Durante
las crisis afloran las verdades y las mentiras que cubren al Movimiento
Obrero. Hemos visto como en el debate sobre el estado de la Nación,
Izquierda Unida y PSOE le lanzan el salvavidas al capital monopolista
español, para perpetuar su sistema bajo el signo de la regeneración
institucional, política y democrática. (Léase “PSOE E IU JUNTOS EN LA
DEFENSA DEL CAPITALISMO”). Ha sido en el lugar y en el instante
precisos, para que nadie se llame a engaño. Ambos partidos se han
quitado la careta y se presentan por arriba, tal como son por abajo: la
quintacolumna en el movimiento obrero y popular.
El
oportunismo de derecha y el revisionismo de izquierda, son frutos de
unas condiciones dadas, espoleadas por los imperialismos que les
suministran principios y toda clase de teorías a granel. En esta ocasión
el capitalismo internacional se halla acosado por una crisis gravísima,
que afronta entre agudas contradicciones. Los imperios, llámense
históricos o emergentes pero a la postre imperios, están emplazados a
dilucidar como se redistribuye el mercado mundial en las condiciones
actuales, dando lugar a teorías que tratan de conciliar los hechos que
contemplan la rapiña y el saqueo de las riquezas autóctonas de los
pueblos, bien por la fuerza o a través de la penetración económica. Como
siempre, la justificación del proceder del imperialismo se traduce en
elementos teóricos que el oportunismo hace suyo y endulza para encubrir
su traición.
A
un nivel mundial, el enfrentamiento entre los imperios emergentes
(Brasil, Rusia, India y China entre otros) por un lado, y Japón, UE y
EE.UU, por el otro, ha originado tesis en las que gobiernos y partidos
políticos de izquierdas alimentan sus posiciones internacionales. La más
osada es aquella que eleva a los países del BRIC, especialmente a
China, a la categoría de contrapeso de las acciones depredadoras de los
imperios históricos. Desde este punto de vista, China no es juzgada como
una nación imperialista. Esta conclusión toma mayor consistencia en los
países de Latinoamérica y África, en donde tienden paulatinamente a ir
desplazando las relaciones de dependencia económica con EE.UU y Europa,
con la puesta en práctica de una política de entendimiento con China,
creando empresas mixtas y estableciendo relaciones comerciales
“profundas”. Numerosos Partidos Comunistas realizan ingentes esfuerzos
por motivar teóricamente sus cambios de posicionamiento en relación con
China, en los que casi siempre subyace la “amistad” o “relaciones
económicas” entre Pekín y el gobierno de su país, que traducen en muy
beneficiosas, gracias al carácter peculiar del ‘socialismo’ chino.
En
este contexto parece que tanto en África como en América Latina, se
acredita la política exterior china porque supuestamente ayuda a los
pueblos en su lucha antiimperialista, sin embargo; se cumple lo que
Fidel Castro ya aventuró sobre el destino del rumbo tambaleante chino,
al denunciar que el gran país de Oriente sufrió los efectos de un
movimiento pendular que oscilaba desde los abusos de la extrema
izquierda en los años 60-70 hasta la apertura o reiniciación del
capitalismo en los años 80-90 dirigida por el reformista Deng Xiaoping.
Desde
entonces la economía china se halla vinculada al mercado capitalista
internacional. Su mano de obra barata interior, permite a los
inversionistas extranjeros obtener tasas de rentabilidad muy altas. Por
otro lado, sus relaciones con EE.UU, UE y Japón se estrechan cada vez
más, porque se ha convertido en uno de los países exportadores más
importante del mundo. Con lo cual, la interdependencia China e imperios
históricos se establece en el marco del reparto del mercado mundial, en
la participación de China en la Organización Mundial del Comercio y en
la pugna por dominar el mercado internacional energético pues China,
conforme aumenta su producción, va necesitando más materias primas y
energías, las que ha de suministrarse desde el exterior.
La
actualidad China y su incidencia en el mundo se presta a conjeturas de
todo tipo de las que emanan la recuperación de los principios maoístas y
otras teorías vinculadas con ellos, que prenden en estos momentos de
grave crisis del capitalismo, en los sectores de la juventud más
vulnerables, provocando incisiones y desviaciones que favorecen a las
tesis imperialistas.
En
el estado español, aparecen y reaparecen en estos últimos años con
extrema ligereza, infinidad de teorías, que si bien sus planteamientos
de inicio parecen divergentes, los objetivos a alcanzar son comunes y es
debido al influjo que ejerce la situación de crisis del capitalismo
mundial, que procura por todos sus medios retrasar cualquier proceso
revolucionario que acarree peligros a su existencia. De este modo, las
teorías que retrasan la revolución socialista, se han puesto de moda.
Teorías de falsa cuna revolucionaria, que envuelven al pensamiento
pequeño burgués, juventudes estudiantiles, pequeños campesinos y que
tienen mucho en común, sobre todo, la introducción de ciclos, o períodos
intermedios entre el capitalismo y el socialismo caracterizado por su
composición interclasista.
Dicho
esto, al evaluar las proposiciones de PSOE e IU en el debate sobre el
estado de la Nación, advertimos que tienen mucho que ver con la prédica
de la Guerra Popular durante el presente periodo para aniquilar el
fascismo actual e instituir la democracia popular.
Las salidas a la crisis de los PSOE-IU, de Julio Anguita, del Bloque crítico andaluz y
la de aquéllos que afirman que actualmente la solución para España es
la democracia de carácter popular, tienen un denominador común:
proporcionar todo el aire que necesita el capitalismo para poder
respirar con tranquilidad, precisamente en medio de una crisis tan aguda
y espesa, que podría cuestionar su existencia en Europa.
Los reformistas e
izquierdistas convergen más que divergen, son supuestamente contrarios
que atraídos por la fuerza de la gravedad de la teoría burguesa, giran
en torno a ella sin poder romper la inercia a que les somete. Sus
máximos dirigentes concuerdan en atrasar eternamente la revolución
socialista primero, porque no la quieren y segundo, porque confunden
gobierno con estado, economía con política y se encuentran prisioneros
en la misma celda. En la hora presente, el izquierdismo provoca más daño
en el movimiento obrero, porque se presenta con la guisa de
ultrarrevolucionarios, cuando son dóciles oportunistas.
Aunque
en el estado español existen varios grupos que se reclaman del maoísmo,
no todos coinciden en sus planteamientos; pero sí en sus objetivos
(Democracia Popular) y medios de conseguirlo (Guerra Popular). Salvo
algunas excepciones que abogan por la Dictadura del Proletariado, la
mayoría propugnan la democracia Popular. Naturalmente, los primeros solo
hacen uso de la nominación, porque en su contenido también se trata de
la Democracia Popular, con la que el PCOE está en total desacuerdo:
Recordemos
que determinadas tesis de Mao no conducen a convertir al proletariado
en el sujeto revolucionario. Cuando el líder chino da la consigna de que "el campo debe asediar la ciudad", indica que es el campesinado el que debe tomar las riendas de la revolución por ser mayoría en China, además,
resulta evidente el revisionismo maoísta cuando trata las
contradicciones entre el proletariado y la burguesía nacional, como
contradicciones no antagónicas. Decía Mao:
“si
bien las contradicciones entre el proletariado y la burguesía nacional
son contradicciones entre explotados y explotadores, antagónicas de por
sí, Sin embargo, en las condiciones concretas de China, si estas
contradicciones antagónicas se tratan debidamente, pueden transformase
en no antagónicas, pueden resolverse por vía pacífica. Si esas
contradicciones no se tratan como es debido, si no seguimos con la
burguesía nacional la política de unidad, de crítica y de educación, o
si la burguesía nacional no acepta esta política nuestra, entonces las
contradicciones entre la clase obrera y la burguesía nacional pueden
convertirse en contradicciones entre nosotros y nuestros enemigos»
¿Contra
quién o contra qué, ejercerá su violencia el proletariado en el poder
según los que predican la Dictadura del Proletariado? ¿Acaso, no se
resuelve la contradicción entre el explotador y el explotado por la
violencia? ¿Contra quién va la Guerra Popular, si la burguesía, mediana y
grande nacional no es nuestra enemiga? Mejor dicho ¿cuáles son los
contrincantes en la Guerra Popular? Pero Mao no se para ahí cuando
predice que durante todo el periodo del socialismo existirán clases
antagónicas.
Lenin
en contra, aseguraba que la instauración de la dictadura del
proletariado es condición indispensable para asegurar la revolución y
aplastar toda tentativa de restauración del viejo sistema. Naturalmente,
se refería al viejo sistema de producción burgués. Las tesis de Mao
fueron fuentes de inspiración para muchos oportunistas de las décadas de
los 70, 80 y 90 del siglo pasado que sustituyeron la dictadura del
proletariado marxista-leninista, por la convivencia pacífica (¿durante
cuánto tiempo?, nadie lo sabe) de lo nuevo con lo viejo; serán el
tiempo, las reformas, los reajustes los que aseguren la transformación
paulatina y escalonada de la sociedad “popular interclasista” en
socialista.
Es
sabido por la experiencia histórica que una revolución -sea la que
fuere- no triunfa definitivamente si no supera su consolidación, y
consolidar una revolución sólo puede asegurarse de una forma: la clase
social que hace la revolución no solamente ha de liquidar la base
económica y política de la (o las) de su clase antagónica, sino que ha
de vencer la resistencia inevitable que ésta opone durante la dictadura
del proletariado.
Pero nuestros maoístas, para salir del atolladero teórico en que se encuentran, nos
demandan teorizar sobre qué clase de Partido Comunista hace falta en
estos momentos y, mientras teorizamos sobre el Partido así como en la
Guerra Popular, debemos contemplar estoicamente lo que sucede en nuestro
país, entre otras lindezas, porque no procede ir a la práctica con el
movimiento obrero realmente existente. Así sucedió en el encuentro de
juventudes comunistas de diversas tendencias celebradas en Almeria en
2012:
“Esta
propuesta implica, naturalmente, que se debe empezar por los problemas
teóricos y por los problemas prácticos relacionados con la construcción
de un movimiento de vanguardia mínimamente articulado. Contra esta
posición se objeta habitualmente el argumento demagógico y dogmático de
que, para el marxismo, la práctica es siempre lo primero y lo principal,
por lo que se debe comenzar por la acción práctica y por el movimiento
obrero realmente existente, tal como se presenta en su estado actual.
Pero se trata de un argumento antidialéctico que desvía el concepto
marxista de la práctica hacia el pragmatismo y el empirismo, y la
actividad de la vanguardia hacia el practicismo. Entonces, ¿qué es la
práctica para el marxismo? Para el marxismo, la categoría de práctica
presenta dos aspectos –que, por supuesto, forman una unidad
óntico-gnoseológica–, uno objetivo y otro subjetivo.”
Por
último, con la categorización del sistema actual español en fascismo
como sustentan los oportunistas de izquierda, obtenemos otra fórmula
para retrasar el proceso revolucionario al desviarnos de la realidad
socioeconómica existente. Pues opinan que del fascismo franquista no es
posible alcanzar la democracia burguesa, porque supone una vuelta atrás
de la historia y la historia no da marcha hacia atrás. Decir que España o
cualquier otro país de la Europa desarrollada es fascista, es cuando
menos la manifestación del delírium trémens que aqueja a los
responsables teóricos de los grupos maoístas que pululan por Europa y,
especialmente, por el Estado español.
En
realidad, y a juzgar por sus contradicciones teóricas, para estos
grupos no existen límites de ningún grado ni especie entre fascismo y
democracia burguesa. Por lo que se puede apreciar, el discurso les lleva
a considerar que desde la aparición del capitalismo monopolista de
estado, todo es fascismo porque, obviamente, fascismo y democracia
burguesa poseen el mismo contenido.
Está
claro que para no contradecir a los clásicos, admiten que en algún
momento existió la democracia burguesa, con unas características muy
concretas. Para ellos, la legalización de los partidos, la existencia
del Parlamento burgués, y todo lo que hasta ahora distinguía la
democracia burguesa del fascismo, ya no lo es, por evolución del
fascismo y por la pérdida de vigencia de la democracia burguesa. Se
trata de un débil esfuerzo gnoseológico para evitar tener que confesar
que su táctica es un error y les ha conducido a un callejón sin salida,
mejor dicho, la única salida que les queda es llamar a todo fascismo,
salvo el principio de los principios que fue la democracia burguesa.
Podemos
resumir en tres los pilares en los que se basa la caracterización del
fascismo, en este caso el fascismo español, según el documento titulado:
“LA INSTITUCIONALIZACION DEL FASCISMO:
1.- “Desde
siempre, uno de los rasgos definitorios de la línea de nuestro Partido
ha sido la caracterización del régimen actual como fascismo. Incluso
antes de la transición, en los viejos tiempos de la OMLE, y siempre a
contracorriente, ya
nos anticipamos anunciando que no sería posible regresar del franquismo
a la democracia burguesa, que la historia no daba marcha atrás.”
Tanto
la burguesía como el proletariado han acumulado una rica experiencia en
el sentido contrario, en la que primero el acceso al poder de la
burguesía en Europa, recorrió un proceso por un periplo de más de un
siglo que se caracterizó por la alternancia en el poder con las clases
dirigentes del Antiguo Régimen. Por su parte, la desaparición de la
Comuna de París, así como la aniquilación del socialismo en la Europa
del Este, la involución en China etc., demuestran palmariamente que la
historia da marcha atrás.
2.- “Una
de las características más sobresalientes del fascismo es la constante
ostentación de sus medios, de su poderío policial y militar, el
permanente despliegue de fuerza que muestra a todas horas. Pero esa es
precisamente su debilidad: no podría sustentarse ni un minuto en su
dominación sin esos medios; los necesita para perpetuarse en el poder y
sobre todo necesita restregárnoslos delante de nuestras narices para
infundirnos miedo. El fascismo es una dominación terrorista que se apoya
en el temor generalizado que inculca a las masas de manera cotidiana y
sistemática”.
En
efecto, esto es así, sólo que no es una característica del fascismo,
sino de todos los Estados que ha conocido históricamente la sociedad
humana. Desde el esclavismo al socialismo, cualquiera que sea su forma
de dictadura, tienen que hacer ostentación constante de sus fuerzas.
Pero no podemos admitir que sea síntoma de debilidad, a menos, que se
afirme en un alarde de pensamiento moral y demagógico. La fuerza del
capitalismo, fascista o democracia burguesa, es su poder militar y eso
es precisamente lo que se ha de enseñar a las masas trabajadoras para
que aprendan a combatirla y no para confiarse en una falsa debilidad,
que sin duda las llevaría al sacrificio por no estar preparadas.
3.- “El
Estado monopolista y los partidos parlamentarios forman parte de un
único sistema político fascista, ya no están separados como en la época
de la democracia burguesa. Por eso se habla del Estado actual como un
Estado de partidos”.
La
existencia de partidos en determinados países fascistas, no puede
confundirse con el sistema de partidos de la democracia burguesa, por
más intento por encontrar justificación que lo afirme. En el fascismo la
existencia de partidos, sólo fascistas, no es una generalidad sino una
excepcionalidad, mientras que en la democracia burguesa sí que le da
carácter, salvo que se haya llegado al convencimiento de que todos los
partidos existentes son fascistas, a excepción de uno mismo.
Sin
embargo, una lectura lógica sobre el fascismo que se ha tragado
magistralmente a la democracia burguesa, apoderándose de sus
características distintivas, nos conduce al lugar opuesto de donde parte
el oportunismo de izquierda. En este caso llegamos a la conclusión de
que criminalizan o asesinan a la democracia burguesa, para hacer
apología de un fascismo dulzón y evolucionado.
Los autores de dicho documento deberían repasarlo y corregir aspectos que ya no concuerdan con la realidad actual:
“España
es hoy un Estado con dos millones de funcionarios, y éste es el único
empleo en el que no hay despidos ni reconversiones. Un funcionario tiene
empleo para toda la vida y su tarea es siempre la misma. La burocracia
está profesionalizada y especializada para controlar minuciosamente
todas y cada una de las parcelas en las que se desenvuelve con el fin de
prevenir las crisis y, en su caso, impedir su propagación o paliar sus
efectos”.
Si
éste es uno de los argumentos de peso para la demostración irrefutable
de que el régimen español es fascista, la crisis lo desmiente, porque
precisamente, durante las crisis cíclicas como la que se está dando
ahora, es cuando más se acerca la democracia burguesa al fascismo y
aquellos rasgos que son comunes (por ser ambas la dictadura de la
burguesía) se confunden y como vemos, son estos momentos de avance
represivo (económico-político e ideológico) de la burguesía cuando los
funcionarios en los que “se basa el fascismo para sostener su poder
económico”, son relegados y despreciados por el sistema. ¿democrático
burgués o fascista?.
El
conocimiento de la realidad existente en cada momento es lo que permite
al partido de vanguardia conformar su táctica de masas, actualizarla en
todo instante e incluso cambiarla por otra, porque las circunstancias
lo aconsejen. Más esto no es propio del reformismo y del oportunismo de
izquierda, que dada su obsesión porque las condiciones no varían, les
hace marchar a contrapelo de la historia. Predicar la no violencia entre
los trabajadores como hacen CUT-BAI y Julio Anguita o realizar una
solemne exaltación de la Guerra Popular cuando la burguesía avanza
inexorable reprimiendo al pueblo, en momentos en que las clases
trabajadoras se encuentran bajo las influencias del reformismo, presas
de la espontaneidad e inconsciencia y cuando en las grandes
manifestaciones apenas aparecen las insignias comunistas, es una falta
de vivir la realidad, que pone al pueblo a merced de las políticas del
gran capital.
El
PCOE, considera que poner la otra mejilla no encuadra en el ámbito de
la política y tampoco la propugna de una insurrección anacrónica (por no
existir las condiciones), lo que procede es ganarse el “titulo” de
vanguardia de los trabajadores, poner los medios para unirlos
políticamente, a la vez que día a día construir los órganos de Poder
Popular, que irán adquiriendo las experiencias de luchas en centros de
trabajo y en la calle, juntos. Sin preparación no habrá respuesta
consciente y suficientemente sólida por parte del pueblo trabajador, que
será en definitiva quien repela las embestidas económicas, políticas,
ideológicas y militar del gran capital, naturalmente dirigidas por su
Partido Comunista.
COMISION IDEOLOGICA DEL PARTIDO COMUNISTA OBRERO ESPAÑOL
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