En una crisis capitalista, las condiciones de
vida de la clase obrera experimentan un consabido bajón con respecto a los períodos
en que el desarrollo del capitalismo produce un auge(que a la postre da lugar a las
crisis de sobreproducción), aunque la explotación y esclavitud asalariada no
cambie en ninguna de las dos maneras.
Sectores de la pequeña burguesía se pauperizan y aún espontáneamente,
las masas obreras empiezan a responder, se empiezan a cuestionar los períodos
de calma burgueses(aunque esa calma sea violencia para los oprimidos) y se
producen manifestaciones espontáneas de rabia obrera, es decir: la lucha de
clases empieza a dar síntomas de cambios cuantitativos, siempre de manera
espontánea y sin la debida conciencia de clase y organización que permita
llevarlos a su objetivo final que es el socialismo.
Es entonces, ante estos períodos de flujo en la lucha de
clases cuando se produce un curioso fenómeno en la psicología del burgués, o
del pequeño burgués: el miedo, ese miedo que empieza a cambiar de bando. El
burgués tiene miedo de la respuesta del obrero, porque sabe que cuanto más
concienciada y más próxima a comprender el objetivo del socialismo este la
clase obrera más cercana está la desaparición de su dominación de clase, y por
ende su desaparición como clase.
El pequeño-burgués, de psicología que vacila ante el gran
capital que lo proletariza y el miedo a la revolución obrera va dando tumbos de
un lado a otro ideológicamente, en un camino que conduce al fascismo, es decir,
en convertirse estas masas pequeño-burguesas en los instrumentos de terror
sobre la clase obrera paradójicamente al servicio de los intereses de esa gran
burguesía y de ese capitalismo en el que el único futuro que tienen los pequeño-burgueses es ir
pauperizándose progresivamente ante el poder de los monopolios. El capital
tiende a concentrarse y el pequeño-burgués, pequeño propietario, tiende a
desaparecer engullido por ese capital monopolista.
Sin embargo, no podemos olvidar que el pequeño-burgués
pertenece a una determinada clase social, por tanto ante la contradicción clase
obrera-burguesía tenderá a situarse del lado del gran capital
buscando esa protección ante la agudización de las contradicciones de clase que
le atenazan. La pequeña burguesía busca refugio en el poder del gran capital y
a su misma vez sirve de movimiento de masas de la acometida terrorista abierta
del gran capital ante la clase obrera: esta ligazón dialéctica produce el fenómeno
del fascismo. Es decir, todo estado capitalista en su fase imperialista, de dominación
de la oligarquía financiera, tiende a la reacción.
El fascismo es la dictadura abierta de los elementos más
chovinistas del gran capital y de la oligarquía financiera, pero esa dictadura
no se puede producir sin dos elementos clave: la fuerza del Estado como arma de
dominación y la agrupación de la pequeña burguesía en organizaciones de masas. Repasemos
la historia y veremos que todo fascismo va ligado a un movimiento de masas de
la pequeña burguesía, que cree conquistar el poder del estado pero que en
realidad está sirviendo a los intereses de la oligarquía financiera. Echemos un
vistazo a la composición orgánica del capital dentro de los estados
corporativos del fascismo y veremos que a pesar de la fraseología
pseudo-revolucionaria de los elementos pequeño burgueses, que incluso
consideran el fascismo como una revolución, lo único que escondía era la idéntica
dominación de la oligarquía financiera que controlaba el poder del estado, al
igual que lo hace en la democracia burguesa: los Krupp, los Thyessen, los
Agnelli, los March, los Alba, etc controlaban realmente el poder político del
Estado en los estados corporativos fascistas de Alemania, Italia, España, etc.
Este movimiento de masas de la pequeña burguesía, debido a
la debilidad cuantitativa con respecto a las clase avanzada y revolucionaria
de la sociedad(la clase obrera) necesita ganarse a sectores de esa misma clase
obrera para convertirse en auténticos movimientos de masas. La psicología del
burgués fascista, como clase reaccionaria de la sociedad, tiende a vacilar
cuando de enfrentarse al proletariado se trata, a pesar de su odio de clase
necesita que hayan sectores de la clase obrera que ejecuten la violencia
reaccionaria ante sus propios hermanos de clase.
En este marco se encarna la iniciativa de elementos
facciosos en el sevillano barrio de la Macarena. Con la excusa de “combatir” al
lumpenproletariado, es decir, a los elementos marginales de la sociedad
articulan plataformas “ciudadanas” que lo que buscan es acercar además de a la
pequeña burguesía local a sectores del proletariado a esas ideas reaccionarias
de la burguesía y la pequeña-burguesía, es decir: al fascismo, con el objetivo
de configurar un movimiento de masas cuyo enemigo final no es este lumpenproletariado,
sino la clase obrera en su conjunto.
Para estos elementos burgueses, el enemigo no es solo el
indigente, el vagabundo o el extranjero, sino la clase obrera que en períodos
de crisis comienza a protestar por su situación insoportable. Es decir, desvían
la atención del causante de los males de la sociedad, que es el modo de
producción capitalista, hacia una teórica inseguridad “ciudadana” o hacia
problemas delincuenciales relacionados con la marginalidad social. Independientemente
de la existencia de esos problemas, que incluso se podrían poner en duda en
otro artículo, lo que persigue este movimiento reaccionario es habituar a los
habitantes de ese barrio a las “razzias” contra todo aquel que suponga un obstáculo
a la dominación del capital: primero los indigentes para ganarse los favores de
las masas y luego la clase obrera, a la que oprimirán de manera terrorista. Y
este desarrollo de los acontecimientos lo marca la historia del propio
desarrollo del fascismo: históricamente siempre ha seguido estas pautas. Miremos
el caso cercano de Grecia y veremos cómo ha crecido el movimiento fascista
Amanecer Dorado, mediante la criminalización y satanización de los inmigrantes
y extranjeros, que no son su principal enemigo sino un medio para conquistar a
las masas con el objetivo final de imponer la dominación terrorista y abierta
sobre la clase obreras, es decir: el facismo.
Por tanto, el objetivo de estos dirigentes vecinales, de
extracción burguesa es crear un movimiento de masas fascista en el barrio, con
la excusa de combatir a la indigencia. Pero en el delirium tremens de estos
elementos olvidan la clave, olvidan al sujeto revolucionario, que es la clase
obrera, y más en un barrio proletario como la Macarena.
Desde nuestro punto de vista, desde el punto de vista de la
clase obrera no puede haber ningún barrio habitable y tranquilo desde el mismo
momento en que existe la sociedad de clases. Desde el mismo momento en que
existe el capitalismo. Desde el mismo momento en que ese capitalismo, debido a
la anarquía de la producción y el afán de lucro, conlleva la existencia de
crisis cíclicas.
Y en esas crisis cíclicas es cuando más sobresalen los efectos
criminales del capitalismo. ¿De que habitabilidad nos hablan estos señores
cuando decenas de vecinos de la Macarena son desahuciados de sus casas? ¿De que
paz nos hablan estos señores cuando ellos obtienen pingües ganancias debido a
la existencia de un ejército de parados, a los que hacen pelear entre sí por el acceso a trabajos basura? ¿De que bienestar nos hablan cuando la
clase obrera no tiene derecho ni a puestos de trabajo cada vez menos
remunerados y de mayor cantidad de horas? ¿De que infancia y mayores nos hablan
cuando para la clase obrera empieza a estar vetado el acceso a la sanidad, a la
educación, a la cultura, al ocio? En definitiva, ¿de qué sociedad sin
conflictos de clase nos hablan estos señores?
La respuesta es sencilla y el desarrollo de los hechos lo
demuestra: estos señores, estos líderes vecinales pertenecen política, ideológica
y psicológicamente a una determinada clase social que es la burguesía. Por
tanto para ellos el problema no es la existencia del paro, de los desahucios,
de la pérdida de derechos, de los recortes en la sanidad, en definitiva del
drama en que se ha convertido la vida para cada vez más amplios sectores de la
clase obrera.
Para ellos el problema es no poder disfrutar de la vida
ociosa que su posición de clase dominante les otorga.
Para ellos el problema es que se vean las miserias del
capitalismo y los efectos que este provoca sobre las capas de la población cada
vez más amplias: emigración forzosa debida a la miseria en los países de origen
que a su vez es debida a la rapacidad de las transnacionales capitalistas que esquilman los
recursos de países que podrían ser mucho más desarrollados de lo que son. Por
ejemplo Nigeria nada sobre un mar de petróleo en su subsuelo, es uno de los países
más pobres del mundo debido a que ese petróleo no pertenece al pueblo
nigeriano sino a un puñado de corporaciones occidentales. Si los trabajadores
nigerianos controlaran este petróleo y los beneficios que redundan de él, no se
verían obligados a emigrar a los barrios de la Europa imperialista.Una Europa donde dicho
sea de paso, como es el caso de España, cada vez se produce mayor éxodo de
inmigrantes y de jóvenes obreros en busca de oportunidades en otros lugares.
Para ellos el problema no es la explotación capitalista, ni
que la clase obrera sufra, para ellos el problema es que la clase obrera se
queje de dicha situación. Para la burguesía los obreros no son más que
eslabones de la cadena productiva, y por eso en su psicología no comprenden
como un instrumento puede rebelarse ante la injusticia, y de ahí que esta
incomprensión se transforme en odio con la agudización de la lucha de clases.
Por todo ello llamamos a la clase obrera de la Macarena a
responder con el más absoluto rechazo y desprecio a estos intentos de la
burguesía de convertir nuestros barrios en focos del odio racial, en focos de la
xenofobia, en focos del odio al marginal, porque su objetivo es convertir estas
manifestaciones de repulsa en focos de odio al obrero.
Nuestra clase social ya peleará por la dignificación de
nuestros barrios, nuestra clase social ya sabrá rechazar a los elementos
antisociales y nuestra clase social ya sabe señalar al enemigo principal: el
capitalismo que los condena a la miseria y a la ruina, el capitalismo que hunde
sus vidas.
Por tanto como miembros del partido de vanguardia de la
clase obrera llamamos a apoyar cuantas muestras de desprecio a estos elementos
facciosos y burgueses se sucedan. Llamamos asimismo a apoyar las
reivindicaciones espontáneas de personas indignadas con la actuación de estos
fascistas, sin olvidar que no podemos quedarnos en el espontaneísmo. El
fascismo es un problema político y de clase y como tal debe ser la respuesta
que los obreros le demos.
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