Un Primero de Mayo de 1886, se encendió la llama proletaria en la ciudad de Chicago, donde el movimiento obrero lideró una contundente huelga general a lo largo de EEUU. Los reclamos del proletariado estadounidense en torno a la reducción de la jornada de 16 a 12 horas, los aumentos salariales y la mejora de las condiciones laborales, fueron calando entre el pueblo trabajador. La rápida extensión de la huelga hizo temblar los cimientos del gobierno de la patronal yanqui. El éxito arrollador de la huelga proletaria en aquel Primero de Mayo desencadenó la furia represiva de la burguesía yanqui, que aplastó con brutalidad ilimitada a la poderosa movilización obrera. Sicarios patronales, a sueldo del estado norteamericano, irrumpieron como hampones, asesinando a decenas de trabajadores. Las fuerzas represivas del régimen masacraron y detuvieron a miles de huelguistas, sometidos a los montajes judiciales del aparato estatal burgués. Decenas de dirigentes obreros fueron ejecutados en la horca, otros tantos condenados a cadena perpetua, mientras miles más fueron desterrados.
He ahí la
respuesta criminal con la que la parasitaria clase dominante obsequió,
obsequia y obsequiará a todos aquellos trabajadores que, conscientes de
que juntos producen la totalidad de la riqueza y se agigantan, deciden
decir basta, ante tanta explotación, miseria y degradación. Por ello, es
imprescindible reconstruir un movimiento obrero sólidamente organizado
en torno a una dirección revolucionaria y audaz, capaz de repeler los
ataques y pasar a la ofensiva.
Semejantes
dosis de terror capitalista en Chicago – que tanto recordaron la orgía
sanguinaria desatada por la burguesía francesa contra los heroicos
communards de la París insurrecta, apenas 15 años antes (1871)-,
desataron una poderosa ola de solidaridad internacional con los dignos
obreros asesinados y represaliados, denunciando sin contemplaciones el
salvajismo represor de la burguesía, mostrando a millones de
trabajadores la fortaleza inexpugnable del proletariado cuando éste
piensa y actúa como un solo puño. En memoria de aquella gesta proletaria
de Chicago, ahogada en sangre por los capitalistas, el Congreso
Internacional Obrero -reunido precisamente en París (1889)-, declaraba
el Primero de Mayo como Día de la Solidaridad Proletaria. Nacía “el día del trabajador”.
Poco
después, el primer Estado Obrero y Campesino surgido del triunfo
histórico de la primera Revolución Socialista de Octubre en 1917, no
tardó ni un segundo en declarar como festividad nacional todos los
Primero de Mayo, en recuerdo y honor de los obreros de Chicago
masacrados por el capitalismo. Se internacionalizaba definitivamente el
Día de la Solidaridad Proletaria, fecha combativa que exhortaba a la
clase trabajadora de todos los países a unirse y organizarse, a destruir
de raíz la maquinaria represora del Estado burgués, a emanciparse del
yugo de la explotación y la opresión capitalistas.
El PCOE, hoy
como ayer, hace un llamamiento a obreros y empleados, a la juventud,
desempleados y jubilados, a campesinos y autónomos, al conjunto del
pueblo trabajador apaleado por el capitalismo monopolista de Estado, a
recuperar las esencias de una celebración histórica que nace y sólo
cobra sentido desde las entrañas mismas del proletariado revolucionario y
socialista.
Millones de
trabajadores sufren en sus carnes la barbarie capitalista, que esclaviza
a unos mientras manda al pozo del desempleo a otros tantos. La misma
furia criminal con la que los capitalistas explotaron y masacraron al
proletariado de Chicago, es aplicada hoy por la oligarquía financiera,
que intensifica la explotación asalariada consciente de las
contradicciones irresolubles por las que discurre y las limitaciones
históricas de su reaccionario modo de producción y régimen político. La
conformación de bloques imperialistas pone de manifiesto que la lucha de
clases se extiende desde Madrid a Pekín, pasando por Moscú o Chicago.
El PCOE,
armado con la solidez teórico-práctica del socialismo científico y como
parte integrante y avanzada del proletariado, reconoce a la clase obrera
como único sujeto histórico revolucionario capaz de revertir la
insostenible situación actual, capaz de conducir a las masas laboriosas
hacia el socialismo. El proletariado debe convertir este día en una
jornada de lucha, de toma de conciencia, de unidad y de organización de
clase. A pesar de los cambios operados en el capitalismo en su etapa
imperialista, de las modificaciones sustanciales en la estructura
productiva al calor de la división internacional del trabajo impuesta
por la burguesía, hoy más que nunca, la clase obrera sigue siendo la
fuerza motriz del desarrollo social. Hoy más que nunca, por su cantidad y
calidad, el proletariado cuenta con las condiciones objetivas propicias
para caminar hacia la abolición de la propiedad privada sobre los
medios de producción y la explotación del trabajo ajeno, bases de la
acumulación de capital y origen de la degradación y miseria de las masas
laboriosas.
La esencia
de las leyes universales que rigen el sistema capitalista se manifiesta
en forma de crisis devastadoras y guerras de rapiña por la conquista de
nuevos mercados, por el control de fuentes de materias primas por parte
de los monopolios, que ponen a su servicio estructuras estatales y
supraestatales. Si las repetidas crisis no hacen más que retorcer los
grilletes del proletariado, las invasiones imperialistas (hoy emboscadas
bajo el epígrafe de “guerras humanitarias”) se centran en masacrar a
los pueblos en vías de desarrollo para expoliar sus recursos. El
imperialismo es una máquina generadora de explotación y miseria para
unos, y de esclavización y muerte para otros.
Este Primero
de Mayo, como todos los días del año, el PCOE volverá a salir a la
calle a fundirse con el proletariado, a contribuir en su elevación
política e ideológica. Saldrá a la calle con la firme voluntad comunista
de transformar a un proletariado manso, desorganizado y sometido en una
clase en sí y para sí, en un movimiento obrero combativo, organizado y
consciente de su poder revolucionario. Saldrá a la calle a denunciar el
reaccionario “consenso social” y las falsas salidas capitalistas, que
nos han llevado al actual momento que vivimos; a denunciar, en
definitiva, al decadente oportunismo, venga este de la socialdemocracia,
del sindicalismo reformista o de las diferentes sectas izquierdistas.
Ellos son también responsables directos de la voladura de las conquistas
obreras más básicas, logradas tras largas décadas de infatigable lucha
proletaria. Responsables de la depauperación, desmovilización y
enajenación de los trabajadores, mil veces traicionados por estos
servidores de la burguesía.
Las ricas
experiencias históricas del proletariado, en sus constantes avances y
retrocesos, no sólo nos muestran cuan negativo y nefasto puede ser el
trabajo de zapa del oportunismo en el movimiento obrero, sino que
también pone de manifiesto la inoperancia de la mera lucha sindical y
economicista. El triunfo de la revolución socialista y de las fuerzas
proletarias es inconcebible si la lucha contra la burguesía no abarca,
de forma dialéctica, los frentes económico, político e ideológico. La
realidad material que vivimos, confirma lo estéril de la lucha
economicista, así como la putrefacción del oportunismo.
Ya no hay
tiempo ni espacio para reivindicar mejoras de unos convenios que han
quedado reducidos a papel mojado, para plantear conflictos aislados
abocados al fracaso, para mendigar pactos infames ni seguir creyendo en
fraudulentos capitalismos “con rostro humano”. Cuando la contradicción
nuclear del momento gira en torno a imperialismo / socialismo
(capital/trabajo), ya sólo una vía táctica puede insuflar la fuerza
necesaria a millones de trabajadores vapuleados; recuperar las esencias
de 1886, hacer de la unidad y la solidaridad de clase, pilares maestros
del renacer proletario.
Y eso pasa
indefectiblemente, por organizar el poder popular desde los mismos
centros de trabajo, a través de los órganos democráticos proletarios, a
través de la Asamblea de Comités, Delegados y Trabajadores (ACDT), así
como la paralela consolidación de la Central Única de Trabajadores,
catalizadora de la reconstrucción del sindicalismo de clase en el
conjunto del Estado español, una Central Obrera y Socialista. Organizar
la resistencia popular en los barrios y centros de estudio, en el campo y
la ciudad, y que, bajo el liderazgo del proletariado, consolide la
columna vertebral del socialismo: el Frente Único del Pueblo (FUP).
Construir el Ejército Proletario capaz de enfrentar a la reacción y
liquidar al Estado de los monopolios, capaz de tomar el poder e
instaurar la dictadura revolucionaria del proletariado.
Decía el gran líder del proletariado mundial -Lenin-, un Primero de Mayo de 1904:
“Dos
mundos se alzan frente a frente en esta grandiosa lucha; el mundo del
capital y el mundo del trabajo, el mundo de la explotación y la
esclavitud, y el de la fraternidad y la libertad. Por una parte, hay un
puñado de ricos parásitos. En sus manos se concentran los talleres y las
fábricas, las herramientas y las máquinas. Han convertido millones de
hectáreas de tierra y montañas de dinero en su propiedad privada. Han
hecho del gobierno y el ejército sus criados, fieles guardianes de la
riqueza que han acumulado.
Por
otra parte, hay millones de desheredados, obligados a suplicar a los
ricos permiso de trabajo para ellos. Crean con su trabajo toda la
riqueza, mientras ellos mismos tienen que luchar toda la vida por un
pedazo de pan, mendigar el trabajo como una limosna, agotar sus fuerzas y
arruinar su salud en trabajos insoportables”
En este
Primero de Mayo de 2013 el PCOE, asumiendo las ricas enseñanzas emanadas
del socialismo científico, infatigable a la hora de desarrollar su
política de masas y sindical, hace suyas de nuevo las palabras del gran
dirigente comunista ruso. Como casi siempre sucede con Lenin, sus
escritos parecen haber sido redactados hoy mismo:
“No hay fuerza que pueda vencer al proletariado, porque su trabajo es
lo único que sostiene a las clases gobernantes y al gobierno. No hay en
el mundo fuerza capaz de aplastar a millones de obreros, cada vez más
conscientes, unidos y organizados (…)
¡Camaradas
obreros! ¡Preparémonos con redoblada energía para el combate decisivo
que se acerca! ¡Que se estrechen las filas de los proletarios
socialistas! ¡Que su voz se propague con amplitud cada vez mayor! ¡Que
la agitación en torno a las reivindicaciones obreras se despliegue cada
vez más con mayor audacia! ¡Que la celebración del Primero de Mayo
atraiga a nuestra causa a miles de nuevos combatientes y engrose
nuestras fuerzas en la grandiosa lucha por la libertad de todo el
pueblo, por la emancipación de todos los trabajadores del yugo del
capital!”
¡Viva la lucha de la clase obrera! ¡Viva el Primero de Mayo!
¡Proletarios de todos los países, uníos!
¡Por las Asambleas de Comités, Delegados y Trabajadores y el Frente Único del Pueblo!
¡Construyamos socialismo!
Comisión de Movimiento obrero y de masas del Comité Central del Partido Comunista Obrero Español (PCOE)
No hay comentarios:
Publicar un comentario