El
hecho de que en todos los países capitalistas avanzados se han
constituido ya "partidos obreros burgueses", como fenómeno político, y
que sin una lucha enérgica y despiadada, en toda la línea, contra esos
partidos -- o, grupos, corrientes, etc., todo es lo mismo -- no puede ni
hablarse de lucha contra el imperialismo, ni de marxismo, ni de
movimiento obrero socialista (EL IMPERIALISMO Y LA ESCISIÓN DEL SOCIALISMO, Lenin)
Lenin
llevaba razón cuando aconsejaba que la lucha antiimperialista debe ser a
la vez un combate sin descanso contra el oportunismo, que se ha
transformado en el vehículo más eficaz, para llevar hasta el seno del
Movimiento Obrero y de las clases populares las ideas y las políticas de
los imperialistas.
Los
oportunistas emplean el engaño como si de una ciencia se tratase. Sus
palabras son frases hechas que cuentan con el beneplácito de los medios
de difusión burgueses, porque de tanto pronunciarlas y escribirlas
resuenan en los oídos y se meten por los ojos del pueblo a modo de canto
a la esperanza, pues prometen un mundo “feliz” sin sacrificios y sin
riesgos. Lo cual tiene la “virtud” de embaucar a las amplias masas en
fases claves del avance capitalista y desviarlas de sus intereses de
clase, aprovechándose de su bajo nivel de conciencia. En los momentos
actuales, complicados y fatales que desesperan a los que ellos llaman
"ciudadanía", infunden políticas e ideología que supuestamente se
contraponen a los criterios reaccionarios del gobierno capitalista
español y a los de las jerarquías
europea. En nuestro caso, el oportunismo se manifiesta por medio del
PCE-IU y en el resto del continente a través del Partido de la Izquierda
Europea (PIE), al cual pertenece.
Pero
la crisis arrasa con todo lo aparente al poner al descubierto las
deficiencias y maldades de cada cual. Está claro que el oportunismo
campa a lo largo y a lo ancho de la geografía estatal, entre otras
circunstancias por la debilidad ostensiva de los revolucionarios, El
dictamen de la crisis en este sentido no admite objeción. Pero también
nos muestra la verdadera faz de la apostasía, pese a su deslumbrante
retórica y a su influencia temporal.
Los
conceptos teóricos por arte de la maniobra son sustituidos por
conclusiones que derivan de análisis, sin más reglas ni metodología que
los del raciocinio burgués, es decir, sin buscar las raíces de los
problemas. A la hora de enjuiciar la crisis toman como referencia fiable
las expertas palabras de los sabios tecnócratas y politicastros
burgueses. La crisis, en orden a sus razonamientos, se debe a una mala
política del gobierno de turno o al egoísmo de un sector capitalista
que, arropado por el manto neoliberal, sólo busca satisfacer sus
apetitos insaciables. En esta lógica metafísica sería suficiente cambiar
de gobierno para solucionar el problema. El efecto de sus prédicas
suele ser impactante en las mentes poco formadas, que tras almacenar
derrota tras derrota, sin vislumbrar una salida feliz, se aferran al
dulce engaño como única posibilidad de ganar sin exponer: ¡existe un capitalismo egoísta y otro que no lo es! ¡un gobierno malo puede causar la crisis y otro bueno no!.
Con estos argumentos facilones y penetrantes inducen a la clase obrera y
a las clases populares a creer que la crisis se puede superar a favor
de ellos sin cambiar de sistema y les persuade para confiar en el
parlamento burgués.
El
desatino político en donde embridan sus conclusiones falsarias les hace
dar bandazos sin ruborizarse por sus incoherencias. En el supuesto del
PCE-IU, su práctica se desenvuelve en un círculo vicioso; la crisis no
se supera según sus dirigentes porque los gobiernos del PSOE y del PP,
cada vez que lo estiman oportuno, se saltan la Constitución (monárquica)
de la que fueron uno de sus progenitores mas sobresalientes, para no establecer
medidas sociales. Por esta razón, abjuran de la misma y también por
entender que ya ha sido superada por la propia evolución social, que
obliga a iniciar un nuevo proceso constituyente que desemboque en una
Republica burguesa, tal como recoge la carta enviada por Centella, su
Secretario General, al Jefe del Estado (Rey) el pasado 27 de septiembre
de este año. Pues bien, en Andalucía, a juzgar por los hechos, todo es
distinto. Después de que sus representantes en el gobierno de la
comunidad se hubieron convertidos en los verdugos de los trabajadores,
poniendo en práctica las medidas antiobreras implantadas por el gobierno
conservador del Estado, revelan que el problema radica en que el PP
desprecia los Estatutos de autonomía de la región. Pero esos Estatutos
tan “revolucionarios” han eclosionado desde las entrañas de la
Constitución monárquica que ahora rechazan por obsoleta.
En su carta al Rey, Centella dice, entre otras muchas necedades de contenido reformista, lo siguiente:
“En definitiva entendemos que hay que remar en el sentido contrario (del que demanda el Rey) para
poner la economía al servicio de las personas, de que hay que plantear
el rescate de quienes están sufriendo el paro, el desahucio, la pérdida
de derechos sociales y laborales y para ello, acometer una profunda
reforma fiscal que consiga que quien más tiene más pague, que termine
con el fraude fiscal y los paraísos donde tantos falsos patriotas evaden
sus fortunas con la pasividad de las administraciones del Estado. Ese
es nuestro compromiso con el pueblo y no tenga la menor duda de que ese
compromiso está, para nosotros, por encima de cualquier otro mandato”
A renglón seguido, Centella, engreído por su sabiduría, enumera una serie de diez puntos reivindicativos, que en opinión del PCE “están basados en la defensa de los intereses de la mayoría”.
Habrá que hacer un esfuerzo más que extraordinario para entender lo de
la “mayoría”. Las diez propuestas que presenta como el no va más de lo
revolucionario, no cuestionan el poder político y menos el poder
económico de los monopolios y de las multinacionales, abstrayéndose de
las experiencias históricas, que confirman que un país asentado sobre
bases económicas capitalistas y por supuesto definido por las relaciones
de producción burguesas, es un país que lo único que asegura son las
venidas cíclicas de crisis, y consagra la explotación de las clases
trabajadoras. Hacer creer que se
puede asegurar el respeto y la salvaguarda de los intereses de la
Mayoría (supongamos trabajadores) en el capitalismo monopolista, o sea,
en un pais imperialista, no es un error de bulto, sino una alta traición
además de un insulto a la inteligencia de los que con sus esfuerzos
crean todas las riquezas materiales y espirituales de la sociedad.
Las
crisis capitalistas se originan con independencia del gobierno titular y
del modelo de Estado en vigor, por lo que los socialdemócratas del PCE
en un hipotético gobierno de una hipotética República burguesa, no
tendrían la facultad divina de impedir que se produzcan y menos aún de
neutralizarlas hasta que no se cumplan sus ciclos vitales. El modo de
producción es el mismo, lo que quiere decir que el poder real lo detenta
el capital monopolista, por consiguiente, las leyes que rigen en la
sociedad capitalista persistirán igualmente.
Las
crisis sobrevienen por las contradicciones del sistema capitalista, sea
la más retrógrada de las dictaduras fascistas como la más avanzada
República burguesa y por ser consustancial a él la anarquía productiva,
así como unas relaciones de producción, basadas tanto en la propiedad
privada sobre los medios de producción como en la desigualdad del
reparto de los bienes producidos, que prosperan hasta la sobreacumulación
de capitales durante el período de desarrollo de la economía, como
consecuencia de la explotación de los trabajadores; luego, el paro y el
empobrecimiento relativo y absoluto de las clases populares impiden la
progresión pese a la alta tasa de ganancias.
Las concepciones oportunistas, son proposiciones prestadas por la ideología burguesa y
dada la actual universalización de la economía, resultan ser
formulaciones del imperialismo, que bajo las apariencias del
progresismo, las concibe para que las clases populares acepten de buen
grado el mundo que les rodea: grado superlativo de explotación de los
trabajadores, luchas interimperialistas, avasallamiento de los pueblos,
etc. Y al igual que en los
niveles estatales, en el ámbito internacional también son frutos de
análisis que soslayan la lucha de clases, transformándola en
contradicciones entre naciones. En esta dirección se constata que los
posicionamientos oportunistas es la prolongación de la política
imperialista, que queda definida en tres apartados de suma importancia
para sus intereses:
• Se
aprueban y defienden las agrupaciones supranacionacionales de Estados
capitalistas, so pretexto de constituir formas de frenar las influencias
e injerencias del imperialismo en zonas determinadas.
• En su consecuencia, se toma partido por un imperio frente a otro
• Y
por último, se apoya subrepticiamente intervenciones militares o
económicas de los buenos contra los malos, así como se hacen eco de la
propaganda imperialista contra los países socialistas.
El
pasado mes de Agosto la Secretaría de Política Internacional del PCE,
saludó con desaforado entusiasmo la entrada de Venezuela en Mercosur
integrado entonces, por Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay y lo hizo
afirmando:
“en
este tratado de integración no tienen cabida políticas injerencistas de
los centros mundiales del poder capitalista, por tanto puede ejercer de
salvaguarda ante los intentos de descargar el peso de la crisis de los
países industrializados en los países llamados emergentes”..... “todos
los estados miembros del MERCOSUR están implicados en la lucha de
llevar adelante una más justa redistribución de la riqueza, cada país
con sus características y procesos”
No
hay que ser un erudito en economía ni tampoco en política para darse
cuenta que en su saluda, el Secretario de Política Internacional del
PCE, expresa sin reservas las posiciones de su partido, que tanto nos
recuerdan a las de Kautsky. Sus esfuerzos por evitar denominar a los
países por su naturaleza de clase lo delata. Lo que el PCE interpreta
como“descargar el peso de la crisis de los países industrializados en los países llamados emergentes” no
es otra cosa que la lucha por el mercado internacional entre los
monopolios y capitales financieros de los países imperialistas. ¿Cuáles
son los países industrializados? Por supuesto, EE.UU, Japón, UE... Por
otro lado, en Mercosur al menos, está presente Brasil, cuyos monopolios,
multinacionales e inversiones financieras se extienden por toda
latinoamérica y estos no están implicados como defiende el PCE, en
llevar adelante ninguna redistribución de las riquezas ni en su país,
donde las diferencias sociales cada día son mas acusadas, ni en el
Mercosur. Por otro lado, entre los países emergentes, además de Brasil,
se encuentran Rusia, China, India y Suráfrica, a los que solo los
ingenuos y los que no quieren ver les niegan su carácter imperialista.
La Secretaría de Política Internacional del PCE oculta las
contradicciones imperialistas, sus luchas por el mercado internacional,
que en definitiva explica el mundo contemporáneo, porque en su
existencia encuentra la justificación capital para su política de
orientación pro UE.
El
Partido Comunista Obrero Español en el supuesto de una revolución
socialista en nuestro país, estará dispuesto y propugnará alianzas o
agrupaciones supraestatales con otros países socialistas en virtud del
internacionalismo proletario y en consonancia con la naturaleza
revolucionaria del sistema. Por lo que sabemos ninguna de las naciones
integradas en Mercosur tienen bases económicas y relaciones de
producción socialistas, ni tan siquiera Venezuela sobre la que fijamos
nuestra atención, por sus “perspectivas revolucionarias” avanza todavía
hacia una economía socialista.
El
PCE convierte sus simpatías y sus deseos en una situación que en
absoluto coincide con la realidad. Su adhesión al Socialismo del Siglo
XXI ha sido su salida a la crisis ideológica que desde hace décadas
aprisiona a su militancia. El Socialismo del Siglo XXI al que aspira la
dirección del PCE cuya matriz es el aberrante Estado no clasista y cuyo
sujeto revolucionario una amalgama de agrupaciones sociales desclasadas,
le permite conjugar su actual ideología con la consagración de la UE
monopolista, cuyos valores constitucionales aceptaron al integrarse en
el PIE.
Para
el PCE-IU la República burguesa es la solución a los problemas y
contradicciones del actual Estado español, por consiguiente, bajo este
modelo de Estado capitalista piensa también, hacer retroceder o
rectificar las políticas antisociales de la UE, olvidando que España es
un Estado de monopolios, lo que quiere decir imperialista. ¿Acaso la
República burguesa va a cambiar el signo imperialista de los monopolios
industriales y del capital financiero españoles? ¿Puede suprimir las
injerencias de estos en la economía venezolana, y en los demás países de
Mercosur? En el año 2010, las empresas españolas destacarón entre las
más inversoras en Venezuela (Santander, Mapfre, Repsol-YPF, Elecnor,
Iberdrola, Iberia, Air Europa, Telefónica, Sol Melía, NH Hoteles, Grupo
Inditex, Leche Pascual, así hasta 1o2 empresas, entre las que sobresalen
varios bancos. Del mismo modo operan en los demás paises del Mercosur:
60 empresas en Argentina, 168 en Brasil, 33 en Ururguay, 12 en Paraguay)
(según SIEX, entidad pública dependiente del Ministerio de Comercio)
La
historia es terca y confirma que las contradicciones que se generan en
torno al imperialismo, solo se pueden superar por medio de la ruptura
radical con el capitalismo, o de lo contrario, las leyes que rigen su
modo de producción engullen con su inercia al más revolucionario de los
revolucionarios, convirtiéndole sin más remedio en gestor de los
intereses del gran capital industrial y financiero. Tal es la ley que
hasta la fecha ningún partido ha podido transgredir. Además PCE-IU no
ofrece ningún dato práctico que nos haga pensar lo contrario. Cada una
de sus experiencias en gobiernos de todos los rangos han terminado con
la asunción de las reglas impuestas por el sistema, mimetizándose con
partidos burgueses y pequeñoburgueses, confirmando la teoría.
La
versatilidad de la conducta de los dirigentes oportunistas producto de
sus concepciones teóricas, produce el disloque mental en su militancia,
sin lo cual les sería imposible alcanzar sus fines. Si se le pregunta a
la base del PCE-IU cuál es su ideología, cuál es el socialismo al que
aspiran, resultarán intereseantes sus respuestas, pero será imposible
extraer una conclusión clara que defina lo que es común a toda ella. Hay
militantes que se dicen marxistas-leninistas, otros son marxistas
revolucionarios, socialistas democráticos, seguidores del socialismo del
Siglo XXI etc. Diferencias que se traduce en multitud de maneras de ver
y aplicar en la práctica sus labores indefinidas teóricamente. De ahí,
que firmen ERE, bajadas de salarios, los hay esquiroles, anticubanos,
pro-cubanos, nacionalistas, seguidores de las direcciones reformistas de
CC.OO y también críticos; aunque la mayoría de las veces se confundan
con quienes denuncian, los hay pues para todos los gustos.
No
obstante, queremos dejar constancia que en las filas del PCE-IU, existe
un número muy notable de afiliados honestos que tienen asumido que su
rol es revolucionario y defienden con bravura según su entender sus
posiciones reformistas. La razón de tantos despropósitos está implicita
en su crisis orgánica. Sabemos a ciencia cierta que en una gran cantidad
de lugares no se reunen sus agrupaciones, no existe la discusión
política, no hay un proyecto formativo, sus militantes se diluyen en IU
en cuyas asambleas esporádicas no se desarrollan según los canones de
una organización revolucionaria. Existe pues, una dirección dentro del
Partido que no puede ser cuestionada orgánicamente, con lo cual se ha
convertido desde hace años en una casta por encima de las bases, a las
que éstas por falta de preparación ideológica aplaude, mas con fanatismo
que con ciencia.
Pero
al lado de los honestos afiliados se ha creado una capa intermedia a la
que de ninguna de las maneras podemos calificar de honestos, pues
constituyen la salvaguardia de las directrices de la cúpula dirigente.
Estos son auténticos traidores, que se prestan a veces a construir
candidaturas sindicales a las órdenes de los empresarios, que pactan con
los enemigos del pueblo en las elecciones municipales y autonómicas a
cambio de recibir las prebendas del imperialismo. Son auténticos
profesionales de la holgazanería que se prestan a todo con el propósito
de ganar sin trabajar, quienes confieren certificado de calidad a las
palabras de Lenin:
“La
burguesía imperialista atrae y premia a los representantes y
partidarios de los "partidos obreros burgueses" con lucrativos y
tranquilos cargos en el gobierno o en el comité de industrias de guerra,
en el parlamento y en diversas comisiones, en las redacciones de
periódicos legales "serios" o en la dirección de sindicatos obreros no
menos serios y "obedientes a la burguesía".
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