sábado, 20 de abril de 2013

La emancipación de la mujer de la mano del socialismo

“Si tú tienes alguna afición, intenta no aburrirle hablándole de ésta, ya que, los intereses de las mujeres, son triviales comparados con los de los hombres.” Frases como ésta – extracto de La Sección Femenina de la Falange Española con la finalidad de preparar a la mujer para el matrimonio – permanecen aún muy presentes en nuestra sociedad, pues desde siempre se nos ha educado para interiorizar este tipo de valores patriarcales, inherentes y producidos conscientemente por el sistema en el que vivimos.

Un análisis dialéctico del desarrollo de las sociedades nos demuestra que, desde las primeras formas de organización humanas en tribus, el papel del hombre y de la mujer se ciñen a las cuestiones de supervivencia. Gracias al descubrimiento y desarrollo de la agricultura, estas sociedades nómadas se asentaron en poblados y comenzaron a generar excedentes, de los cuales se apropiaron, junto a los medios para producirlos, una serie de individuos, estableciéndose así la propiedad privada.

Estas bases provocaron el desarrollo del esclavismo -posesión absoluta de unas personas por otras- y de nuevas diferencias entre ambos sexos. Debido a la función biológica de la mujer, el hombre adquiere supremacía en la familia y se adueña así de su sexualidad y su producto -los hijos-, ayudándose para ello de mitos y religión. Esto ha tenido gran influencia en la división natural del trabajo entre sexos y provocó que la mujer acabara por aceptar sumisa el patriarcado impuesto.

Durante la época feudal el papel de la mujer no mejoró, pues desde instituciones religiosas o desde el propio Estado se marcaban sus pautas conductuales, estableciendo de nuevo su papel y perpetuando esta discriminación. Durante el desarrollo del capitalismo tampoco se han eliminado estas diferencias entre sexos, viendo aún hoy sus efectos.

A pesar de que el papel de la mujer ha ido evolucionando a lo largo de la historia de esta manera, debemos tener presente que esta transformación no ha tenido el mismo efecto en todo el mundo. Somos absolutamente conscientes de que en la actualidad aún no se ha alcanzado el auge de la lucha por la emancipación de la mujer, ni siquiera en los llamados países democráticos y libres. Hemos de tener muy presente que ésta no se logrará mientras no se destruya el sistema actual, ya que el capitalismo alimenta un modelo de mujer sumisa, sin capacidad de sublevación alguna, que facilita y permite su explotación a todos los niveles – social, cultural y económico -.

Perfecta ejemplificación ocurre en nuestro país, en el que las brechas salariales entre ambos sexos superan el 22%, y sobre los puestos directivos en las empresas europeas sólo el 10% está ocupado por mujeres, y además, la composición media femenina en los gobiernos de la zona euro es del 26%, que demuestra que no sólo es una cuestión salarial, sino de represión política, cultural y social, causada por el sistema, que evita su máximo desarrollo en estos diferentes aspectos, al ser vista como la única ejecutora de las tareas del hogar u otros, fruto del pensamiento machista.

Debemos comprender que la lucha por la emancipación de la mujer no tiene sentido alguno si se hace de forma aislada, sino únicamente entroncada en la lucha de la clase trabajadora, en su conjunto, frente a la burguesía. Es imprescindible, por tanto, la destrucción del sistema capitalista, y con él, del patriarcado, así como la construcción del socialismo, basado en la abolición de la explotación del hombre por el hombre y, como consecuencia, en la emancipación no sólo de la mujer, sino de la clase trabajadora en su conjunto, a la que ésta pertenece.

A lo largo de la historia hemos podido observar cómo el socialismo ha sido el único sistema que, a través de los países en los que se ha perpetuado, ha logrado el avance en la lucha por la emancipación de la mujer, si bien aún queda mucho por caminar. Ejemplo de esto es la Unión Soviética o la República Democrática Alemana, y más concretamente la República Democrática de Afganistán – máxime teniendo en cuenta que, en el período previo a la URSS, Afganistán era un país islámico -, el cual liberó a la mujer de la opresión de género que les impuso el patriarcado, mantenido y fomentado por el capitalismo.

De entre todos los logros, por tener una especial relevancia en la historia, podemos destacar los siguientes.



  • Se permitió, por primera vez, la ausencia de la mujer de su lugar de trabajo por razón de maternidad o aborto.
  • Las nuevas leyes despojaron a los hombres de los derechos de propiedad sobre mujeres e hijos, igualaron los salarios entre ambos géneros y garantizaron el divorcio.
  • La prostitución, el matrimonio infantil y la compraventa de mujeres se abolieron.
  • Se liberó a la mujer de las tareas domésticas, para lo que se crearon guarderías infantiles y cocinas comunales en barrios y en grandes fábricas.

Entendemos, por tanto, que la opresión de la mujer es consecuencia directa del sistema social de explotación, que va ligado a la aparición de la propiedad privada y de las clases sociales, por lo que la única salida posible para conseguir la total emancipación de la mujer, así como de la clase trabajadora de la que ésta forma parte, es la transición al Comunismo – sociedad sin clases -, el llamado Socialismo, alcanzado tras la Revolución Socialista.

Desde EL PARTIDO COMUNISTA OBRERO ESPAÑOL en Madrid queremos hacer extensiva la conciencia al conjunto de los trabajadores sobre la importancia de la lucha por la emancipación de la mujer, que no tiene otro lugar más que inmersa en la lucha de la clase obrera, haciéndoles comprender que ha de ir inexorablemente unida a la tarea histórica de nuestra clase, el Socialismo y el Comunismo.

Por esto, hacemos un llamamiento a todas las mujeres a combatir el patriarcado – en cualquiera de sus muchas manifestaciones – del que somos víctimas, luchando unidas y organizadas por la única alternativa que nos otorgará la libertad, el Socialismo.



¡POR EL FIN DEL PATRIARCADO, Y POR ENDE, DEL CAPITALISMO!

¡POR EL SOCIALISMO POSEEDOR DE LA LIBERTAD DE GÉNERO!

¡MUJER, ORGANÍZATE Y LUCHA!


“Y en otro reino estuve, de color amaranto en que todos y todas eran reyes y reinas de color amaranto.”


Pablo Neruda.
 

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