Es hora de hacer un
pequeño paréntesis reflexivo y recordar a tantos camaradas, que
asqueados por las traiciones de los dirigentes renunciaron al marxismo, y
especialmente, a quienes sintieron desvanecer su confianza en la
ideología obrera, tras la caida de la URSS y del campo del socialismo.
Fueron algunos, camaradas intrépidos, fértiles en su entrega, víctimas
de la represión burguesa, pues mientras los reformistas convivían
plácidamente con los enemigos de la clase obrera al calor de un falso
bienestar “conseguido”, ellos fueron expulsados de los sindicatos y
despedidos de sus empresas. Fueron también, otros camaradas, limitados
para una actividad total, y que a pesar de sus circunstancias, pusieron
lo mejor de lo que tenían a disposición de su partido y de la causa
obrera. Camaradas todos, que lamentablemente hoy, se hallan recluídos en
sus hogares sin querer saber nada, pero llenos de inquietudes
reprimidas.
Nadie puede discutir que
fueron momentos delicados para la conciencia revolucionaria. El
imperialismo, animado por su victoriosa posición, redobló sus esfuerzos y
se armó de argumentos con la presunción de asestar el golpe mortal al
marxismo. Entonces aparecieron miles de libros, ensayos, más toda clase
de artículos para demostrar que con la caída de la URSS, el marxismo
había fracasado. Los circulos propagandísticos burgueses extendieron sus
tentáculos atrapando con ellos a una pléyade de profesionales de la
información, a la par que conquistaban las conciencias mal nutridas de
falsos actualizadores de la revolución socialista, que hicieron suyas
propuestas que reflejaban las influencias de la propaganda imperialista.
Bajo sus efectos surgieron formas de organizaciones desvinculadas del
movimiento obrero y comunista, pequeñísimas fracciones de la sociedad,
desclasadas y sin ideología, que los supersabios, léase intelectuales
prostituidos, elevaron a la categoria de sujeto revolucionario, negando a
la clase obrera su misión histórica. Todo estaba concebido para
infundir entre los trabajadores el desaliento y la malformación de su
conciencia de clase.
Con estos parámetros bien
delineados, que se mostraban realistas e infranqueables, los sumisos
sindicatos, los políticos traidores de la mal denominada
“izquierda”parlamentaria, juntos con los capitalistas, lograron crear un
ambiente hostil a todo cuanto era y representaba la ideología marxista.
Pese a ello, el marxismo como ciencia que es, permaneció incólume, a
sabiendas de que las mentiras tienen las patas muy cortas. Los análisis
de Marx, Engels, Lenin y Stalin, que habían permanecido ocultos por la
confabulación antiobrera, brotaron de nuevos impetuosos, estimulados por
una crisis, tan honda y perversa, que por sí misma se encargó de
restaurar la credibilidad de la filosofía marxista, la única capaz de
señalar con matemática precisión la causa de la crisis y sus
consecuencias.
Gracias al marxismo, hoy
podemos mirar con optimismo el pasado. Las experiencias de la URSS y del
campo del socialismo ya no son motivos para el desaliento, por el
contrario, sus éxitos y sus errores constituyen un maravilloso acicate
para retomar el camino revolucionario con la lección bien aprendida, a
la vez que nos coloca en la mejor situación para conjugar el pasado con
el presente y así construir el futuro que será labrado no sin escollos,
pero con la certeza de que ya nunca más incurriremos en fallos que
pongan en peligro la integridad de la nueva sociedad.
Ningún partido, ningún
colectivo fraccional promocionados por la propaganda y el dinero
imperialista, ninguna organización espontánea e indisciplinada, ninguna
teoría parida artificialmente, ha demostrado, desde la desaparición de
la URSS, tener capacidad para afrontar el reto del devenir que pasa por
encima de los deseos de los enemigos de la clase obrera. Todos ellos
han quedado como son: COMO UNOS TRAIDORES INDESEABLES.
Hoy podemos asegurar que,
si el capitalismo europeo, especialmente el español, impone su ley, es
como consecuencia de que no existe aún un Partido Comunista con la
suficiente fuerza para cambiar el rumbo de los acontecimientos, debido a
todo lo que venimos exponiendo. Ellos lo hicieron bien hasta cierto
punto, pues sabían que más temprano que tarde, sus falsedades quedarían
al descubierto, y el marxismo volvería a imponerse, pues no ha habido
ninguna teoría, excepto la marxista, capaz de explicar el
desenvolvimiento de la producción burguesa y sus consecuencias; pero
para ese momento esperaban, como así ha sucedido, tener a los
trabajadores aprisionados por el terror de los empresarios y bajo las
férula del reformismo.
Para sacar a la clase
obrera del oscurantismo, para encarar las nuevas batallas, es preciso
reunir todas las fuerzas sanas, entre ellas a vosotros camaradas de
ayer, que fuisteis parte y base de este presente y del futuro que
aspiramos. Vuestro Partido, EL PCOE, os acogerá en aras de fortalecer el
arma que reclama la clase obrera para recobrar su aliento, su razón de
ser, y marchar juntos con la firmeza y el calor que nos avienta el
marxismo-leninismo.
POR LA REVOLUCIÓN SOCIALISTA
FORTALEZCAMOS EL PARTIDO COMUNISTA OBRERO ESPAÑOL (PCOE)
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