domingo, 13 de enero de 2013

Texto completo de la introducción a la charla del PCOE



Camaradas y amigos:
Vamos a dar comienzo el acto. Los cinco camaradas que presidimos la mesa  integramos la célula de veteranos de Sevilla, que dadas nuestras edades, las precarias condiciones físicas que exhibimos y debido tambén a nuestro alejamiento del movimiento obrero, no podemos desarrollar la labor normal de un militante jóven. Por todas estas cuestiones  hemos creído oportuno programar una serie de conferencias-coloquios en las que podremos aportar nuestras experiencias teóricas y  prácticas con las que poder servir al partido.
 
 
En primer lugar  daremos paso al camarada Ricardo Cáceres:
 
Camaradas y amigos:
La lucha por el socialismo es inseparable de la lucha por la libertad, por eso los comunistas somos los más fervientes luchadores por las libertades de los trabajadores y de los pueblos. No podemos comenzar esta conferencia-coloquio sin recordar ni denunciar que en el Estado español existen cientos de presos políticos, nacionalistas y comunistas,  que llevan años en las cárceles ante el más absoluto silencio de los medios de comunicación.
Así mismo, se constata que conforme la crisis se agudiza y se toman medidas mas reaccionarias, se va intensificando la represión contra las masas trabajadoras, como lo demuestran las actuaciones de la policía frente a las manifestaciones y la persecución de nuestros camaradas, especialmente jóvenes.
Baleares, Alcalá de Henares, Cazorla, son pruebas inequívocas de que el Partido centra la atención de las fuerzas represivas. Se da el caso de que a un camarada de nuestra Federación de Jóvenes Comunistas, lo han sancionado en dos ocasiones; la primera por liderar una manifestación estudiantil sin pedir permiso, mientras la segunda es pura saña, porque lo vuelven a sancionar por liderar una manifestación en la que no estuvo. A nuestro camarada secretario Político del Comité Regional de Baleares lo retuvo la policía en plena calle, sin que tuviera lugar manifestación ni ningún acto en ese momento.
Ellos se preparan, ellos atemorizan, nosotros debemos hacer lo propio y con ese espíritu revolucionario vamos a celebrar la presente Conferencia-Coloquio.
 
Por la libertad y el Socialismo
Viva el PCOE.
 
A continuación damos paso al camarada José Luis Ramos:
 
Camaradas y amigos:
El más sublime de los principios revolucionarios es el Internacionalismo Proletario, que eleva al obrero a la universalidad. Todos los trabajadores del mundo somos hermanos de clase y cuando maltratan a uno en un rincón muy lejano de nosotros, nuestro corazón de comunista sufre.
Por estas razones  denunciamos a los Estados europeos, especialmente al Estado español y a los medios de comunicación que les sirven de títeres, por su campaña contra Cuba y Venezuela, que buscan encontrar falsas causas, que ante la opinión pública mundial justifique intervenciones bien directas o por medio de golpes de Estado, para frenar el proceso antiimperialista que se lleva a cabo actualmente en América Latina y que tienen por objetivos,  evitar en primer lugar que dicho proceso se convierta en una lucha abierta por el socialismo, y en segundo lugar, rapiñar las fuentes energéticas que constituyen las riquezas autóctonas de los pueblos que desean construir un mundo independiente del imperialismo.
Pero la célula de Veteranos del PCOE de Sevilla, estima que nuestra solidaridad no es puro formalismo, sino que forma parte de nuestros principios marxista-leninistas en los que nos inspiramos para decir que si el combate contra el imperialismo no tiene como objetivo el socialismo, a la postre, serán barridos o se convertirán en un país capitalista explotador de las fuerzas de trabajo, es decir, en un eslabón de la cadena imperialista.
 
Por el Internacionalismo Proletario
Por el Socialismo
Viva el PCOE
 
Y antes de pasar a la lectura del informe, damos paso al camarada Juan Gervasini.
 
Camaradas y amigos
La presente conferencia coloquio, que lleva por título “psicología y conciencia”, va mucho más allá de ofrecer una explicación racional sobre el comportamiento de los trabajadores ante la sociedad capitalista. Es también una apuesta de la célula de Veteranos del PCOE de Sevilla, por reparar el daño que se ha hecho a la militancia comunista, por parte de quienes cobijándose con el honorífico título de comunista, lo que han hecho es desprestigiarlo.
La burguesía y los oportunistas han puesto sus ricos medios en actividad para inculcar en la mente de los trabajadores el rechazo a todo lo que huela a comunismo. Nosotros no podemos permitirlo, porque en nombre del comunismo, del Partido Comunista, han muerto asesinados miles de militantes anónimos de todo el mundo que arriesgaron sus vidas por legarnos una vida digna, ajena a los abusos y a la explotación.
Como veteranos tenemos el deber de reivindicar a aquellas mujeres y aquellos hombres que perdieron años de sus vidas y que gracias a ellos, después de tantos reveses, el ideal comunista prende con fuego vigoroso en la juventud y en todos los que superando miles de obstáculos, consagran sus vidas y su tiempo en lograr el ideal sublime de la humanidad: el comunismo.
Recordemos los nombres de Asciclos, Cordero, Ortega y tantos camaradas del PCOE que lucharon dentro y fuera de las cárceles por no renunciar a su nombre de comunista.
Por eso no avergonzarse de ser comunista y de hablar sin ocultar que se es comunista, lo cual significa vencer la propaganda burguesa y a los traidores y levantar  la bandera de la libertad y de la igualdad.
 
Vivan los comunistas
Viva el PCOE
 
Para iniciar el debate, cedemos la palabra al camarada Manuel Góngora, que dará lectura al informe que iniciará el debate.
¿Quién no se ha preguntado alguna vez, por qué fulanito pese a pasar por una situación extremadamente mala, que tiene varios hijos que alimentar y para ello necesita la ayuda de la familia, no se rebela contra las injusticias? El caso de fulanito que se muestra pasivo ante su destino, no es para nosotros lo más importante en este debate; además, no es ni pasivo ni neutral, porque ante la incomprensión de muchos, incluso de muchos de nosotros, arremete contra quienes no estamos dispuestos a soportar indolentes esta forma de vida y nos levantamos contra el capitalismo. El obrero desconcienciado se enfrentará contra nosotros, contra nuestras ideas, como si el capitalismo fuese algo suyo.  Todo el mundo sabe,  que como el tal fulanito, hay millones de trabajadores que viven sin perturbarse por ser explotados y sin ofrecer ninguna resistencia contra los culpables de sus desgracias.  Sin embargo, no son estos millones de trabajadores los que nos preocupan especialmente, sino el hecho de que haya también numerosos militantes comunistas que dudan, que se ven incapacitados para ofrecer una explicación científica del proceder de los trabajadores, dejando claro que no están en condiciones de cumplir con su cometido de comunistas.
En esta primera conferencia vamos a intentar, paso a paso, ir allanando el camino que nos llevará hasta la comprensión de la conducta del obrero y lo haremos de la manera más  sencilla posible, para que su lógica sea accesible a todo el partido, a los militantes, a los simpatizantes y a los amigos, con el propósito de que adquieran la firmeza necesaria que le facilite la labor de convencer en sus círculos de amistades y laborales,  cuando hablen de política.
La pregunta capital es:  ¿Cómo adquiere el trabajador la conciencia de clase? Pensad por un instante que el proletariado moderno es junto con la clase burguesa,  las únicas clases paridas por el modo de producción capitalista, las demás clases y muchas profesiones: campesina, terrateniente, etc.,  son clases que pertenecen a otros sistemas de producción más antiguos que el capitalismo. Así pues, el proletariado le debe su existencia al capitalismo, aunque fuese engendrado en el feudalismo, y morirá cuando no quede rastro del modo de producción burgués. Es natural y obligado, por consiguiente, que su pensamiento sea, desde el principio, totalmente burgués. Todo lo que le rodea, desde su nacimiento hasta su muerte, será capitalismo en movimiento,  por lo que las influencias que éste ejerce y ejercerá sobre su mente es total y absoluta. Aunque no existiesen medios de comunicación masiva, el proletariado moderno estaría bajo el dominio de todo lo que es y representa el capitalismo, porque como hemos dicho es hijo suyo.
Si un revolucionario piensa que un proletario con pensamiento burgués es un contrasentido, se equivoca y dificilmente lo ganará para la causa revolucionaria, porque no ha entendido nada.  No es el capitalismo el que nos roba un hermano de nuestra clase,  somos nosotros los que vamos a quitarle un hijo suyo, que además es su sustento, lo que le da la vida. Tenedlo siempre presente.
A pesar de su conciencia burguesa, el proletariado, por  ser el mas moderno y el más numeroso, nace con la misión de dirigir a todas las clases y capas sociales que están siendo explotadas por el capitalismo para acabar con éste, pero ¿por qué y cómo opera esta contradicción? Como quiera que el mundo en el que vive y al que pertenece es el mundo burgués, jamás por sí mismo se dará cuenta de la necesidad de transformar la sociedad capitalista en otra que no está en su mente, que para él no existe, alguien se la tendrá que descubrir y no resultará bastante con descubrírsela, habrá que inculcarsela,  por medio de un proceso práctico. Nunca por cuenta propia podrá descubrir el concepto plusvalía que él genera y que es el motivo del enriquecimiento del burgués;  tampoco alcanzará a descubrir la composición orgánica del capital, la cual explica la aparición forzosa de sucesivas crisis económicas, causa de muchas de sus desdichas, etc.; nunca pues, llegará por su propia experiencia, a comprender en su contenido y forma al sistema capitalista, pese a haber sido parido por él; en definitiva, nunca concebirá el socialismo como salida. Eso no quiere decir que no busque las respuestas a las preguntas que se hace; pero las que encuentra, debido a sus limitaciones, siempre chocarán con lo que el sistema le ha enseñado como la verdad indiscutible de la vida,  esto es, que para que una sociedad humana tenga razón de ser, tienen que haber personas capacitadas y dedicadas a dirigir, y otras a trabajar. Quienes deben emplearse a una tarea u otra será, para el obrero, cuestión de suerte o de inteligencia, y concluirá que todos los males pueden solucionarse, bien cambiando a los dirigentes que no cumplen correctamente con su misión en la sociedad, o bien haciendo trabajar más y mejor a los dirigidos.  Hasta aquí puede llegar su análisis sin ayuda de nadie, pero no más lejos.  Pensad que al ser hijo del sistema, estas premisas las ve de un modo natural;  todo lo demás, que no se le manifiesta prácticamente, es para él pura fantasía. Preguntemos a cualquier obrero que no haya alcanzado aún la conciencia de clase y veremos que todos están más cerca de querer “independizarse” o de convertirse en patrón, antes que hacer la revolución, algo que no se plantea de ninguna de las maneras, porque lo primero es tangible, lo otro no le llega a su mente ni tan siquiera como una posibilidad, porque requiere todo un proceso de enseñanza, como estamos teniendo nosotros, y esa enseñanza le tiene que venir de fuera de la simple relación económica con el patrón, le tiene que venir del partido, como nos viene a nosotros.
Pero pese a su apocada voluntad y a su forma de pensar, un tanto necia, no puede evitar el desarrollo de las contradicciones irreconciliables que subyace entre el patrón y él, aunque todavía no la vea, porque no se le haya manifestado. Contradicciones que se irán enconando paulatinamente por medio de la acción, de la práctica, pues la burguesía para sobrevivir en este sistema de competencia cruel, se ve obligada por imperativo natural, por inercia de la economía capitalista, a explotar más y más al trabajador.  Y lo explota de la única manera que puede, haciéndole trabajar más, obligándole a producir mayor cantidad de productos en el menor tiempo posible,  a la par que le reduce su salario directa o indirectamente.
El patrón paga un salario al obrero  - no vamos a entrar en los conceptos económicos marxistas para ir más rápido- , pero al cabo del tiempo, el dinero que paga el patrón ve reducido su valor y es debido a que todo cuanto necesita el obrero para vivir es cada día más caro. El obrero le pide al patrón un aumento de sueldo con el fin de asegurarse todos los elementos vitales; éste, sin embargo, se niega totalmente a dárselo para no perder cota de ganancia, o le ofrece una cantidad bastante menor de la que le demanda, por lo que la contradicción entre patrón y obrero se hace ya más visible; sin embargo, ésta es todavía una contradicción normal y conciliable en opinión del trabajador, que solo ve en ella una relación económica,   jamás política y menos aún ideológica.
Esta relación entre obrero y patrón genera lo que se llama la psicología del obrero. A éste no le gusta que su patrón, al mismo tiempo que obtiene mayores beneficios, le niegue una subida de salario suficiente; pero esta psicología no se transformará jamás en conciencia de clase, por poco que pague el patrón. Por mucha explotación que ejerza el patrón sobre el obrero, éste continuará igual, con más tensión pero igual, no gustándole la citada relación, pero nada más. Llegado a un punto, en el que la precariedad del salario es ya insoportable, la mente del trabajador comienza a evolucionar tímidamente, llegando a pensar que si todos los  compañeros y compañeras de su centro de trabajo se unen en una huelga, pueden hacer cambiar de actitud a su patrón. Tenemos pues, el embrión del sindicato. De forma espontánea los obreros deciden ir a la huelga. No obstante, a la hora de hacerla realidad, advertimos que la psicología de los obreros, o sea, el saber qué es lo que no quiere sin conocer qué debería querer, se bifurca en dos ramales opuestos; pues aún teniendo el mismo sentimiento de no gustarle que el patrón no le suba el sueldo, pese a haber éste logrado beneficios record, aún no agradándoles la relación entre patrón y obrero, la psicología se manifiesta en unos como rebeldía y en otros como sumisión; en el fondo la sumisión es una expresión del miedo. Los obreros están todavía a años luz de adquirir conciencia de clase. Los rebeldes querrán ir más allá, continuar con las acciones para hacer caer en razones al patrón,  sin negarle su autoridad y dirección y, por supuesto, sin cuestionar al capitalismo al que no cree culpable. Piensan que la conducta del patrón es un problema personal, humana, pero no un pecado del sistema; en cambio, los sumisos, ante su miedo, se rebelan contra el rebelde para justificar su esquirolismo, porque el rebelde le coloca ante una situación complicada tanto respecto del empresario, como también con su familia. No obstante, después de un proceso más o menos largo, el sumiso puede llegar a convertirse en rebelde en algún momento de su vida, e incluso su rebeledía puede desbordar a la de sus compañeros.
Posteriormente, los trabajadores rebeldes comprenden que los patronos están todos unidos para llevar una política común contra ellos. Además comprueban que el gobierno dicta leyes que favorecen a la patronal; es entonces, cuando deciden que el sindicato debe ser universal para que pueda convocar huelgas generales, con el fin de hacer retroceder los planes del gobierno.
Hasta aquí todo el proceso, descrito de una forma lineal, tiene un desarrollo espontáneo. El obrero no actúa por conciencia de clase, sino obligado para defenderse, porque en ello le va la subsistencia como persona, pero no como clase; aunque, según advertía Lenin, la espontaneidad tiene grados y es la antesala de la toma de conciencia de clase, ahí es donde debe estar el partido. Antes de proseguir debemos aclarar en qué consiste la conciencia de clase.
El patrón tiene conciencia de su clase, sabe perfectamente que para perpetuar su existencia debe continuar, y cada vez con mayor intensidad, explotando a los trabajadores; sin ello morirá, y al tomar conciencia de esta realidad inapelable, pone todos los medios a su alcance para neutralizar a su enemigo, la clase obrera, para que ésta no pueda organizarse políticamente. Sin embargo, en muchos casos,  le “ayuda” a organizarse sindicalmente, para que ésta nunca pueda alcanzar su conciencia de clase, que por lógica, ha de tener un contenido opuesto a la suya. Si el patrón vive a costa de explotar a los trabajadores, éstos no serán libres mientras que exista el patrón. En su consecuencia, el obrero ha de conocer esta realidad y asumirla, lo que significa que debe acabar con el explotador para dejar de estar explotado y esto no será posible sin eliminar el sistema que le es inherente, el sistema que le proporciona todas las armas precisas para continuar con esa explotación.
Para Lenin el trabajador toma conciencia de clase cuando asume la política comunista, esto es, cuando lucha organizadamente contra el poder establecido y no contra los efectos del poder establecido, cuando se decide por la lucha política y arremete contra todo lo que comprende el sistema que mantiene al burgués, es decir, cuando el obrero ha comprendido que él tiene que arrebatarle el poder al burgués, para imponer el suyo. Mientras esto no suceda, las luchas serán exclusivamente económicas y espontáneas y dentro de los cauces que le provee el propio sistema, a pesar de que a veces adquiere un contenido político, como es exigir que  el gobierno abola una ley antiobrera. Por ejemplo, si se consiguiera que el gobierno del PP diese marcha atrás en la reforma laboral,  la situación de explotación del obrero no variaría.
Ninguna huelga general económica, como las que se están desarrollando en nuestro país, tampoco las huelgas contra el cierre de las empresas, las manifestaciones contra tal o cual gobierno, generan por su propio desarrollo la conciencia de clase del trabajador; y ni mucho menos va contra el modo de producción burgués. Cambiará el gobierno, el tipo de dictadura del capital: como puede ser de fascismo a democracia monárquica, a república, pero siempre dentro del sistema capitalista; es decir, sin poder quitarse de encima la explotación ni el explotador,  a más nunca llegará el obrero.
Para que el obrero tome conciencia de clase, es decir, que comprenda que él puede y debe aglutinar a su alrededor a todos los explotados para acabar con la explotación y por tanto, con el régimen burgués, ha de saber cómo subyuga el capital a esas otras clases, porqué existen presos políticos, porqué los monopolios controlan la economía del campo, etc. Porqué el parlamento y el gobierno dictan leyes antiobreras. En esta dirección, tiene que aprender cual es la naturaleza del Estado capitalista, que dicho Estado representa los intereses de la burguesía y es un órgano de opresión contra las clases explotadas. Debe pues, conocer y asumir en términos generales lo que un militante de un Partido Comunista sabe, y adoptar para sí su programa. Por eso, son los comunistas al margen de los sindicatos, los únicos que pueden dirigir a los trabajadores hasta la comprensión de su naturaleza de clase, de su conciencia de clase. Podéis examinar la historia y veréis que cuando los Partidos Comunistas cumplían con su misión, la clase obrera, cualesquiera que fuesen los pases, luchaba por el poder político. Y también os percataréis de lo contrario, desde que los Partidos Comunistas han ido dejando a un lado los principios revolucionarios y por consiguiente abandonando su misión frente al proletariado, nadie ni nada le ha podido sustituir. Todas las revueltas, guerrillas, manifestaciones monstruas, han acabado en nada y los trabajadores no han tomado conciencia de clase.
Pero se dan las circunstancias, que tanto en España como en casi toda Europa, los partidos comunistas han renunciado a esta práctica,  sus militantes se limitan a actuar en los sindicatos o en frentes de masas, olvidando su misión de enseñar política al proletariado. Todas sus luchas y actividades se diluyen en el terreno sindical, con lo cual, en vez de adoctrinar a los trabajadores, lo que hacen es contribuir a la malformación de su conciencia, pues los sindicatos sólo pueden aspirar a la lucha económica, a impugnar leyes que repercuten en el mundo del trabajo. Los sindicatos,  por naturaleza,  son reformistas.
En nuestro país sucede que los llamados partidos comunistas no le hablan al obrero de su potencial, de su misión histórica, no le hablan de política ni de ideología. En los centros de trabajo las células comunistas no existen como tal, se reunen y hablan de sindicalismo, del convenio colectivo, de la expulsión de un compañero, etc.,  y para eso no hace falta la célula comunista, ya basta con el sindicato. También sucede que en el Parlamento, todos los partidos, a la hora de la verdad, llegan a confabularse contra los intereses de los trabajadores;  y aquellos que se reclaman representantes del pueblo, sólo se oponen a tal o cual ley, pero en el fondo están diciéndole a los trabajadores que a través del Parlamento se puede cambiar su signo maldito, le está diciendo que dentro del sistema hay solución a su problema. Los reformistas  son la avanzadilla del capitalismo dentro del movimiento obrero.
Todos los partidos y todas las instituciones aleccionan al trabajador en el mismo sentido, en que éste ha venido viviendo desde su nacimiento. Nadie le insinúa, menos le afirma que hay que cambiar de sistema. ¿Cómo entonces nos lamentamos de que el trabajador no nos comprenda? ¿Cómo entonces nos indignamos, porque después de una huelga general el trabajador continúe votando, y además a un partido burgués? ¿Qué otro remedio le hemos dado?.  Se le indica que el sistema tiene defectos, pero solucionables, que en la patronal hay elementos que son egoístas, pero otros no.  Se les inculca que un gobierno puede hacerlo bien o mal para sus intereses, obligándoles a elegir el menos malo, se le prepara entre todos, en lo contrario de lo que debe de aprender. A la misma vez el comunista se esconde y no le dice la verdad cara a cara,  por temor  a que el trabajador no lo siga,  no lo entienda, cuando de verdad no le sigue ni le entiende  ahora, cuando no le habla.
Nuestro partido tiene que volver a funcionar como lo hizo el partido bolchevique. No vale solo con imputar a los reformistas encaramados en las direcciones de los sindicatos que son unos traidores. Hay que utilizar los sindicatos, las instituciones, el frente de masas, para movilizar a los trabajadores, para denunciar el reformismo, para descubrirle al servicio de quien están esas instituciones, en una palabra para abrir la mente de los trabajadores hacia la política y no para engañarlos haciéndoles creer que los sindicatos y las instituciones pueden solucionar sus problemas.
Con la movilización y la dirección de los comunistas, el obrero se encontrará con la policía represora, con el clasismo de la justicia, con la traición de los reformistas. El obrero se sorprenderá y el comunista in sito, le sacará de toda las dudas, le demostrará que estos elementos unidos forman un todo junto con el capitalista que lo trata como enemigo. En la movilización el obrero rebelde está más dispuesto a escuchar política; el comunista debe aprovechar esa ocasión, primero neutralizando a los reformistas y acólitos del burgués y depués, marcándole  el  verdadero  camino.
Pero también y simultáneamente a esta actividad ineludible, los trabajadores tienen necesidad de poseer su propia tribuna, para que les expliquen cada uno de los casos políticos y sociales de una manera veraz, con el fín de formarse económica, política e ideológicamente.  Esa tribuna se la tiene que proporcionar inexcusablemente el Partido, que es el único que está en condiciones de dar las respuestas científicas de los fenómenos sociales. La actuación policial en las manifestaciones no puede suscitar más que indignación y rabia en los trabajadores, cuando en la actualidad es objeto de diferentes interpretaciones entre ellos, dependiendo de donde le viene la noticia. El empobrecimiento de los pequeños campesinos ha de ser el pretexto de una explicación profunda, con ejemplos claros, hasta el extremo que los trabajadores, fundamentalmente la clase obrera, comprenda la necesidad del cambio de sistema para proteger la economía rural, fuente de todas las materias primas, y sea capaz de tomar conciencia de su indiscutible fuerza numérica e ideológica, para convertirse en la dirigente del proceso revolucionario, al objeto de acabar con las injusticias que se cometen contra los campesinos. El enfrentamiento entre los estudiantes y la polícía tendrá que penetrar en la mente de los trabajadores como un paso hacia adelante y nunca como un acto salvaje, propio de una población juvenil e inmadura, como le explica los medios de difusión burgueses. Las guerras imperialistas tienen que ser comprendidas perfectamente por los sectores de trabajadores a modo de explotación de sus hermanos de clase de otros países. Y así, todo cuanto sucede, tanto en su entorno como en cualquier ámbito de la sociedad española e internacional que suponga un actividad burguesa contra el pueblo, debe ser llevado por el Partido a los trabajadores,  y no tiene que estar forzosamente ligado en el mismo documento, en la misma charla, asamblea, mitin etc. con su posición económica. Desde el principio el Partido se tiene que convertir en el transmisor, el cronista de la verdad, sin ocultar nada a los trabajadores, pues es el único vehículo que poseen para ampliar sus conocimientos imprescindible para hacerse dueños de su destino. A cada paso, hay que explicarles, que sin derrocar a la burguesía, sin aniquilar el sistema, sin que ellos accedan al poder político y económico, no habrá ninguna solución radical y eterna. Y todo se debe decir con la mayor naturalidad.
Para llevar a cabo esta misión irrenunciable, el Partido y sus células tienen que actuar en los centros de trabajo y en la calle como organización independiente de la ACDT y del sindicato. Hay células que han creado su propio blog dedicado a los trabajadores de su centro de trabajo. Pero reconociendo que constituye un avance, la misión no se completa. La agitación y propaganda ha de ser constante y, como hemos intentado explicar, cada caso que suceda en la sociedad que merezca ser interpretado por los trabajadores de forma revolucionaria será denunciado con todo detalle, incitando la indignación y la rabia. El periódico se debe repartir de manera amplia en cada lugar de trabajo y provocar su discusión. Dadas las circunstancias económicas, la prensa del partido puede ser sustituida por la “Hoja Roja” o cualquier documento de elaboración propia de la célula, del comité local o provincial.
Las secretarias de propaganda de las células y comités deberán estar en manos de los militantes mas dinámicos del Partido. Pero con el periódico y las octavillas que serán entregadas frecuentemente, solo cumplimos con un aspecto parcial, al que hay que unir la agitación que será por medio de charlas con grupos de trabajadores, con mítines, etc. La entrega en mano de las octavillas a la salida del trabajo, si no se puede hacer desde dentro, la entrega en mano de la prensa etc, deben servir para provocar la discusión, como también, que los trabajadores vayan al partido a preguntar sus dudas políticas; pero el fin primordial es reunir grupos de ellos,  sacarlos del centro de trabajo y formar charlas coloquios, en nombre del PCOE.
Todos los esfuerzos que se realicen para comunicarse con los trabajadores en sus centros de trabajo serán exitosos si lo hacemos en nombre del PCOE, luego sus frutos se verán en los mítines, manifestaciones, etc.,  en los que los trabajadores, poco a poco, se unirán a la militancia en señal de aceptación de su vanguardia.
El PCOE tiene que salir inmediatamente de la dinámica impuesta por la burguesía y los reformistas,  la de prohibir a los trabajadores que hablen de política. Y finalmente, el Partido no puede caer en la trampa de no hablar de política a los trabajadores  porque estos no quieran saber nada con los comunistas.  Esa táctica burguesa hay que romperla,  y se hace con tesón, sin desfallecimiento,  pero siendo bravos propagandistas.
Camaradas y amigos vosotros teneis la palabra.
 

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