A pesar de las movilizaciones de los
trabajadores de Mercasevilla, el gobierno capitalista no se ha frenado y el ERE
llega a esta empresa. ¿Qué ha fallado y que sigue fallando no sólo en
Mercasevilla sino en la respuesta a la crisis del capitalismo actual? Es
evidente que la mera lucha sindical no es suficiente y que las respuestas
alejadas de la lucha de clases resultan fallidas en esta época del capitalismo.
Los sindicatos y partidos políticos del sistema nos dan respuestas, todas ellas
erróneas y que benefician a la clase que ostenta el poder: la burguesía.
Unos, los reaccionarios del PP con Zoido a la cabeza nos dicen que hemos vivido por encima de las posibilidades reales. Con lo cual, es el propio trabajador el culpable y por lo tanto, éste debe sufrir las consecuencias de la crisis. Asimismo promueven la resignación y la represión contra quienes no se conforman y protestan.
Los partidos socialdemócratas(PSOE e IU) así como los sindicatos amarillos CCOO y UGT nos dicen que la culpa es del neoliberalismo, que es la política o forma de gobierno de la derecha más ultra. Según esta tendencia, con solo cambiar el gobierno es posible acabar con la crisis, los ERE y los recortes. Así, para ellos la respuesta es acabar con el gobierno del fascista PP y unas tibias reivindicaciones que no cuestionan al sistema económico actual, el capitalismo.
Incluso llegan a opinar que trayendo la República ya todo va a cambiar. Porque la República va a remozar el sistema democrático, va a respetar más y mejor las libertades y los derechos del pueblo. Pero republicana es Francia, Estados Unidos, etc. y entre estos países y el nuestro no existen diferencias sustanciales, ya que el problema no es la forma que tome el estado capitalista, sino el capitalismo en sí.
Sin embargo antes de que existiese el neoliberalismo y cuando el pueblo apenas tenía para consumir, se daban también las crisis. Es evidente, que debe existir otra causa y ésta hay que buscarla en la existencia del capitalismo.
Y es que las crisis capitalistas son crisis de superproducción. La primera manifestación de la crisis es que las mercancías no encuentran salida, por haberse producido en cantidad mayor de la que pueden comprar los principales consumidores, las masas populares, cuya capacidad adquisitiva se halla, bajo las relaciones capitalistas de producción, reducida a unas proporciones muy escasas.
Los stocks de
mercancías "sobrantes llenan los almacenes. Los capitalistas reducen la
producción y despiden obreros. Se cierran cientos y miles de empresas. Aumenta
extraordinariamente el paro forzoso. Gran número de pequeños productores de la
ciudad y el campo se arruinan, La falta de venta de las mercancías producidas
trastorna al comercio. Los nexos del crédito se rompen. Los capitalistas sufren
una aguda penuria de dinero disponible para hacer frente a los pagos. En las
bolsas, se desencadena la bancarrota: la cotización de las acciones y demás
títulos de valor desciende vertiginosamente. Se produce una racha de quiebras
de empresas industriales, establecimientos de comercio y entidades bancarias.
La superproducción de mercancías durante la crisis no es
absoluta, sino relativa. Esto quiere decir que el sobrante de las mercancías
sólo existe con relación a la demanda solvente, pero no, ni mucho menos, con
respecto a las necesidades reales de la sociedad. En tiempo de crisis, las
masas trabajadoras experimentan una extrema penuria de lo más indispensable,
sus demandas se hallan peor cubiertas que en cualquier otra situación.
Millones de seres sufren hambre porque se ha producido demasiado
trigo. Los trabajadores pierden los medios de vida, porque los han producido en
cantidad excesiva. Tal es la escandalosa contradicción del modo de producción
capitalista, en que, según las palabras del socialista utópico francés Fourier,
"la pobreza nace, en la civilización, de la misma abundancia".
La contradicción fundamental del capitalismo se revela como
la oposición entre la organización de la producción dentro de cada empresa por
separado y la anarquía de la producción en toda la sociedad. Dentro de cada
fábrica, el trabajo de los obreros se halla organizado y sometido a la voluntad
única del patrono. Pero, en la sociedad considerada en su conjunto, por virtud
del imperio de la propiedad privada sobre los medios de producción, reina la
anarquía de la producción, que hace imposible el desarrollo armónico de la
economía. De ahí que, inevitablemente, se infrinjan las complejas condiciones
necesarias para la realización del producto social en la reproducción ampliada
capitalista. Y estas infracciones van acumulándose gradualmente hasta que
estalla la crisis y el proceso de la realización se trastorna completamente.
La contradicción fundamental del capitalismo se exterioriza
en el antagonismo de clases entre el proletariado y la burguesía. Es rasgo
característico del capitalismo el divorcio entre los dos factores más
importante de la producción: los medios de producción, concentrados en manos de
los capitalistas, y los productores directos, desprovistos de medios de
producción y que sólo poseen su fuerza de trabajo. Este divorcio se manifiesta
claramente en las crisis de superproducción, en las que, de una parte, sobran
los medios de producción y los productos, hay excedente de capital, y de la
otra, queda ociosa la fuerza de trabajo y hay masas enteras de obreros parados,
carentes de medios de subsistencia.
Las crisis son una
secuela inevitable del modo de producción capitalista de producción; no podrán
eliminarse mientras subsista el capitalismo.
Por tanto, la mera lucha sindical, que es una lucha económica, que por esencia no rebasa los límites del marco burgués se ha vuelto a mostrar impotente de ofrecer a los obreros otro futuro que no sea el paro y la miseria ya que no ataca de raíz el problema principal: el capitalismo. De ahí que a pesar de la protesta sindical, el ERE llegue a Mercasevilla.
La burguesía no tiene que rendir cuentas ante
nadie a día de hoy, nos sorprende la actitud de los partidos que apuntalan el
orden burgués, que están a las órdenes de los capitalistas por acción u omisión
(PP, PSOE, IU, PA, UPyD), cuando ellos mismos saben que el ERE es una necesidad
intrínseca del capitalismo para desarrollarse, porque es un sistema que se basa
en el robo al obrero(plusvalía) y cuando este robo es insuficiente, tienen que
tender a robar aún más y destruir las fuerzas productivas que les son
sobrantes.
La solución a todos estos problemas, la opción
necesaria para revertir la situación es el poner fin a este sistema capitalista
que ya ha dicho todo lo que tenía que decir y no es más que una lacra para el
desarrollo de la sociedad y para una vida digna para la clase obrera, haya o no
crisis.
El PCOE propugna la creación de “Asambleas de
Comités, Delegados y Trabajadores”(ACDT), la unión de todos los comités de
empresa de la provincia, la unión de las luchas que ahora están dispersas
mediante los órganos de poder emanados de los centros de trabajo. Es la única
alternativa que existe al capitalismo, la conquista del poder político, porque
en una sociedad de clases todo poder beneficiará a la clase dominante.
Denunciamos asimismo la postura traidora de
dirigentes sindicales y políticos que engañaron a los trabajadores, no instándoles
a romper con el capitalismo y manteniéndolos con la vana esperanza de que en el
capitalismo se iba a solucionar su problema. Estas son las consecuencias de una
dirección servil y traidora, alejada de la ciencia del socialismo científico,
alejada de la lucha de clases y que sólo busca el voto para perpetuarse en
órganos del poder burgués. Señalemos pues a los cómplices de que Mercasevilla a
día de hoy deje en la calle a cientos de obreros.
Como hemos dicho en todos los análisis y
comunicados sobre estos temas, en la época actual únicamente una lucha decidida
por el poder proletario nos llevará a una vida digna. El futuro negro que nos
aguarda es posible cambiarlo, si nos unimos como clase y si empezamos a dar la
batalla a la burguesía más allá de la lucha por las reformas, más allá de las
huelgas económicas, más allá del derecho al pataleo.
Para ellos sólo somos mercancía, sólo somos
fuerza de trabajo a pesar de que somos los obreros que hacemos funcionar la
sociedad. A día de hoy la burguesía en general sabe que puede realizar
cualquier ataque a los obreros con la complicidad de los sindicatos amarillos y
de los partidos del sistema. Pero cuando los obreros se unen, cuando esa lucha no es por reformas sino por la conquista
del poder político, los burgueses empiezan a tener miedo. Porque saben que los
obreros son la pieza clave de la sociedad y sin ellos el propio capitalismo está
condenado. Entonces es cuando los burgueses empiezan a temer y a respetar a los
trabajadores.
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