convencerle y por este motivo desesperemos,
o lo que es peor, le cataloguemos como reaccionario; en cambio, es muy
posible que su comportamiento después de varias asambleas varíe
sustancialmente, en ellas deja de ser individuo para convertirse en clase.
Luego, secundará la huelga, se enfrentará a la patronal que le enseñará los
dientes y si el conflicto se encona pueden hacer acto de presencia las fuerzas
represivas. Si el dirigente es capaz de
utilizar todos estos movimientos extraordinarios para descubrirle las maldades
del Estado y del capitalismo(no quedándose en la mera lucha economicista) que él mismo comprueba en la práctica, es
casi seguro que habremos ganado un compañero para la revolución. Lo que mil
charlas no han conseguido, lo ha logrado el movimiento. De todas formas, las
conversaciones han ido calando en el compañero; aunque éste demuestre lo
contrario. Tal vez, nuestras enseñanzas sin movimiento les son dadas como un
mundo muy lejano y por consiguiente utópico, por lo que se aferra a su realidad
para no verse envuelto en lo que él valora como extrañas y peligrosas aventuras.
Lo que sucede es que con el movimiento
de la sociedad, el mundo teórico que le describíamos se ha tornado en una cruda
realidad, que él ha tenido la ocasión de afrontarla colectivamente con sus
compañeros obteniendo una pequeña victoria. La unidad ya es posible en su cabeza,
el triunfo también y algo más, como es nuevo, su incomprensión le llevará a
las mismas dudas del militante novato y considerará reaccionario a aquellos
compañeros que no han secundado la huelga o no asisten a las asambleas. Todo es un proceso.
EL ASALARIADO, PRODUCTO BURGUÉS
El obrero industrial nace en el sistema de producción
capitalista es su producto genuino, como tal pertenece a este mundo en donde
gobierna la propiedad privada sobre los medios de producción. A una tal forma de propiedad corresponde un
sistema determinado de vida (el burgués). Su ilusión reflejo de la realidad
que vive, es ser un burgués de verdad, ganar dinero y tener todo cuanto
aparentemente puede lograr, pero nunca lo conseguirá y toda su vida estará
guiada por el anhelo de “individualizarse” constituir su empresa y si no puede
por problemas económicos, esperar ese golpe de suerte de un sorteo
multimillonario. ¿En qué otra cosa puede pensar? ¿Qué otro mundo existe para él
si no hay nadie que se lo muestre? Pensemos durante un instante si un bebé es
abandonado en la jungla y algún animal, lo amamanta y consigue crecer. Es
evidente, que solo tendrá de humano su aspecto, pero su pensamiento y conducta
corresponden al ambiente en el que se ha criado. Jugará y se peleará con sus
hermanos de leche, respetará a su madre adoptiva, aguantará estoicamente sus
reprimendas, al igual que hacen sus otros hermanos, cazará al estilo de su
nueva especie, pero él no puede ni siquiera imaginarse que existe otro mundo al
que él debe pertenecer. Tendrá que venir un semejante suyo y después de un
largo período de enseñanza, hablará, pensará de otra forma y podrá iniciar su
vida humana.
Del mismo modo sucede con la conciencia de clase. El obrero
piensa y obra como un trasunto burgués, tendrá que venir otro obrero que se ha
reencontrado con su verdadera naturaleza y con paciente pedagogía lo deberá
adiestrar para arrancarlo de su mundo discordante.
A pesar de que en
términos generales el obrero piensa como un burgués, no es correcto opinar que
el discurrir de todos los obreros es idéntico cien por cien. En la conducta del
individuo, en su forma de cavilar intervienen muchos factores, el primero las
estructuras económicas, como hemos visto, después dependerá del lugar que ocupe
en el proceso de producción, es decir, según a la clase a la que pertenece, al
estrato que ocupa dentro de esta clase, a la educación recibida, al ambiente social
en donde se desenvuelve, al entorno familiar etc. Pues aunque todos estos
elementos son también productos del sistema de producción burgués, no obstante,
intervienen con matices y contradicciones para acentuar o atenuar sus
prejuicios burgueses.
El marxismo explica que mientras las fuerzas productivas
conectan con las relaciones de producción dadas, la sociedad progresa
armónicamente, pero cuando las fuerzas productivas se desarrollan mas allá de
determinados límites, entran en colisión con las relaciones de producción y
maduran las condiciones para la revolución.
Trasplantemos la teoría
a la práctica. La pequeña empresa brota de las entrañas del capitalismo sin
más, el sistema la está reproduciendo constantemente. Pero la pequeña empresa
representa unas fuerzas productivas poco avanzadas, por consiguiente, y
siguiendo la doctrina marxista, no se dan las condiciones para la revolución o
para sustituir la sociedad. ¿Por qué? ¿Qué es lo que se refleja en la mente del
obrero?
Imaginemos un pequeño
taller del metal en el que para fabricar una pieza intervienen una pequeñísima
división del trabajo: un tornero, un fresador y un peón. Es evidente que el
patrón está interesado en que sus tres operarios conozcan perfectamente los
tres tipos de trabajo, pues la ausencia de uno de ellos por enfermedad
ocasionaría un grave trastorno en la producción. Una vez que los tres
trabajadores han adquirido determinado nivel de destreza en cada uno de los
puestos de trabajo existente, llegan a pensar que ellos por separado podrían
dirigir una empresa igual. Jamás se plantearán la revolución porque su patrón
le pague con un salario exiguo. Su realidad objetiva, la que se refleja en su
conciencia, no le proporciona otro tipo de reflexión. Su universo es su pequeña
empresa.
Son miles, millones los
casos de fragmentación de la pequeña empresa porque sus empleados se
independizan y establecen su propia entidad. En Alcalá de Guadaíra, existió una
empresa denominada “HIDRASUR” que es el
fruto de una división anterior, pero a la vez es el origen de sucesivas
divisiones (APHISA, Tubo Rápido, Desarrollo Oleohidráulico, M.A. Componentes, SOINTEG)
En HIDRASUR la empresa primaria tenía
cinco trabajadores.
Como es de suponer y
debido a que en el Estado español hay miles de pequeñas empresas, la gestión
revolucionaria es mucho más dificultosa. No obstante, la nueva configuración
del capitalismo arrastra a un buen porcentaje de estas pequeñas empresas a una
modalidad productiva distinta de la que hemos citado.
La gran empresa
representa ya el desarrollo ulterior del capitalismo y el avance de las fuerzas
productivas. La división del trabajo es
bastante amplia, por lo que en la mente individualizada de un trabajador no se
refleja la posibilidad, ni siquiera remota de poder montar una empresa de esa
índole. Se necesita mucho dinero, una dirección, gestión y control de la
producción que él solo no puede abarcar. Y mientras que en la pequeña, el
patrón no necesita ninguna titulación, pues su destreza la adquirió con la
práctica y además él suele formar parte como un
trabajador más en el proceso productivo, en las grandes empresas se
necesitan ya especialistas y profesionales provenientes de las universidades.
El patrón no tiene cabida en el proceso de producción, más que como director (a
veces como titulo honorífico o formalista, mas que práctico) o accionista.
Resulta obvio, que el carácter burgués del trabajador de estas
empresas pierde fuerzas con respecto al de la pequeña empresa. Su pensamiento
burgués engendrado desde su nacimiento por vivir en la sociedad capitalista
entra en contradicción con la realidad que le circunda en su universo-trabajo.
Pero hay que descubrirle esa realidad.
Los trabajadores de la
gran empresa están más propensos a acceder a la conciencia de clase, pero tendrá que ser en movimiento. La
discusión del convenio colectivo, una huelga, descubren que incluso los
interlocutores de la empresa, son meros trabajadores con determinada
cualificación, el patrón no aparece. La explotación aflora más clara, pero
también es mayor la posibilidad de un cambio de sociedad. Los trabajadores
saben, si lo piensan que de no existir el patrón, la plantilla es capaz de
salir hacia delante. Los comerciales, economistas, abogados, administrativos,
técnicos, obreros profesionales y obreros no cualificados, son todos
trabajadores a sueldos. Pero repetimos, tiene que estar el Partido que le
descubra todas sus posibilidades, superando la mera lucha económica, dando la
batalla en el terreno de la ideología y la lucha política.
Hace unos años estas
empresas se las consideraba grande por el volumen de sus plantillas, cientos o
miles de trabajadores las cubrían. En la actualidad no es necesario, pues la
tecnología que forma parte de las fuerzas productivas, está muy desarrollada.
Centros de trabajo con 50 ó 100 trabajadores pueden hoy desarrollar muchas mas
cantidad de productos que antiguamente miles de operarios.
Por otro lado, un número
considerable de pequeñas empresas se han convertido en contratas, subcontratas
o auxiliares, de esta manera su supervivencia está supeditada a la gran
empresa. En este caso, las posibilidades de que un trabajador se independice
para constituir una sociedad de está índole es mucho menor, ya no depende de sí
mismo. Esta circunstancia también se refleja en su conciencia.
Con nuestra exposición hasta ahora, queremos demostrar que
el obrero, imbuido en la sociedad que le ha tocado vivir, se encuentra atrapado
por el modo de vida burgués. Pero constatamos que dependiendo del lugar que
ocupa en el proceso de producción, la influencia burguesa es mayor o menor, sin
que de ningún modo por el hecho de ocupar un puesto de asalariado, por su mente
pase la necesidad de transformar la sociedad por influencia directa de la
posición que ocupa.
EL
OPORTUNISMO DE DERECHA
Con el término genérico de oportunismo de
derecha se conoce al reformismo de derecha dentro del movimiento obrero,
corriente desviacionista, que constituye junto con la propaganda burguesa los
elementos más dinámicos en la malformación de la conciencia política de los
trabajadores. Es decir, a la influencia natural de la vida burguesa hay que
añadir el trabajo de zapa del oportunismo, que consiste en mantener a los
trabajadores bajo el dominio de la ideología capitalista. Por consiguiente, el
obrero, sin recibir aún un mínimo aliento de clase, es atacado por todos los
flancos posibles con nociones y propuestas contrarias a su interés de clase.
Durante años, antes de encontrarse con un leninista su mente es golpeada sin
escrúpulos por sus enemigos durante las 24 horas del día. Esta circunstancia
importantísima debe presidir nuestra memoria cuando entablamos conversación con
un compañero y especialmente en el momento de juzgarlo.
Históricamente el oportunismo nace como
consecuencia del desarrollo pacifico (relativamente) del capitalismo después
del 1871. La burguesía apoyándose en su expansión económica y en el dominio de
las colonias, crea en el seno de la clase obrera grupos privilegiados
económicamente conocidos como “aristocracia obrera” con vistas a conseguir dos
objetivos muy importantes para ella: 1.- La división de los trabajadores. 2.
conseguir la paz social en la retaguardia y así lanzarse en las mejores
condiciones a las conquistas de nuevas áreas de influencias.
Otro elemento perturbador de la conciencia
obrera fue la proletarización de la pequeña burguesía. El desarrollo del
capitalismo hacia su forma monopolista produjo la ruina en masas de la pequeña
burguesía que tuvo que proletarizarse y trabajar en centros de trabajo ajenos como
obreros, pero manteniendo su pensamiento burgués, pues su ilusión consistía en
recuperar su pasado (hacerse empresario de nuevo). En este sentido introducía
su ideología en el seno del movimiento obrero: el socialismo pequeño burgués.
Los ideólogos marxistas con la nueva
fisonomía de la clase obrera y su complicado pensamiento en sus manos, lo
tradujeron erróneamente y se adentraron en el terreno de la revisión de los
análisis y sus conclusiones, consiguiendo la desviación del movimiento obrero.
En la actualidad, aristocracia obrera y
proletarización de la pequeña burguesía continúan, aún con mayor número y
fuerza contribuyendo a divulgar la ideología capitalista en la clase obrera.
La aristocracia obrera se materializa en las direcciones de las centrales
sindicales y en elementos pertenecientes a los comités de empresas,
patrocinados directa o indirectamente por los empresarios y otros grupos de
obreros “mejor pagados” que frenan o interceptan la posibilidad de conflictos
en las fábricas. Por su parte, la proletarización de la pequeña burguesía es
muy constante, según fuentes oficiales, la media de vida de la pequeña empresa en
nuestro país es de cinco años.
El oportunismo de derecha es una de las
corrientes antimarxistas más peligrosa. La historia nos demuestra que es
impensable reconducir el movimiento obrero por el camino de la conciencia, sin
antes vencer al oportunismo. Desde tiempos de Lenin y como esencia leninista
los partidos revolucionarios llevan a cabo una sistemática denuncia del
oportunismo desde el interior de la clase obrera. Es decir, o se combate al
oportunismo, o se está al lado de él, de la burguesía, no existe ningún camino
de por medio.
EL
MILITANTE COMUNISTA
No
existe un código de conducta que recoja cada instante de la vida de un
militante comunista, menos aún para consultar la solución de los problemas que
se le presenta diariamente, pero sabedor de la psicología obrera y preparado en
cuestiones elementales, como son el manejo de la plusvalía, las falsas
relaciones entre inflación y desempleo, entre salario e inflación tendremos
mucho terreno ganado. No hay que olvidar
que el obrero normal, con el perdón del símil, es un “papagayo” que repite las
mismas teorías que su patrón, incluso con sus mismas palabras, que son
difundidas muy frecuentemente por los medios de comunicación.
Pongamos un ejemplo en base a la lucha
económica, que no crea por sí la conciencia de clase pero que sin embargo es
necesaria. Tomemos por ejemplo las discusiones de los convenios colectivos,
los representantes de la empresa suelen utilizar las mismas sentencias,
aquellas que los reformistas necesitan para justificar su traición y con las
que pueden convencer a los trabajadores en una asamblea. Por ejemplo; a una
petición de subida salarial, la empresa opone aquello de que si suben los
salarios, más de lo que ellos están dispuestos a dar, encarecerá el producto y
consiguientemente estará en desventaja en el mercado que resulta muy
competitivo y en este caso perderá clientes. Al final se concluye que la
empresa puede cerrar y la culpa es del trabajador.
Si el comunista está en la mesa
deliberadora y conoce la relación entre el salario y la inflación, debe
exponerla con suma claridad, cortará el argumento de la empresa y la obligará a
imponer su criterio por las bravas, pero no con razonamientos. No es lo
mismo transmitir en la asamblea que el patrón no sube el salario porque no le
da la gana, que decir, porque pierde competitividad por encarecer el producto,
que es una teoría que cala en la mayoría de los trabajadores por ignorancia y
porque es lo que escucha normalmente y que lógicamente utiliza el reformista
para ir convenciendo a la asamblea.
Si el comunista no está en el comité y los
reformistas exponen la teoría de la empresa en la asamblea sin dar respuesta
contraria y sin explicar el engaño a los trabadores con el propósito de que
estos vayan rebajando sus peticiones, entonces pedirá la palabra y la explicará
él desenmascarando a la empresa y a los reformistas por callar ante el engaño.
A
continuación exponemos lo que dice el partido al respecto en su tesis
programática; aunque es un poco largo, es necesario para alcanzar el objetivo
de este documento:
“La teoría que explica la
inflación como consecuencia directa del aumento de los salarios (es decir, que
el incremento de éstos es la causa del alza de los precios y, por lo tanto,
nadie se beneficia de ello, pues en fin de cuentas hace descender el nivel de
vida del pueblo trabajador) es un truco de ideólogos burgueses y reformistas.
Este truco
persigue, de un lado, convencer a los obreros de que han de ser “moderados” en
sus reivindicaciones y deben aceptar resignadamente una política de rentas que
congela sus salarios e impone el pacto social con los empresarios para hacer
frente a la inflación; de otro lado, movilizar contra los obreros las llamadas
clases medias, a la pequeña y media burguesía, a las “clases pasivas”, a los
pequeños rentistas, etc. para sembrar la confusión y la división entre las
masas populares frente a su enemigo principal.: el capital monopolista,
verdadero generador de la inflación.
Conviene
recordar a este respecto que la
afirmación de que el aumento de salarios lleva consigo el alza de los precios
–y por consiguiente, liquida automáticamente aquella mejora- tiene una historia
tan antigua como la lucha organizada de los obreros por sus reivindicaciones
inmediatas.
Carlos Marx
denunció ya en su tiempo la falsedad de tal afirmación, esgrimiendo la teoría
del valor. Mostró inequívocamente que el
aumento del salario lleva a una redistribución del valor entre el capitalista y
el obrero, o sea, a un aumento de la parte correspondiente al obrero y a una
disminución de la correspondiente al capitalista. Como se sabe, el valor de la
fuerza de trabajo es siempre inferior al nuevo valor creado por el trabajo del
obrero. El capitalista paga como salario solo una parte de la jornada laboral
–el tiempo de trabajo necesario- y se apropia la mayor parte del fruto del
trabajo del obrero.
De ahí que la
inflación no sea la resultante del incremento de los salarios, sino
consecuencia de la depreciación del dinero al acrecentarse la masa monetaria.
Es del dominio público que si el crecimiento de la masa monetaria compensa el
aumento del producto Nacional Bruto (PNB), tal incremento no es inflacionario.
Eso es lo que determina el valor real del dinero.
Los salarios y
los precios son independientes, aunque es cierto que existe un determinado
grado de dependencia entre ellos; por ejemplo, las alteraciones de los precios
influyen en el valor de las mercancías que adquieren los trabajadores y, por
tanto, cambia la expresión en dinero de la fuerza de trabajo, incluso cuando el
valor real sigue siendo el mismo. En consecuencia, si existe entre ambos una
dependencia, son los precios justamente los que influyen en los salarios, y no
a la inversa.
Esta es la razón
de la escala móvil de salarios y de las oscilaciones del mínimo vital y de las
tarifas salariales en dependencia de la progresión constante de los precios;
pero, incluso, si la cláusula de la escala móvil de salarios se establece en
todo contrato de trabajo o convenio colectivo, los salarios irán siempre, de
manera inevitable, en retraso respecto a los cambios que se produzcan en el
ritmo de crecimiento de los precios, retraso que en la mayoría de los casos
puede llegar a varios meses y hasta un año, es decir, mientras dura la
negociación entre obreros y patronos.”
La teoría del valor y la de la
plusvalía nos salvarán de casi todas las situaciones individuales y colectivas.
Por ejemplo, cuando un obrero extraviado nos responde que el capitalista
también trabaja, naturalmente puede referirse a la pequeña empresa, es
conveniente decirle que es justo que se lleve un salario, incluso es posible
que mayor que el del trabajador según su labor, pero nunca puede llevarse la
plusvalía que pertenece al trabajador. Por tanto morirá como empresario. En
este momento se le explica de manera sencilla la plusvalía y el compañero
quedará, sin duda, complacido.
La preparación es la numero uno de las
necesidades del comunista. No hace falta ser Lenin, solo manejar lo básico
y obtendremos ventajas sobre todos los trabajadores, que jamás han escuchado
nuestras teorías, como explicamos al principio del documento.
Otra cuestión muy importante, es que el
trabajador a pesar de rechazar (de boca) a los políticos, en el fondo considera
que estos saben más que nadie en economía y política. Por ejemplo, la tesis
que manejó en la anterior legislatura el Presidente de la Junta de Andalucía
para justificar las subvenciones a los Patronos en esta época de crisis, fue la
siguiente: “Lo publico se sostiene fundamentalmente del sector privado, gracias a
ello, se pueden construir escuelas, ambulatorios, carreteras, etc. Es lógico
que en la situación actual en el que existe superávit en lo público ayudemos al
sector privado para que se rehaga y de resultas puedan contratar a trabajadores
y todos saldremos beneficiados”
El
hecho es bien sencillo, un trabajador sabe que el patrón “abona” Seguridad
Social por tenerlo empleado y su cuota por beneficios “a fondo perdido”,
mientras que él lo que paga se lo lleva
bien a través del desempleo o durante su jubilación ¿Qué puede decir un
trabajador al respecto? Lógicamente que es verdad, que si se le da dinero a las
empresas privadas éstas estarán en condiciones de contratar a más trabajadores.
Y por otra vertiente, puede ver que es justo, que las pensiones han de ser
reformadas puesto que hay mas viejos que jóvenes y estos no podrán soportar
tanta carga.
El comunista tiene que provocar el
debate,
aquí vale lo particular y lo colectivo, para demostrar a través de la teoría de
la plusvalía que todo es falso, así
demostrará su sabiduría y aunque sus interlocutores no le den la razón, esa
conversación saldrá más a menudo, señal inequívoca de que les ha dado que
meditar. Repetimos que será la primera vez que los compañeros escucharán una
refutación como la nuestra. Pero no
debemos hablar como profesores pedantes que tratan al de enfrente como un
alumno ignorante, sino con el máximo calor, como obrero mosqueado por la
injusticia y exponiendo ejemplos y situaciones extremas, para demostrar que
sentimos lo que afirmamos.
Habrá
que decirle, que todo el dinero es producido por el mismo método, por el
trabajo del obrero, no solo la parte que éste paga al Estado, sino también la
que corresponde al patrón, además de que
en procesos anteriores le ha pagado al patrón sus máquinas, sus naves, es
decir, todo lo que es dinero. Por tanto
el Producto Interior Bruto es el conjunto de todas las plusvalías generada por
el obrero, después, se reparte con distintos nombres. Una parte irá a parar
a la Corona ,
otra a los ministerios, a las fuerzas armadas, a las distintas policías, a los
jueces, a todos los funcionarios, partidos políticos, parlamentarios, a los
subvenciones de las empresas, a la iglesia, es decir a todo el mundo, y una
parte para la seguridad social del propio obrero ¿Cómo entonces puede
cuestionarse solo la seguridad social de los obreros? ¿Acaso hay pocos obreros
jóvenes para mantener a los jubilados, pero suficientes para mantener a todos
los ociosos? Es decir sobre las espaldas del trabajado caerá todo el soporte de
los supersueldos de los parásitos y estos se mantendrán a toda costa; en
cambio, el obrero tendrá que trabajar más si quiere tener una mala vejez. Mayor
desvergüenza imposible. Estamos seguros que explicándoselo bien a los
compañeros estos lo entenderán y se enrabiarán.
La cuestión es que el comunista debe hablar
con seguridad y siempre a la ofensiva, pues tiene por fortuna, y por la
criminalidad del sistema todos los argumentos a su favor, cualesquiera que sean
las discusiones, individuales o colectivas.
En
la individual, es muy probable que nuestro interlocutor para “salirse con la
suya”, o bien, por simple influencia de la propaganda burguesa, cuando le
hablemos intentará tirar por la tangente, hablando mal de Cuba, de tal o cual
cosa que allí sucede, o de la “dictadura” soviética, de que el comunismo
produjo 100 millones de muertos(cifra acientífica y delirante dada por el
inefable Stephane Courtuois en su libelo, cuya cifra se repita como mantra y
aumenta a medida que se desarrolla la crisis capitalista) etc. Es su manera de
demostrarnos que estamos equivocados o mal informados y además es la forma de
zafarse de cualquier compromiso. En este caso, es bien sencillo devolverle la
pelota. El comunista debe conocer muchos
datos que afectan a los trabajadores. Y aquél que mejor crea puede hacer
reflexionar al compañero porque le afecte directamente, nos servirá. Se le
pregunta si sabe que en nuestro país se da tal situación (se le da el dato
inapelable y cruel) el dirá que no, entonces ya estará en nuestras en manos,
porque lo inmediato es decirle que ¿cómo es posible que conozca lo que sucede
en países que están a miles de kilómetros de distancia y no sepa lo que le
ocurre a su vecino? ¿Por qué de lo ajeno nos dan explicaciones pormenorizadas y
de lo propio casi lo ignoran o nos mienten? Es evidente –le diremos- que eres
un objeto en manos de los que te explotan que son los mismos que te informan de
lo de Cuba y te desinforman o te ocultan lo que ocurre aquí. Si te mienten en
lo de aquí, lo más probable es que te mientan sobre lo lejos, para que tu no
aspires a los cambios que allí se operan.
Aunque
los ejemplos no deben tomarse al pie de la letra pueden, sin embargo, darnos la
idea de que el fallo no está en los compañeros por su ignorancia sino en
nosotros por no saberlos traer a nuestro terreno. Resulta paradójico,
inconcebible que un trabajador ignorante, influenciado por la burguesía nos
gane una discusión, sabiendo nosotros que no lleva la razón.
LOS
COMUNISTAS EN LOS CENTROS DE TRABAJO
La mejor arma que atesora un comunista es
su seguridad sobre sí mismo, cualidad que le concede total libertad de acción.
Lo primero que debe hacer el militante es ejercitarse mentalmente y pensar que
los dirigentes de nuestro lugar de trabajo son compañeros equivocados por todo
lo que hemos expuesto anteriormente. Su influencia sobre los demás compañeros
es total y les conducen por el camino que le marca la burguesía y los
reformistas. El comunista sabe más que
ellos y está dispuesto a demostrárselo en cualquier lugar, en reuniones,
asambleas, etc. Si adquiere esta mentalidad lo tiene todo más fácil, comienza
con un 70% de posibilidades de triunfar y debe buscar la confrontación pública
con ellos. Pues debe pensar que rebatirlo en una asamblea, obtendrá mucho mayor
éxito de cara a los trabajadores que a través de cientos de charlas
particulares. Los trabajadores no quieren parlanchines de salón (que es en lo
que nos convertiremos, si solo nos dedicamos a debates particulares) sino
dirigentes osados, capaces de defenderlos públicamente.
El
comunista tiene la obligación de buscar la asamblea por todos los medios,
pedírsela al comité (tanto si él es miembro del mismo como si no) si el comité
no la concede, puede y debe informar a los trabajadores por medio de un boletín
o de octavillas (la propaganda tiene que ser constante) argumentando que el
Comité se niega porque obra con la mentira y no quiere que se le descubra, es
decir, el comunista tiene que ser bolchevique, o no es nada.
¿Cómo
triunfa un comunista en las Asambleas? Sabemos que los reformistas, la patronal
y el ambiente que se respira son hostiles para que a los trabajadores se les
hable de política, pero si no se les habla de política, nunca adquirirán
conciencia. En este supuesto pasaremos a la ofensiva.
Cuando
el comité reformista postule en la
Asamblea , el comunista lo denunciará por hablar de política,
pero de política antiobrera y demostrará
que es la política que conviene al empresario y le opondrá en el discurso su
posición comunista al respecto. No esperará a hablar primero y que ellos le
tachen de político, con lo cual pretenden evitar la reflexión de la asamblea.
Siempre iremos a la ofensiva, es la mejor manera de ganar.
Hay camaradas que se preguntan,
cuándo hay que hablar en términos sindicales, ideológicos o políticos. El
militante comunista tiene un solo discurso y las tres entidades están
interrelacionadas.
Debemos pedir por un lado la unidad sindical
en una sola Central, de clase y vinculada a la FSM(Federación Sindical Mundial)
pero además pedimos la unidad de los trabajadores con las asociaciones de
vecinos, las organizaciones estudiantiles y profesionales, propugnando la unión
de los comités y delegados( que ya existen, y no los crea el Partido
artificialmente) en las ACDT, que
superan el ámbito sindical y exigimos medidas transformadoras para cambiar el sistema (ideología y
política)
Los comunistas tenemos siempre el
mismo discurso y no lo tenemos que variar dependiendo si estamos en el
sindicato o en una asamblea de centro de trabajo, es siempre el mismo y en
torno a tres ejes: ideológico, político y económico.
¿Acaso no es el sindicato la escuela
de comunistas? ¿No es bueno que en la Asamblea de un centro de trabajo, denunciemos a
los trabajadores la política del gobierno respecto de la crisis, en el sentido
de que subvenciona a las empresas culpables de la misma, con el dinero que
nosotros generamos y se está cuestionando nuestra jubilación? ¿Qué es esto
sindical o político? ¿Es malo acaso, decir en la misma asamblea, que nuestro
comité debe estar en la ACDT ,
en donde se reunirá con otros comités y organizaciones populares para luchar
contra éste y otros problemas? O ¿Acaso es perjudicial para el comunista y para
los trabajadores, decir en una asamblea de Trabajadores que el paro que nos
acecha también a nosotros, es como consecuencia de que nuestras tierras,
fábricas, minas y campos están en manos privadas que miran por su egoísmo y que
si hacemos uso de esas nuestras riquezas de manera racional, creando empresas
en relación con las materias primas que en ellas se producen no habría paro?
¿Puede un comunista callar, y no decir lo que exponemos arriba, cuando el
reformismo y la empresa frenan nuestras reivindicaciones sindicales por culpa
de la existencia del paro? ¿Entonces, como creamos conciencia? ¿Es perjudicial
que algún trabajador diga que el que habla así es comunista?
Que
en el sindicato, que en los barrios y que en nuestro lugar del trabajo, nos
conozcan como comunistas, no es un hándicap, es buenísimo y ese debe ser la
meta que debemos desarrollar. Pero, lo que no puede jamás el militante
comunista, que es eso antes que nada, un militante comunista, es ocultarse ni
prescindir de su militancia. Hay que considerar que la lucha se libra entre
reformistas, empresarios y gobiernos, por anular al partido leninista. Esa es
la razón para que inculquen entre los trabajadores que la política es tabú, con
el propósito de no dar pie a que los leninistas puedan tener acceso a la clase
obrera y nosotros estamos obligados a romper con dicho impedimento. El patrón
hablará siempre como un patrón, con política burguesa, el reformista hablará
siempre como un reformista, con política burguesa, ¿Por qué razón, entonces,
debemos nosotros los que portamos la verdad y la justicia, ocultarnos? Esto
significaría contribuir con nuestros enemigos en la despolitización de los
obreros, osea, en malformar su conciencia dejando que la ideología burguesa les
aprisione
En
resumida cuenta, al burgués y al reformismo se le contrarresta con arrojo comunista.
Nuestros camaradas en su centro de trabajo deben arrinconar a los comités
exigiéndoles una y otra vez que se unan en torno a la ACDT, que reciban a la
comisión de ésta y a la par, informar a los trabajadores de qué es la ACDT y de
la necesidad de que su comité se adhiera, pidiéndole a sus compañeros que se lo
exijan al comité.
El
gobierno, la patronal y el reformismo cuando quieren algo, lo buscan y lo
exigen, ¿por qué nosotros llevando razón no actuamos igual, si esa ha sido la
manera de conducirse de los auténticos comunistas? No basta con tener una
política y unas tácticas justas, si no la defendemos como comunistas.
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