lunes, 10 de junio de 2013

Mercasevilla, capitalismo en estado puro




A pesar de las movilizaciones de los trabajadores de Mercasevilla, el gobierno capitalista no se ha frenado y el ERE llega a esta empresa. ¿Qué ha fallado y que sigue fallando no sólo en Mercasevilla sino en la respuesta a la crisis del capitalismo actual? Es evidente que la mera lucha sindical no es suficiente y que las respuestas alejadas de la lucha de clases resultan fallidas en esta época del capitalismo. Los sindicatos y partidos políticos del sistema nos dan respuestas, todas ellas erróneas y que benefician a la clase que ostenta el poder: la burguesía.

Unos, los reaccionarios del PP con Zoido a la cabeza nos dicen que hemos vivido por encima de las posibilidades reales. Con lo cual, es el propio trabajador el culpable y por lo tanto, éste debe sufrir las consecuencias de la crisis. Asimismo promueven la resignación y la  represión contra quienes no se conforman y protestan.

Los partidos socialdemócratas(PSOE e IU) así como los sindicatos amarillos CCOO y UGT nos dicen que la culpa es del neoliberalismo, que es la política o forma de gobierno de la derecha más ultra. Según esta tendencia, con solo cambiar el gobierno es posible acabar con la crisis, los ERE y los recortes. Así, para ellos la respuesta es acabar con el gobierno del fascista PP y unas tibias reivindicaciones que no cuestionan al sistema económico actual, el capitalismo.


Incluso llegan a opinar que trayendo la República ya todo va a cambiar. Porque la República va a remozar el sistema democrático, va a respetar más y mejor las libertades y los derechos del pueblo. Pero republicana es Francia, Estados Unidos, etc. y entre estos países y el nuestro no existen diferencias sustanciales, ya que el problema no es la forma que tome el estado capitalista, sino el capitalismo en sí.

Sin embargo antes de que existiese el neoliberalismo y cuando el pueblo apenas tenía para consumir, se daban también las crisis. Es evidente, que debe existir otra causa y ésta hay que buscarla en la existencia del capitalismo.


 Y es que las crisis capitalistas son crisis de superproducción. La primera manifestación de la crisis es que las mercancías no encuentran salida, por haberse producido en cantidad mayor de la que pueden comprar los principales consumidores, las masas populares, cuya capacidad adquisitiva se halla, bajo las relaciones capitalistas de producción, reducida a unas proporciones muy escasas. 

 Los stocks de mercancías "sobrantes llenan los almacenes. Los capitalistas reducen la producción y despiden obreros. Se cierran cientos y miles de empresas. Aumenta extraordinariamente el paro forzoso. Gran número de pequeños productores de la ciudad y el campo se arruinan, La falta de venta de las mercancías producidas trastorna al comercio. Los nexos del crédito se rompen. Los capitalistas sufren una aguda penuria de dinero disponible para hacer frente a los pagos. En las bolsas, se desencadena la bancarrota: la cotización de las acciones y demás títulos de valor desciende vertiginosamente. Se produce una racha de quiebras de empresas industriales, establecimientos de comercio y entidades bancarias. 

La superproducción de mercancías durante la crisis no es absoluta, sino relativa. Esto quiere decir que el sobrante de las mercancías sólo existe con relación a la demanda solvente, pero no, ni mucho menos, con respecto a las necesidades reales de la sociedad. En tiempo de crisis, las masas trabajadoras experimentan una extrema penuria de lo más indispensable, sus demandas se hallan peor cubiertas que en cualquier otra situación. 

Millones de seres sufren hambre porque se ha producido demasiado trigo. Los trabajadores pierden los medios de vida, porque los han producido en cantidad excesiva. Tal es la escandalosa contradicción del modo de producción capitalista, en que, según las palabras del socialista utópico francés Fourier, "la pobreza nace, en la civilización, de la misma abundancia". 

La contradicción fundamental del capitalismo se revela como la oposición entre la organización de la producción dentro de cada empresa por separado y la anarquía de la producción en toda la sociedad. Dentro de cada fábrica, el trabajo de los obreros se halla organizado y sometido a la voluntad única del patrono. Pero, en la sociedad considerada en su conjunto, por virtud del imperio de la propiedad privada sobre los medios de producción, reina la anarquía de la producción, que hace imposible el desarrollo armónico de la economía. De ahí que, inevitablemente, se infrinjan las complejas condiciones necesarias para la realización del producto social en la reproducción ampliada capitalista. Y estas infracciones van acumulándose gradualmente hasta que estalla la crisis y el proceso de la realización se trastorna completamente. 

La contradicción fundamental del capitalismo se exterioriza en el antagonismo de clases entre el proletariado y la burguesía. Es rasgo característico del capitalismo el divorcio entre los dos factores más importante de la producción: los medios de producción, concentrados en manos de los capitalistas, y los productores directos, desprovistos de medios de producción y que sólo poseen su fuerza de trabajo. Este divorcio se manifiesta claramente en las crisis de superproducción, en las que, de una parte, sobran los medios de producción y los productos, hay excedente de capital, y de la otra, queda ociosa la fuerza de trabajo y hay masas enteras de obreros parados, carentes de medios de subsistencia.

Las crisis son una secuela inevitable del modo de producción capitalista de producción; no podrán eliminarse mientras subsista el capitalismo.

Por tanto, la mera lucha sindical, que es una lucha económica, que por esencia no rebasa los límites del marco burgués se ha vuelto a mostrar impotente de ofrecer a los obreros otro futuro que no sea el paro y la miseria ya que no ataca de raíz el problema principal: el capitalismo. De ahí que a pesar de la protesta sindical, el ERE llegue a Mercasevilla.

La burguesía no tiene que rendir cuentas ante nadie a día de hoy, nos sorprende la actitud de los partidos que apuntalan el orden burgués, que están a las órdenes de los capitalistas por acción u omisión (PP, PSOE, IU, PA, UPyD), cuando ellos mismos saben que el ERE es una necesidad intrínseca del capitalismo para desarrollarse, porque es un sistema que se basa en el robo al obrero(plusvalía) y cuando este robo es insuficiente, tienen que tender a robar aún más y destruir las fuerzas productivas que les son sobrantes.

La solución a todos estos problemas, la opción necesaria para revertir la situación es el poner fin a este sistema capitalista que ya ha dicho todo lo que tenía que decir y no es más que una lacra para el desarrollo de la sociedad y para una vida digna para la clase obrera, haya o no crisis.

El PCOE propugna la creación de “Asambleas de Comités, Delegados y Trabajadores”(ACDT), la unión de todos los comités de empresa de la provincia, la unión de las luchas que ahora están dispersas mediante los órganos de poder emanados de los centros de trabajo. Es la única alternativa que existe al capitalismo, la conquista del poder político, porque en una sociedad de clases todo poder beneficiará a la clase dominante.

Denunciamos asimismo la postura traidora de dirigentes sindicales y políticos que engañaron a los trabajadores, no instándoles a romper con el capitalismo y manteniéndolos con la vana esperanza de que en el capitalismo se iba a solucionar su problema. Estas son las consecuencias de una dirección servil y traidora, alejada de la ciencia del socialismo científico, alejada de la lucha de clases y que sólo busca el voto para perpetuarse en órganos del poder burgués. Señalemos pues a los cómplices de que Mercasevilla a día de hoy deje en la calle a cientos de obreros.

Como hemos dicho en todos los análisis y comunicados sobre estos temas, en la época actual únicamente una lucha decidida por el poder proletario nos llevará a una vida digna. El futuro negro que nos aguarda es posible cambiarlo, si nos unimos como clase y si empezamos a dar la batalla a la burguesía más allá de la lucha por las reformas, más allá de las huelgas económicas, más allá del derecho al pataleo.

Para ellos sólo somos mercancía, sólo somos fuerza de trabajo a pesar de que somos los obreros que hacemos funcionar la sociedad. A día de hoy la burguesía en general sabe que puede realizar cualquier ataque a los obreros con la complicidad de los sindicatos amarillos y de los partidos del sistema. Pero cuando los obreros se unen, cuando esa  lucha no es por reformas sino por la conquista del poder político, los burgueses empiezan a tener miedo. Porque saben que los obreros son la pieza clave de la sociedad y sin ellos el propio capitalismo está condenado. Entonces es cuando los burgueses empiezan a temer y a respetar a los trabajadores.

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