Juan López de Uralde, líder de
EQUO, ha declarado recientemente en una entrevista -y sin sonrojo
alguno- que “la única salida es un derribo ordenado del capitalismo”.
Habríamos de preguntarle a este señor, para empezar, cómo se derriba el
capitalismo ordenadamente, qué significa tal expresión. Sólo
podría darnos dos respuestas: por un lado, un silencio que demostrara lo
vacuo de sus palabras; por el otro, nos diría que un derribo ordenado
implica una praxis pacífica y “democrática”.
Nuestras deducciones previas se
confirman en la primera respuesta. Al tener que definir ideológicamente
a EQUO, López de Uralde dice que “es un partido ciudadano con tres ejes de actuación: regeneración democrática,
ecología política y equidad social”. No debe sorprendernos que el
primer eje de actuación de EQUO sea el mismo que el de UPyD -partido
reaccionario donde los haya-, por mucho que, en la segunda respuesta,
intente marcar distancias con ellos. Y es que la burguesía, siendo
consciente de que vienen tiempos turbulentos para ella, necesita que su
democracia -la democracia de los capitalistas- y, en definitiva, su
sistema, recupere credibilidad ante el pueblo trabajador. Por esto,
todos los partidos burgueses que pugnan por desbancar poco a poco al
binomio PPSOE, hablan, usando unas u otras palabras, de regenerar la
democracia, de recuperarla o, incluso, de rescatarla.
Nosotros lo decimos claramente, no se puede abordar la cuestión de la democracia -ni ninguna otra- al margen o por encima
de las clases. Por eso, al plantear esta cuestión, hemos de
preguntarnos para qué clase queremos la democracia. Resulta obvio ya,
para buena parte de la clase trabajadora, que el capitalismo no puede -jamás- ser democrático para el conjunto de pueblo, aunque sí lo sea para los Botín, los Amancio Ortega y los Juan Rossell. Del mismo modo, una democracia que sirva verdaderamente
a los trabajadores -y no a los ciudadanos en general, pues ahí entran
banqueros, empresarios y políticos burgueses-, será una dictadura para
los que hoy nos explotan, pues su clase social, la burguesía,
carecerá de libertad -para explotar, expoliar, manipular, matar y
encarcelar como hace hoy-. Digámoslo, pues, sin tapujos: no hay ninguna
“democracia” que recuperar, pues nunca gozamos de ella; nuestra tarea
consiste en construir nuestra propia democracia, la democracia para los trabajadores, la dictadura del proletariado.
Por tanto, siendo conscientes
de esta lucha de clases, resulta una idiotez hablar de derribar
ordenadamente el capitalismo -como si la burguesía fuera a adoptar una
actitud contemplativa ante el derribo de su mundo- o de regenerar -léase también recuperar o rescatar-
la democracia -burguesa-. La única salida es, al contrario de lo que
dice el señor López de Uralde, superar efectivamente el capitalismo,
enterrarlo, lo que desde luego no es ni ordenado ni pacífico. Y esto
sólo será posible construyendo esa democracia obrera que describíamos
anteriormente.
Para ello, desde el PCOE,
apostamos por el Frente Único del Pueblo (FUP). El FUP es el embrión del
Estado obrero, el estandarte de la unión de todo el pueblo trabajador
alrededor del proletariado y máxima expresión de democracia, como
apuntábamos antes, para la amplias mayorías, para los trabajadores. Se
estructura en tres puntos: por un lado -funcionando como columna
vertebral del FUP- están las Asambleas de Comités, Delegados y
Trabajadores (ACDT), que han de ser la expresión de Poder Popular
emanado directamente de los centros de trabajo, órganos en los que son
los trabajadores mismos quienes se organizan y deciden. Por otro lado
tenemos las Asambleas de Barrio, espacios de organización, debate y
gestión a nivel local, que se encargan de resolver los problemas de la
comunidad. Por último contamos con las Asambleas de Estudiantes,
organismos de organización en los centros de estudio de cualquier nivel.
La conclusión es obvia: la
clase obrera no puede ir a rebufo de la pequeña burguesía, pues esta usa
a la primera para lograr sus propios objetivos, diferentes a las
necesidades del pueblo trabajador. Por ello, es imprescindible romper
con el reformismo y el oportunismo, que el proletariado gane su
independencia política como clase y que se reconozca como el sujeto
revolucionario que es. Nadie va a regalar nada a la clase obrera, es
ésta la que tiene que pelear por lo suyo, organizarse y pasar a la
ofensiva.
Así, desde el PARTIDO COMUNISTA OBRERO
ESPAÑOL en Madrid, hacemos un llamamiento a todos los comunistas del
Estado a engrosar nuestras filas. No cejaremos en las tareas que se nos
presentan a día de hoy. Por un lado, dar batalla ideológica constante a
reformistas y oportunistas de todo pelaje, agentes de la burguesía en el
-latente- movimiento obrero. En segundo lugar, unir a la vanguardia
comunista en torno a posiciones consecuentemente marxistas-leninistas,
demostrando, tanto teórica como prácticamente, nuestro compromiso con la
causa del proletariado. Por último, y siendo conscientes de la realidad
del Estado español a día de hoy, actuar en el seno de las masas para
que los elementos avanzados del proletariado, esto es, su vanguardia
práctica, encuentre un referente político a la altura de las
circunstancias históricas.
¡Trabajadores, organicémonos para la ofensiva!
¡Por el Frente Único del Pueblo!
¡Por el socialismo!
Partido Comunista Obrero Español en Madrid
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