La
gravedad de la crisis y la delicada situación política del país hacen
que este año el Día de Andalucía (28 de Febrero) adquiera una
importancia extraordinaria y haya servido para que los partidos
políticos a la “izquierda” de la Junta de Andalucía, aprovechando
la fecha, saquen a relucir sus programas de gala que custodiaban
celosamente, a la espera de una oportunidad como ésta que sea propensa a
la recuperación por parte de los andaluces de las esperanzas y las
expectativas que habían perdido.
Un grupo de asociaciones sociales y un buen número de partidos
políticos entre los que destacan: JCA-Sevilla, CJC, PCPA-PCPE, CUT-BAI,
Unidad Popular de Aguilar, MAIS, PA, IU por la Base, JJ.AA., Primavera
Andaluza, Equo Andalucía, Red Roja, Corriente Roja, En Lucha, Izquierda
Anticapitalista; las organizaciones supuestamente más revolucionarias de
la región, se han dado una cita unitaria embargada por la emotividad de
la “efeméride”, con la pretensión de proponer los medios hacia metas
económicas y políticas que pongan fin a la precaria situación de
Andalucía. En esta dirección, han redactado un llamamiento al pueblo
andaluz para que salga a la calle a decir “basta ya” mediante un
programa que, orgullosamente, se desliza por una doble vertiente: por la
lucha contra el sistema y por la soberanía “nacional andaluza”, la cual
reivindican subrepticiamente.
El Partido Comunista Obrero Español ha analizado el manifiesto unitario
y ha llegado a la conclusión de que un Partido Comunista no puede estar
de acuerdo con él porque soterradamente, y al abrigo de un discurso que
derrama efervescencia, es contradictorio y a veces reaccionario, que
oculta una nueva traición a las clases trabajadoras del estado español.
En verdad, de lo que se trata es de una mala copia de la alternativa del
“paso intermedio entre capitalismo y socialismo” que erróneamente
suscribió el Movimiento Comunista Internacional durante determinada fase
de su proceso decadente, y que luego la historia ha finiquitado por
inservible y porque finalmente la proclama contribuye a la escisión del
Movimiento Obrero del estado español de muy graves consecuencias en
estos momentos históricos.
Las resoluciones del análisis que se han llevado a cabo en el documento
exigen cambios estructurales que liberen el camino hasta superar el
capitalismo; por lo tanto, a esa altura hay que tratarlo en su
enjuiciamiento y no como una mera denuncia más de la situación que
atraviesa Andalucía, ni tampoco a nivel de crítica de un acontecimiento
específico y coyuntural. Los firmantes han presentado sus credenciales
“revolucionarias” en un programa que contiene nacionalizaciones y la
abolición de fuerzas represivas, que en su entendimiento ponen las bases
para superar el capitalismo. El Manifiesto contiene, en opinión del “Bloque Crítico” -como se hace llamar el grupo variopinto de organizaciones firmantes del manifiesto- el proceso por donde debe discurrir la revolución social que corresponde en estos momentos.
Durante las crisis, la disputa de los mercados internacionales entre
los imperios se exacerba y se encona produciendo fricciones, guerras
locales e incluso mundiales, tal es la historia del capitalismo. El
carácter de la crisis contemporánea revela la naturaleza criminal del
sistema burgués y su anacronía, pues pese a gozar de un avance colosal
de sus fuerzas productivas no puede afrontar la pobreza y dolencias
sociales como en antaño. Pero como siempre hemos afirmado, el
capitalismo no se desmorona ni se autodestruye, tiene que ser aniquilado
por su contradicción antagónica: la clase obrera y sus aliados. En
nuestro país, al igual que en la Europa desarrollada, hace décadas que
se cumplen todas las condiciones para la lucha por el socialismo. El
PCOE junto con otros partidos comunistas llegaron a la convicción de que
entre el capitalismo y el socialismo no existe ningún estadio de
producción intermedio, resolviendo que todo lo que no sea luchar por el
socialismo significa dejar en manos de la burguesía el control del poder
real, que determina a lo sumo tibias reformas dentro del sistema
explotador pero que nunca conducirán a su desaparición.
La lucha por los mercados ha promovido una nueva configuración
imperialista mundial. Por un lado, aparecen nuevos imperios -los mal
llamados países emergentes- que disputan mercados y zonas de influencia a
los viejos imperios, aprovechando su situación de grave crisis, a la
par que se consolidan también zonas de influencias económicas y
políticas de estados imperialistas, los cuales conforman asociaciones
supranacionales que son la expresión de los intereses de los monopolios
de dichas naciones.
En este proceso de cambio en el ámbito mundial, el Estado monopolista
español se ha ido transformando en un estado imperialista con notable
presencia e influencia. Es indudable que la nueva configuración incide y
debe tenerse en cuenta en todo planteamiento de transformación social
en cualquier país, en el español también.
Así pues, la lucha anticapitalista tiene que ser forzosamente
antiimperialista y viceversa. Derrocar el capitalismo en nuestro país es
inconcebible sin propugnar la salida de la UE, órgano supranacional de
los monopolios europeos; sin embargo, esta reivindicación primaria no es
contemplada por el Manifiesto unitario. ¿Olvido? En absoluto, es la
consecuencia de un análisis marcadamente reformista, que proviene de la
mezcolanza de opiniones de partidos reaccionarios (PA), izquierdistas
(CUT-BAI, MAIS), oportunistas (PCPE-PCPA, UPOA) y otros de catadura
indescifrable, que abjuran en la práctica de la lucha de clases, pues
hablan de personajes y de gobiernos pero no de Estado, y que obvian la
unidad de los trabajadores del estado español, imprescindible para
derribar al Estado de los monopolios. En el fondo, se trasluce la
posición nacionalista pequeño burguesa de algunas formaciones que tienen
la idea de que la lucha es entre Andalucía y el “neoliberalismo”, en
vez del estado capitalista contra las clases trabajadoras. Al no
pronunciarse por la salida de la UE, los firmantes se alinean con los
partidos y burguesías nacionalistas vascas y catalanas, que buscan la
acreditación de su soberanía a través del reconocimiento como nación por
parte de los monopolios europeos (UE).
Resulta ridículo, fruto del pensamiento pequeño burgués de los
partidos, advertir en un manifiesto que se propone la rebeldía, amparado
en el hipotético rigor de sus postulados, que Rajoy es un pelele en
manos de “la Merkel”, elevando a la categoría de impulsor del devenir
político y económico del continente europeo, al carácter y a la
personalidad de los individuos. Al más incauto de este universo no se le
escapa que las relaciones existentes dentro de la UE entre sus miembros
es la cristalización de la contradicciones entre grupos monopolistas
que, por un lado y a tenor de su potencial, dilucidan sus diferencias
dentro de la Unión al tiempo que entretejen estrategias comunes para
afrontar la lucha por los mercados contra otros imperios, con intereses
opuestos a ellos. Sin embargo, los grupos monopolistas que forman la UE
se muestran en todo momento unidos y coinciden en lo esencial cuando se
trata de agredir a las clases trabajadoras de los países asociados.
Entre Merkel, Rajoy, Hollande, Monti, etc. no existen diferencias en
torno a la explotación de los trabajadores ¿Acaso las medidas adoptadas
por el gobierno del PP, y también las aplicadas anteriormente por el
PSOE, son contrarias a los deseos de los capitalistas españoles? ¿Han
sido motivo de desavenencia entre los intereses de los monopolios
alemanes y españoles? ¿Durante los 37 años de democracia burguesa, han
necesitado alguna vez los gobiernos españoles, la autorización, empuje o
presión de ninguna Merkel para imponer sus políticas antiobreras?
La metodología utilizada por el “Bloque crítico” deriva hacia
posiciones derechistas, recurriendo a conceptos que confunden a los
trabajadores. En el manifiesto se concreta: “Como la historia ha
demostrado cuando un pueblo se levanta con decisión no hay gobierno que
pueda pararle. Y cuando los gobiernos no escuchan la voz de su pueblo,
cuando sólo tienen miradas y atenciones para los ricos, cuando incumplen
reiteradamente sus promesas... han perdido su legitimidad. Contra el
mal gobierno, es justo rebelarse. ¡Vamos a tomar la calle! “ …
Resulta evidente, que el objetivo a conseguir no es destruir el estado
capitalista, por el contrario, éste permanece incólume en las
aspiraciones de los reformista que buscan el cambio de gobierno, de un
gobierno que pierde moralmente su legitimidad porque sólo mira y atiende
a los "ricos". De lo que se deduce que los firmantes del documento
admiten que en el capitalismo pueden existir gobiernos que miran por
igual a los ricos que a los trabajadores. En su consecuencia, el
Manifiesto, pese a su “agresividad”, no traspasa las lindes del
capitalismo.
La gran culpa recae sobre el neoliberalismo que durante los últimos 30 años ha llevado a cabo una ofensiva que “no solo ha desmantelado nuestra economía”,
también han puesto en riesgo al planeta. ¿De qué economía nos habla el
“Bloque crítico”? ¿Existía hace 30 años, o hace 10 años, una economía
socialista andaluza, es decir, gestionada y controlada por las clases
trabajadoras, siendo éstas las dueñas de los medios de producción? No.
Es evidente que tanto en Andalucía como en el resto del Estado español
sólo ha existido una economía, un único modo de producción, en formas y
grados variables: el capitalismo explotador. Los firmantes del
documento, una vez más se descubren como defensores de un capitalismo
dulce, que es la propuesta central del Manifiesto.
Una prueba más e irrefutable del carácter burgués de las propuestas que
se recogen en la proclama, la encontramos en la siguiente sentencia: “Pero
también nos ha robado la democracia. Al capitalismo en su decadencia le
sobran las libertades y derechos democráticos. Y a nosotros nos sobra
una Constitución, producto de un pacto con los residuos del franquismo,
que se ha demostrado inútil a la hora de parar la guerra de los mercados
contra el pueblo”.
De
nuevo tenemos que preguntar a los salvadores de Andalucía ¿Cuál
democracia nos han robado? Más lejos en el oportunismo no se puede
llegar. Jamás ha existido la democracia de los trabajadores, ni existirá
hasta el advenimiento del socialismo. La que conocemos es la democracia
burguesa y desde sus principios históricos más allá de nuestro país,
ésta se ha caracterizado por negar en la práctica los derechos y las
libertades constitucionales, todo ello es consustancial al sistema
capitalista. Sin embargo, el “Bloque crítico” considera suya la
democracia burguesa y sólo la estiman mala en el periodo de decadencia
del capitalismo.
Oportunismo tras oportunismo, nuestros revolucionarios vierten
conceptos que malforman la conciencia del pueblo trabajador. No es de
recibo que partidos comunistas de países capitalistas, caso del
PCPE-PCPA, les den a la Constitución burguesa el rango de revolucionaria
y le conceda una fuerza por encima de la clase social que la concibió: “Y
a nosotros nos sobra una Constitución, producto de un pacto con los
residuos del franquismo, que se ha demostrado inútil a la hora de parar
la guerra de los mercados contra el pueblo” ¿Cómo debemos
interpretar este párrafo?, Sencillamente, el grupo emancipador andaluz,
no ha entendido aún que es la lucha y la correlación de fuerzas entre
las clases sociales la que determina una batalla y no una Constitución,
por avanzada que se precie. Pero en ellos tiene su lógica, porque de
ningún modo desbordan el marco burgués, siendo así que les baste con
reformar la Constitución en aquéllos aspectos que en su opinión ha
podido fallar a la hora de parar la guerra de los mercados contra el
pueblo. La contradicción está servida después de transmitir que les
sobra una Constitución así; sin embargo, insiste en la misma, incluso en
reforzarla devolviéndole antiguas atribuciones “Revocación de la
reforma constitucional que, en nombre de la estabilidad presupuestaria,
establece como prioridad absoluta del presupuesto el pago de la deuda” Realmente nuestros emancipadores ¿saben lo que quieren?
Como es lógico, las ideas expuestas en el Manifiesto sobre las causas
de los problemas del “pueblo andaluz”, sobre la democracia, sobre el
motor de la historia, etcétera, de claro contenido burgués tenía que
tener su expresión práctica en las reivindicaciones y medidas que se
desean acometer, por supuesto, ninguna de ellas rebasan el marco de
producción burgués. Nos hablan de nacionalizaciones, que no
socializaciones, nos hablan de una banca pública, nos hablan de muchas
cosas, que hasta ahora han constituido el estandarte oficial de la
socialdemocracia. Pero no nos hablan del poder de los trabajadores, de
la abolición del parlamentos burgués, de la formación del poder popular,
garantía de la democracia obrera.
Que nadie venga a decirnos que no estamos en la realidad, pues somos
conscientes que el pueblo trabajador no está preparado para luchar por
el socialismo, y de eso se trata en este periodo de luchas económicas,
de transformarlas en políticas a través de la ideología de clase. Es
hora de aprovechar las circunstancias, para adoctrinar a las clases
populares en todo tipo de actividades frente al capitalismo al mismo
tiempo que se le esclarece conceptos de la lucha de clases hasta ahora
incomprendidos, para forjar el ejército que debe derrocar el
capitalismo. Día a día, pero con la verdad y sobre objetivos claros es
como se irán forjando los órganos de Poder Popular.
Los trabajadores deben saber que el cese de la violencia de género, que
la eliminación efectiva de la corrupción económica, que la verdadera
igualdad entre los sexos, que la eliminación de la influencia y dominio
de los mercados, solo vendrá con el socialismo. Y la conquista del
socialismo no vendrá jamás de la mano del nacionalismo como pretenden
los firmantes del documento, sino desde el poder de los trabajadores de
todo el estado, después de haber derrocado al capitalismo monopolista de
Estado.
Pero esto es pedir peras al olmo, muchos de los grupos que han firmado por la “honorabilidad”
de Andalucía practican hábilmente el camaleonismo. Por ejemplo el PCPE y
CJC, en sus documentos oficiales tienen posicionamientos diametralmente
opuestos a lo que en la práctica hace, como lo demuestra el Manifiesto.
También CUT-BAI que denuncia a IU, después de ser corresponsable de su
subida de votos y así, unos tras otros, hasta llegar al PA, que ha dado
muestras más que suficientes de su profesión interclasista. De un grupo
heterogéneo en lo que encontramos de todo, sólo era posible la
generación de un documento como el que acabamos de examinar, la enésima
traición a la clase obrera.
COMITÉ REGIONAL DE ANDALUCIA DEL PCOE.
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