Emilio
Pizocaro, periodista y últimamente prolífero autor de escritos
mesiánicos, acaba de publicar en Rebelión un nuevo alegato en favor de
la revolución democrática, que titula “¿Que está haciendo la izquierda
mientras la derecha prepara el cambio cosmético del régimen?”. En él nos
alerta, una vez más, sobre la trama que el poder económico del régimen
está urdiendo con el objetivo de dar un lavado de cara al sistema
político, que tiene por misión restituir la credibilidad del
capitalismo, muy deteriorada por la corrupción generalizada.
Pizocaro
nos tiene acostumbrado en sus artículos a contradicciones e
incomprensiones, producto de una debilidad ideológica manifiesta, por
tanto, de no comprender la psicología de las masas. Al tiempo que
recuerda con qué facilidad se aprovecha el imperialismo de las
rebeliones árabes, propugna prestar atención a movimientos como el 15M,
El Constituyente, -al que pertenece-, El SAT, el 25-S etc. Con lo cual
su pronunciamiento sobre la capacidad del imperialismo para irrumpir y
distorsionar los movimientos “revolucionarios” pasa a mejor vida, a ser
una simple anécdota sin consecuencia alguna y sin que merezca una
reflexión en linea a escudriñar en las causas de las debilidades de
estas rebeliones. Es evidente, que el imperialismo maneja los
movimientos, porque estos carecen de ideología de clase, de estructuras
orgánicas disciplinadas y cuyos objetivos no están definidos o no se
proponen romper con el capitalismo. Los imperialistas solo tienen que
infiltrarse, hurgar en sus carencias, en este caso, en la religión, a la
par que modifican su lenguaje para dirigir esa rebelión desnortada.
No
podemos olvidar, de ninguna de las maneras, que lo que pretende es
“regenerar” y no cambiar el sistema, para ello, aplaude cuanto dice el
filósofo Juan Ramón Capella; “No
sólo hay que jubilar o poner a la sombra al personal político incapaz
que ha venido gobernando el sistema: hay que abrir paso a gentes nuevas
no infectadas por la corrupción. Hay que ingeniar un sistema político
que quede en manos del pueblo. Que éste pueda controlar y que cuente con
mecanismos sólidos de exigencia de responsabilidades”.
A nuestro Mesías, le
importa más bien poco la existencia del burgués que roba la plusvalía al
trabajador, lo que persigue es que los políticos que legalizan tal
corrupción, sean políticos como mandan los “canones” y no unos
corruptos que roban al pueblo o que miran hacia otro lado cuando el PP
impone reformas y recortes antipopulares. No, no se trata de una
revolución socialista: “No hay soluciones de parche a la crisis del
sistema, se requieren soluciones de fondo y esta solucion se llama
proceso constituyente, o si queréis, mas claro aún, el horizonte que
debemos proponer a los colectivos ciudadanos es una revolución
democrática QUE REGENERE TODOS LOS PODERES, TANTO ECONÓMICOS, POLÍTICOS
COMO SOCIALES”. - Emilio Pizocaro, “Después del 29 de Marzo ¿Qué?”
El análisis que hace de la
izquierda parlamentaria es acertado, al menos en el último articulo,
porque en anteriores incluso sugiere a ésta un cambio “profundo”, por lo
que al final no está demasiado claro si en su pensamiento aún le ofrece
cierto margen de recuperación. Pero, suponiendo que su crítica se
radicalice y concluya con la imposibilidad de la regeneración de los
PSOE e IU., si lo hace es porque en su opinión la actualización de las
formas de luchas y de los objetivos, consiste en rendir culto a la
espontaneidad, a la autoorganización horizontal, a la revolución desde
la base etc, que constituyen las fuerzas motrices de las revoluciones
del siglo XXI, las cuales niegan a la clase obrera su carácter de sujeto
revolucionario, para otorgárselo a una masa amorfa.
Decía en“¿Necesitamos
una política para una revolución democrática?” -La verdadera refundación
de la izquierda está en la persistencia de las movilizaciones populares
que se auto-organizan al margen de los aparatos políticos . Lo más
probable es que tras estas movilizaciones germine una política de
rebelión popular que logre articular un proyecto de revolución
democrática y social-
Al examinar la historia,
nos damos cuenta que no hay nada de novedoso ni de revolucionario en sus
propuestas. Siguiendo la moda actual, implantada por el pensamiento
metafísico burgués, él atribuye al magnetismo del siglo XXI las
innovaciones en la lucha social. Así, hace mas de un siglo Anton
Pannekoek libraba sus batallas teóricas por imponer en el ambiente
revolucionario su organización horizontal. El lejano soviet como la
cercana CC.OO, uno a nivel popular y la otra en el seno de las clases
trabajadoras, en sus inicios, se dotaron de formas de organizaciones
autóctonas. Pero, hasta el día de la hoy la historia ha estado sujeta a
las leyes de la dialéctica. El salto cualitativo de un régimen de
producción a otro, se produce por la lucha de contrarios antagónicos, es
decir, entre clases sociales que se repelen, como es la clase burguesa y
la clase obrera. El alumbramiento de un nuevo sistema lo tiene que
protagonizar la clase que niega a la que está en el poder, por
consiguiente, la lucha de base se encuentra en los centros de trabajo a
la que se ha de unir los movimientos populares y no lo contrario. Hoy
como mañana, la producción de los bienes materiales correrán a cargo de
los trabajadores. dificilmente podemos imaginar una sociedad nueva en la
que los trabajadores tendrán el deber de producir, y sin embargo; los
dirigentes de esa sociedad seran masas amorfas, desclasadas, que
desdeñan las organizaciones que se dan los trabajadores.
El
problema es que Emilio Pizocaro no se pronuncia a favor de la lucha de
clases, probablemente piense que es un concepto trasnochado. Aún así, no
nos explica cuales son las razones por las que la clase obrera ha
dejado de ser el sujeto revolucionario y cuándo y cómo entregó el
testigo a no se sabe quienes.
Pero ¿contra quién o
quiénes nos propone que luchemos? En definitiva, contra la corrupción.
Más ésta no se produce porque el hombre la lleve en sus genes, o por la
existencia de partidos, o es debido al sistema político, la causa de la
corrupción es el capitalismo, que basado en la propiedad privada sobre
los medios de producción, genera desigualdades, avaricias, abusos, todas
ellas manifestaciones de la CORRUPCIÓN con mayúsculas: el modo de
producción burgués basado en la explotación de los trabajadores. Es un
error y gravísimo luchar contra el efecto -la corrupción- y dejar
intacta la causa, el sistema de producción. Algo que a la postre
redundará en beneficio de la burguesía y entorpecerá el verdadero
proceso revolucionario.
En efecto, no hay solución
a ninguno de los problemas que plantea Pizocaro, si no se va contra las
estructuras económicas capitalistas y se le opone su negación: el
socialismo, de lo contrario, cualquier lavado de cara, no servirá para
detener los nuevos brotes de corrupción que serán cada vez mas
horrendos.
La crisis actual está
sirviendo de rampa de lanzamiento a las empresas imperialistas
españolas, capacitándolas para dirimir sus diferencias contra el avance
de los países que componen el BRIC. La Reforma Laboral, permite al gran
capital español obtener el producto barato y la capitalización necesaria
para mantener mercados internacionales en peligro de perder e invadir
otros nuevos. Es una lucha interimperialista, a la que no son
indiferentes los pueblos de los paises imperialistas como el español.
También la crisis facilita
a los ejércitos imperiales desarrollar sus capacidades militares por
medio de guerras de rapiñas, que les obliga a incrementar sus mortíferos
y criminales arsenales. Así como perfeccionar los métodos represivos de
las policias. La Reforma Laboral, pone al descubierto la corrupción de
la judicatura: despidos, desahucios... Las instituciones, mas que nunca
exteriorizan su propensión clasista, hasta la corrupción más repugnante:
Parlamento, ayuntantamientos...
¿A una organización de
este calibre, disciplinada, capaz de utilizar la cárcel y el crimen
masivo sin ningún tipo de remordimiento, pretende Pizocaro oponer
resistencia y vencerlas, con la organización horizontal? Recordemos que
el 15M, la supuesta organización horizontal, mas “original” de la
historia del movimiento popular de nuestro país, supuso en la práctica
la consagración de una nueva forma de hacer, mezcla de anarquía y
burocracia. Las asambleas del 15M en muchos lugares del país, no eran
democráticas, curiosamente tenían un programa antes de nacer y todas las
propuestas que superaban ese programa, después de tener que plantear
una gran batalla con aquellos que introducían el programa concebido y
redactado por una dirección oculta, ajena a las asambleas, eran
boicoteadas, se perdían en el camino entre las llamadas asambleas de
base y las “asambleas” centrales. Y es que la horizontalidad y su
dirección básica eventual no facilitaban ningun control por parte de los
asambleistas de base.
Con
este tipo de organización no vamos a vencer al capitalismo español y
europeo, pues de eso se trata. Pero, Pizocaro engaña, no habla claro
sobre el imperialismo, de la dependencia del sistema español al europeo y
pretende llevar al pueblo, sin dirección científica al matadero y tan
solo para cambiar el talante de los políticos parlamentarios.
Lo que quizas no sepa
Pizocaro es que la burguesía ante la necesidad de un cambio, cree
oportuno ceder ante movimientos que no atentan ni a su poder político y
menos aún al económico y está dispuesta, a aceptar sobre el papel que
todo lo soporta, cambios que sofoquen a las “masas horizontales”, pues
este es el objetivo que éstas se plantean.
Mientras tanto, la
realidad nos lleva a una clase obrera arrinconada en sus lugares de
trabajo, en donde el terror la hace presa del miedo. Para comenzar una
revolución seria, es de vital importancia, que la clase obrera entre en
acción desde donde mas le duele al capital, en los centros de trabajo.
Empero, es incuestionable, que la psicología de derrota que la abate en
estos momentos, es un freno absoluto. Se impone pues, la toma de
conciencia de los trabajadores del porqué de su derrota, para tomar
aliento. Solo con el conocimiento de causa, con la libertad de
conciencia, estarán en condiciones los trabajadores de recuperar su
calidad de sujeto revolucionario.
El problema es que ni los
movimientos espontáneos autoorganizados horizontalmente, están
capacitados para tal misión, ni los culpables de sus desdichas, los
partidos políticos parlamentarios, mal llamados de izquierdas, ni los
sindicatos, tienen la fuerza moral, tampoco reflexiva para explicarles a
los trabajadores, que son ellos por su traición los que les han llevado
a la derrota, pura utopía, en ambos casos.
Esto
será y es obra de un Partido Comunista armado con la doctrina del
marxismo-leninismo, única que ha demostrado en la practica y en la
teoría que el capitalismo es vencible y la única que ha tenido al
régimen burgués entre las cuerdas. Y la historia que se muestra
inapelable, nos enseña, que durante el periodo de quiebra del movimiento
comunista, no ha habido ninguna ideología que la haya sustituido en la
dirección de los procesos revolucionarios de verdad. Porque la humanidad
en el capitalismo, no ha creado todavía, ni podrá hacerlo jamás, más
que dos ideologías, las que representan los intereses de las dos clases
principales del sistema capitalista, la clase burguesa y la clase obrera
y todo lo que sea rebajar la ideología obrera significa fortalecer y
defender a la idelogía burguesa.
En
pos de esta realidad histórica, el PCOE, que ha conocido muy de cerca
muchos de los movimientos preferidos por Pizocaro, se ha propuesto y
está llevando a cabo una labor propagandista para explicar a los
trabajadores las causas de su situación, a la par que acomete la labor
de promover en los pueblos y barrios donde tenemos militantes, asambleas
populares, al objeto de configurar el FRENTE UNICO DEL PUEBLO, que se
dote de un programa revolucionario de acuerdo con las necesidades de la
sociedad moderna, o sea un programa para la democracia obrera cuyo
nombre científico es LA DICTADURA DEL PROLETARIADO.
COMISION IDEOLÓGICA DEL PARTIDO COMUNISTA OBRERO ESPAÑOL
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