Camaradas y
amigos:
Vamos
a dar comienzo el acto. Los cinco camaradas que presidimos la mesa integramos la célula de veteranos de Sevilla,
que dadas nuestras edades, las precarias condiciones físicas que exhibimos y
debido tambén a nuestro alejamiento del movimiento obrero, no podemos
desarrollar la labor normal de un militante jóven. Por todas estas
cuestiones hemos creído oportuno
programar una serie de conferencias-coloquios en las que podremos aportar
nuestras experiencias teóricas y
prácticas con las que poder servir al partido.
En primer lugar
daremos paso al camarada Ricardo Cáceres:
Camaradas y amigos:
La lucha por el socialismo es inseparable de la lucha
por la libertad, por eso los comunistas somos los más fervientes luchadores por
las libertades de los trabajadores y de los pueblos. No podemos comenzar esta
conferencia-coloquio sin recordar ni denunciar que en el Estado español existen
cientos de presos políticos, nacionalistas y comunistas, que llevan años
en las cárceles ante el más absoluto silencio de los medios de comunicación.
Así mismo, se constata que conforme la crisis se
agudiza y se toman medidas mas reaccionarias, se va intensificando la represión
contra las masas trabajadoras, como lo demuestran las actuaciones de la policía
frente a las manifestaciones y la persecución de nuestros camaradas,
especialmente jóvenes.
Baleares, Alcalá de Henares, Cazorla, son pruebas
inequívocas de que el Partido centra la atención de las fuerzas represivas. Se
da el caso de que a un camarada de nuestra Federación de Jóvenes Comunistas, lo
han sancionado en dos ocasiones; la primera por liderar una manifestación
estudiantil sin pedir permiso, mientras la segunda es pura saña, porque lo
vuelven a sancionar por liderar una manifestación en la que no estuvo. A
nuestro camarada secretario Político del Comité Regional de Baleares lo retuvo
la policía en plena calle, sin que tuviera lugar manifestación ni ningún acto
en ese momento.
Ellos se preparan, ellos atemorizan, nosotros debemos
hacer lo propio y con ese espíritu revolucionario vamos a celebrar la presente
Conferencia-Coloquio.
Por la
libertad y el Socialismo
Viva el PCOE.
A continuación damos paso al camarada José Luis Ramos:
Camaradas y amigos:
El más sublime de los principios revolucionarios es el
Internacionalismo Proletario, que eleva al obrero a la universalidad. Todos los
trabajadores del mundo somos hermanos de clase y cuando maltratan a uno en un
rincón muy lejano de nosotros, nuestro corazón de comunista sufre.
Por estas razones denunciamos a los Estados
europeos, especialmente al Estado español y a los medios de comunicación que
les sirven de títeres, por su campaña contra Cuba y Venezuela, que buscan
encontrar falsas causas, que ante la opinión pública mundial justifique
intervenciones bien directas o por medio de golpes de Estado, para frenar el
proceso antiimperialista que se lleva a cabo actualmente en América Latina y
que tienen por objetivos, evitar en primer lugar que dicho proceso se
convierta en una lucha abierta por el socialismo, y en segundo lugar, rapiñar
las fuentes energéticas que constituyen las riquezas autóctonas de los pueblos
que desean construir un mundo independiente del imperialismo.
Pero la célula de Veteranos del PCOE de Sevilla,
estima que nuestra solidaridad no es puro formalismo, sino que forma parte de
nuestros principios marxista-leninistas en los que nos inspiramos para decir
que si el combate contra el imperialismo no tiene como objetivo el socialismo,
a la postre, serán barridos o se convertirán en un país capitalista explotador
de las fuerzas de trabajo, es decir, en un eslabón de la cadena imperialista.
Por el Internacionalismo Proletario
Por el Socialismo
Viva el PCOE
Y antes de
pasar a la lectura del informe, damos paso al camarada Juan Gervasini.
Camaradas y amigos
La presente conferencia coloquio, que lleva por título
“psicología y conciencia”, va mucho más allá de ofrecer una explicación
racional sobre el comportamiento de los trabajadores ante la sociedad
capitalista. Es también una apuesta de la célula de Veteranos del PCOE de
Sevilla, por reparar el daño que se ha hecho a la militancia comunista, por
parte de quienes cobijándose con el honorífico título de comunista, lo que han
hecho es desprestigiarlo.
La burguesía y los oportunistas han puesto sus ricos
medios en actividad para inculcar en la mente de los trabajadores el rechazo a
todo lo que huela a comunismo. Nosotros no podemos permitirlo, porque en nombre
del comunismo, del Partido Comunista, han muerto asesinados miles de militantes
anónimos de todo el mundo que arriesgaron sus vidas por legarnos una vida
digna, ajena a los abusos y a la explotación.
Como veteranos tenemos el deber de reivindicar a
aquellas mujeres y aquellos hombres que perdieron años de sus vidas y que
gracias a ellos, después de tantos reveses, el ideal comunista prende con fuego
vigoroso en la juventud y en todos los que superando miles de obstáculos,
consagran sus vidas y su tiempo en lograr el ideal sublime de la humanidad: el
comunismo.
Recordemos los nombres de Asciclos, Cordero, Ortega y
tantos camaradas del PCOE que lucharon dentro y fuera de las cárceles por no
renunciar a su nombre de comunista.
Por eso no avergonzarse de ser comunista y de hablar
sin ocultar que se es comunista, lo cual significa vencer la propaganda
burguesa y a los traidores y levantar la bandera de la libertad y de la
igualdad.
Vivan los comunistas
Viva el PCOE
Para
iniciar el debate, cedemos la palabra al camarada Manuel Góngora, que dará
lectura al informe que iniciará el debate.
¿Quién
no se ha preguntado alguna vez, por qué fulanito pese a pasar por una situación
extremadamente mala, que tiene varios hijos que alimentar y para ello necesita
la ayuda de la familia, no se rebela contra las injusticias? El caso de
fulanito que se muestra pasivo ante su destino, no es para nosotros lo más
importante en este debate; además, no es ni pasivo ni neutral, porque ante la
incomprensión de muchos, incluso de muchos de nosotros, arremete contra quienes
no estamos dispuestos a soportar indolentes esta forma de vida y nos levantamos
contra el capitalismo. El obrero desconcienciado se enfrentará contra nosotros,
contra nuestras ideas, como si el capitalismo fuese algo suyo. Todo el
mundo sabe, que como el tal fulanito, hay millones de trabajadores que
viven sin perturbarse por ser explotados y sin ofrecer ninguna resistencia
contra los culpables de sus desgracias. Sin embargo, no son estos
millones de trabajadores los que nos preocupan especialmente, sino el hecho de
que haya también numerosos militantes comunistas que dudan, que se ven
incapacitados para ofrecer una explicación científica del proceder de los
trabajadores, dejando claro que no están en condiciones de cumplir con su
cometido de comunistas.
En
esta primera conferencia vamos a intentar, paso a paso, ir allanando el camino
que nos llevará hasta la comprensión de la conducta del obrero y lo haremos de
la manera más sencilla posible, para que su lógica sea accesible a todo
el partido, a los militantes, a los simpatizantes y a los amigos, con el
propósito de que adquieran la firmeza necesaria que le facilite la labor de
convencer en sus círculos de amistades y laborales, cuando hablen de
política.
La
pregunta capital es: ¿Cómo adquiere el trabajador la conciencia de clase?
Pensad por un instante que el proletariado moderno es junto con la clase
burguesa, las únicas clases paridas por el modo de producción
capitalista, las demás clases y muchas profesiones: campesina, terrateniente,
etc., son clases que pertenecen a otros sistemas de producción más
antiguos que el capitalismo. Así pues, el proletariado le debe su existencia al
capitalismo, aunque fuese engendrado en el feudalismo, y morirá cuando no quede
rastro del modo de producción burgués. Es natural y obligado, por consiguiente,
que su pensamiento sea, desde el principio, totalmente burgués. Todo lo que le
rodea, desde su nacimiento hasta su muerte, será capitalismo en movimiento,
por lo que las influencias que éste ejerce y ejercerá sobre su mente es
total y absoluta. Aunque no existiesen medios de comunicación masiva, el
proletariado moderno estaría bajo el dominio de todo lo que es y representa el
capitalismo, porque como hemos dicho es hijo suyo.
Si un
revolucionario piensa que un proletario con pensamiento burgués es un
contrasentido, se equivoca y dificilmente lo ganará para la causa
revolucionaria, porque no ha entendido nada. No es el capitalismo el que
nos roba un hermano de nuestra clase, somos nosotros los que vamos a
quitarle un hijo suyo, que además es su sustento, lo que le da la vida. Tenedlo
siempre presente.
A
pesar de su conciencia burguesa, el proletariado, por ser el mas moderno
y el más numeroso, nace con la misión de dirigir a todas las clases y capas
sociales que están siendo explotadas por el capitalismo para acabar con éste,
pero ¿por qué y cómo opera esta contradicción? Como quiera que el mundo en el
que vive y al que pertenece es el mundo burgués, jamás por sí mismo se dará
cuenta de la necesidad de transformar la sociedad capitalista en otra que no
está en su mente, que para él no existe, alguien se la tendrá que descubrir y
no resultará bastante con descubrírsela, habrá que inculcarsela, por
medio de un proceso práctico. Nunca por cuenta propia podrá descubrir el
concepto plusvalía que él genera y que es el motivo del enriquecimiento del
burgués; tampoco alcanzará a descubrir la composición orgánica del
capital, la cual explica la aparición forzosa de sucesivas crisis económicas,
causa de muchas de sus desdichas, etc.; nunca pues, llegará por su propia experiencia,
a comprender en su contenido y forma al sistema capitalista, pese a haber sido
parido por él; en definitiva, nunca concebirá el socialismo como salida. Eso no
quiere decir que no busque las respuestas a las preguntas que se hace; pero las
que encuentra, debido a sus limitaciones, siempre chocarán con lo que el
sistema le ha enseñado como la verdad indiscutible de la vida, esto es,
que para que una sociedad humana tenga razón de ser, tienen que haber personas
capacitadas y dedicadas a dirigir, y otras a trabajar. Quienes deben emplearse
a una tarea u otra será, para el obrero, cuestión de suerte o de inteligencia,
y concluirá que todos los males pueden solucionarse, bien cambiando a los
dirigentes que no cumplen correctamente con su misión en la sociedad, o bien
haciendo trabajar más y mejor a los dirigidos. Hasta aquí puede llegar su
análisis sin ayuda de nadie, pero no más lejos. Pensad que al ser hijo
del sistema, estas premisas las ve de un modo natural; todo lo demás, que
no se le manifiesta prácticamente, es para él pura fantasía. Preguntemos a
cualquier obrero que no haya alcanzado aún la conciencia de clase y veremos que
todos están más cerca de querer
“independizarse” o de convertirse en patrón, antes que hacer la revolución,
algo que no se plantea de ninguna de las maneras, porque lo primero es
tangible, lo otro no le llega a su mente ni tan siquiera como una posibilidad,
porque requiere todo un proceso de enseñanza, como estamos teniendo nosotros, y
esa enseñanza le tiene que venir de fuera de la simple relación económica con
el patrón, le tiene que venir del partido, como nos viene a nosotros.
Pero
pese a su apocada voluntad y a su forma de pensar, un tanto necia, no puede
evitar el desarrollo de las contradicciones irreconciliables que subyace entre
el patrón y él, aunque todavía no la vea, porque no se le haya manifestado.
Contradicciones que se irán enconando paulatinamente por medio de la acción, de
la práctica, pues la burguesía para sobrevivir en este sistema de competencia
cruel, se ve obligada por imperativo natural, por inercia de la economía
capitalista, a explotar más y más al trabajador. Y lo explota de la única
manera que puede, haciéndole trabajar más, obligándole a producir mayor
cantidad de productos en el menor tiempo posible, a la par que le reduce
su salario directa o indirectamente.
El
patrón paga un salario al obrero - no vamos a entrar en los conceptos
económicos marxistas para ir más rápido- , pero al cabo del tiempo, el dinero
que paga el patrón ve reducido su valor y es debido a que todo cuanto necesita
el obrero para vivir es cada día más caro. El obrero le pide al patrón un
aumento de sueldo con el fin de asegurarse todos los elementos vitales; éste,
sin embargo, se niega totalmente a dárselo para no perder cota de ganancia, o
le ofrece una cantidad bastante menor de la que le demanda, por lo que la
contradicción entre patrón y obrero se hace ya más visible; sin embargo, ésta
es todavía una contradicción normal y conciliable en opinión del trabajador,
que solo ve en ella una relación económica, jamás política y menos aún
ideológica.
Esta
relación entre obrero y patrón genera lo que se llama la psicología del obrero.
A éste no le gusta que su patrón, al mismo tiempo que obtiene mayores
beneficios, le niegue una subida de salario suficiente; pero esta psicología no
se transformará jamás en conciencia de clase, por poco que pague el patrón. Por
mucha explotación que ejerza el patrón sobre el obrero, éste continuará igual,
con más tensión pero igual, no gustándole la citada relación, pero nada más.
Llegado a un punto, en el que la precariedad del salario es ya insoportable, la
mente del trabajador comienza a evolucionar tímidamente, llegando a pensar que
si todos los compañeros y compañeras de su centro de trabajo se unen
en una huelga, pueden hacer cambiar de actitud a su patrón. Tenemos pues, el
embrión del sindicato. De forma espontánea los obreros deciden ir a la huelga.
No obstante, a la hora de hacerla realidad, advertimos que la psicología de los
obreros, o sea, el saber qué es lo que no quiere sin conocer qué debería
querer, se bifurca en dos ramales opuestos; pues aún teniendo el mismo
sentimiento de no gustarle que el patrón no le suba el sueldo, pese a haber
éste logrado beneficios record, aún no agradándoles la relación entre patrón y
obrero, la psicología se manifiesta en unos como rebeldía y en otros como
sumisión; en el fondo la sumisión es una expresión del miedo. Los obreros están
todavía a años luz de adquirir conciencia de clase. Los rebeldes querrán ir
más allá, continuar con las acciones para hacer caer en razones al patrón,
sin negarle su autoridad y dirección y, por supuesto, sin cuestionar al
capitalismo al que no cree culpable. Piensan que la conducta del patrón es un
problema personal, humana, pero no un pecado del sistema; en cambio, los
sumisos, ante su miedo, se rebelan contra el rebelde para justificar su
esquirolismo, porque el rebelde le coloca ante una situación complicada tanto
respecto del empresario, como también con su familia. No obstante, después de
un proceso más o menos largo, el sumiso puede llegar a convertirse en rebelde
en algún momento de su vida, e incluso su rebeledía puede desbordar a la de sus
compañeros.
Posteriormente,
los trabajadores rebeldes comprenden que los patronos están todos unidos para
llevar una política común contra ellos. Además comprueban que el gobierno dicta
leyes que favorecen a la patronal; es entonces, cuando deciden que el sindicato
debe ser universal para que pueda convocar huelgas generales, con el fin de
hacer retroceder los planes del gobierno.
Hasta
aquí todo el proceso, descrito de una forma lineal, tiene un desarrollo
espontáneo. El obrero no actúa por conciencia de clase, sino obligado para
defenderse, porque en ello le va la subsistencia como persona, pero no como
clase; aunque, según advertía Lenin, la espontaneidad tiene grados y es la
antesala de la toma de conciencia de clase, ahí es donde debe estar el partido.
Antes de proseguir debemos aclarar en qué consiste la conciencia de clase.
El patrón
tiene conciencia de su clase, sabe perfectamente que para perpetuar su
existencia debe continuar, y cada vez con mayor intensidad, explotando a los
trabajadores; sin ello morirá, y al tomar conciencia de esta realidad
inapelable, pone todos los medios a su alcance para neutralizar a su enemigo,
la clase obrera, para que ésta no pueda organizarse políticamente. Sin embargo,
en muchos casos, le “ayuda” a organizarse sindicalmente, para que ésta
nunca pueda alcanzar su conciencia de clase, que por lógica, ha de tener un
contenido opuesto a la suya. Si el patrón vive a costa de explotar a los
trabajadores, éstos no serán libres mientras que exista el patrón. En su
consecuencia, el obrero ha de conocer esta realidad y asumirla, lo que
significa que debe acabar con el explotador para dejar de estar explotado y
esto no será posible sin eliminar el sistema que le es inherente, el sistema
que le proporciona todas las armas precisas para continuar con esa explotación.
Para
Lenin el trabajador toma conciencia de clase cuando asume la política
comunista, esto es, cuando lucha organizadamente contra el poder establecido y
no contra los efectos del poder establecido, cuando se decide por la lucha
política y arremete contra todo lo que comprende el sistema que mantiene al
burgués, es decir, cuando el obrero ha comprendido que él tiene que arrebatarle
el poder al burgués, para imponer el suyo. Mientras esto no suceda, las luchas
serán exclusivamente económicas y espontáneas y dentro de los cauces que le
provee el propio sistema, a pesar de que a veces adquiere un contenido
político, como es exigir que el gobierno abola una ley antiobrera.
Por ejemplo, si se consiguiera que el gobierno del PP diese marcha atrás en la
reforma laboral, la situación de explotación del obrero no variaría.
Ninguna
huelga general económica, como las que se están desarrollando en nuestro país,
tampoco las huelgas contra el cierre de las empresas, las manifestaciones
contra tal o cual gobierno, generan por su propio desarrollo la conciencia de
clase del trabajador; y ni mucho menos va contra el modo de producción burgués.
Cambiará el gobierno, el tipo de dictadura del capital: como puede ser de
fascismo a democracia monárquica, a república, pero siempre dentro del sistema
capitalista; es decir, sin poder quitarse de encima la explotación ni el
explotador, a más nunca llegará el obrero.
Para
que el obrero tome conciencia de clase, es decir, que comprenda que él puede y
debe aglutinar a su alrededor a todos los explotados para acabar con la
explotación y por tanto, con el régimen burgués, ha de saber cómo subyuga el
capital a esas otras clases, porqué existen presos políticos, porqué los
monopolios controlan la economía del campo, etc. Porqué el parlamento y el
gobierno dictan leyes antiobreras. En esta dirección, tiene que aprender cual
es la naturaleza del Estado capitalista, que dicho Estado representa los
intereses de la burguesía y es un órgano de opresión contra las clases
explotadas. Debe pues, conocer y asumir en términos generales lo que un militante
de un Partido Comunista sabe, y adoptar para sí su programa. Por eso, son los
comunistas al margen de los sindicatos, los únicos que pueden dirigir a los
trabajadores hasta la comprensión de su naturaleza de clase, de su conciencia
de clase. Podéis examinar la historia y veréis que cuando los Partidos
Comunistas cumplían con su misión, la clase obrera, cualesquiera que fuesen los
pases, luchaba por el poder político. Y también os percataréis de lo contrario,
desde que los Partidos Comunistas han ido dejando a un lado los principios
revolucionarios y por consiguiente abandonando su misión frente al
proletariado, nadie ni nada le ha podido sustituir. Todas las revueltas,
guerrillas, manifestaciones monstruas, han acabado en nada y los trabajadores
no han tomado conciencia de clase.
Pero
se dan las circunstancias, que tanto en España como en casi toda Europa, los
partidos comunistas han renunciado a esta práctica, sus militantes se
limitan a actuar en los sindicatos o en frentes de masas, olvidando su misión
de enseñar política al proletariado. Todas sus luchas y actividades se diluyen
en el terreno sindical, con lo cual, en vez de adoctrinar a los trabajadores,
lo que hacen es contribuir a la malformación de su conciencia, pues los
sindicatos sólo pueden aspirar a la lucha económica, a impugnar leyes que
repercuten en el mundo del trabajo. Los sindicatos, por naturaleza,
son reformistas.
En
nuestro país sucede que los llamados partidos comunistas no le hablan al obrero
de su potencial, de su misión histórica, no le hablan de política ni de
ideología. En los centros de trabajo las células comunistas no existen como
tal, se reunen y hablan de sindicalismo, del convenio colectivo, de la
expulsión de un compañero, etc., y para eso no hace falta la célula comunista,
ya basta con el sindicato. También sucede que en el Parlamento, todos los
partidos, a la hora de la verdad, llegan a confabularse contra los intereses de
los trabajadores; y aquellos que se reclaman representantes del pueblo,
sólo se oponen a tal o cual ley, pero en el fondo están diciéndole a los
trabajadores que a través del Parlamento se puede cambiar su signo maldito, le
está diciendo que dentro del sistema hay solución a su problema. Los
reformistas son la avanzadilla del capitalismo dentro del movimiento
obrero.
Todos
los partidos y todas las instituciones aleccionan al trabajador en el mismo
sentido, en que éste ha venido viviendo desde su nacimiento. Nadie le insinúa,
menos le afirma que hay que cambiar de sistema. ¿Cómo entonces nos lamentamos
de que el trabajador no nos comprenda? ¿Cómo entonces nos indignamos, porque
después de una huelga general el trabajador continúe votando, y además a un
partido burgués? ¿Qué otro remedio le hemos dado?. Se le indica que el
sistema tiene defectos, pero solucionables, que en la patronal hay elementos
que son egoístas, pero otros no. Se les inculca que un gobierno puede
hacerlo bien o mal para sus intereses, obligándoles a elegir el menos malo, se
le prepara entre todos, en lo contrario de lo que debe de aprender. A la misma
vez el comunista se esconde y no le dice la verdad cara a cara, por temor
a que el trabajador no lo siga, no lo entienda, cuando de verdad no
le sigue ni le entiende ahora, cuando no le habla.
Nuestro
partido tiene que volver a funcionar como lo hizo el partido bolchevique. No
vale solo con imputar a los reformistas encaramados en las direcciones de los
sindicatos que son unos traidores. Hay que utilizar los sindicatos, las
instituciones, el frente de masas, para movilizar a los trabajadores, para
denunciar el reformismo, para descubrirle al servicio de quien están esas
instituciones, en una palabra para abrir la mente de los trabajadores hacia la
política y no para engañarlos haciéndoles creer que los sindicatos y las
instituciones pueden solucionar sus problemas.
Con la
movilización y la dirección de los comunistas, el obrero se encontrará con la
policía represora, con el clasismo de la justicia, con la traición de los
reformistas. El obrero se sorprenderá y el comunista in sito, le sacará de toda
las dudas, le demostrará que estos elementos unidos forman un todo junto con el
capitalista que lo trata como enemigo. En la movilización el obrero rebelde
está más dispuesto a escuchar política; el comunista debe aprovechar esa ocasión,
primero neutralizando a los reformistas y acólitos del burgués y depués,
marcándole el verdadero camino.
Pero
también y simultáneamente a esta actividad ineludible, los trabajadores tienen
necesidad de poseer su propia tribuna, para que les expliquen cada uno de los
casos políticos y sociales de una manera veraz, con el fín de formarse
económica, política e ideológicamente. Esa tribuna se la tiene que
proporcionar inexcusablemente el Partido, que es el único que está en
condiciones de dar las respuestas científicas de los fenómenos sociales. La
actuación policial en las manifestaciones no puede suscitar más que indignación
y rabia en los trabajadores, cuando en la actualidad es objeto de diferentes
interpretaciones entre ellos, dependiendo de donde le viene la noticia. El
empobrecimiento de los pequeños campesinos ha de ser el pretexto de una
explicación profunda, con ejemplos claros, hasta el extremo que los
trabajadores, fundamentalmente la clase obrera, comprenda la necesidad del
cambio de sistema para proteger la economía rural, fuente de todas las materias
primas, y sea capaz de tomar conciencia de su indiscutible fuerza numérica e
ideológica, para convertirse en la dirigente del proceso revolucionario, al
objeto de acabar con las injusticias que se cometen contra los campesinos. El
enfrentamiento entre los estudiantes y la polícía tendrá que penetrar en la
mente de los trabajadores como un paso hacia adelante y nunca como un acto
salvaje, propio de una población juvenil e inmadura, como le explica los medios
de difusión burgueses. Las guerras imperialistas tienen que ser comprendidas
perfectamente por los sectores de trabajadores a modo de explotación de sus
hermanos de clase de otros países. Y así, todo cuanto sucede, tanto en su
entorno como en cualquier ámbito de la sociedad española e internacional que
suponga un actividad burguesa contra el pueblo, debe ser llevado por el Partido
a los trabajadores, y no tiene que estar forzosamente ligado en el mismo
documento, en la misma charla, asamblea, mitin etc. con su posición económica.
Desde el principio el Partido se tiene que convertir en el transmisor, el
cronista de la verdad, sin ocultar nada a los trabajadores, pues es el único
vehículo que poseen para ampliar sus conocimientos imprescindible para hacerse
dueños de su destino. A cada paso, hay que explicarles, que sin derrocar a la
burguesía, sin aniquilar el sistema, sin que ellos accedan al poder político y
económico, no habrá ninguna solución radical y eterna. Y todo se debe decir con
la mayor naturalidad.
Para
llevar a cabo esta misión irrenunciable, el Partido y sus células tienen que
actuar en los centros de trabajo y en la calle como organización independiente
de la ACDT y del sindicato. Hay células que han creado su propio blog dedicado
a los trabajadores de su centro de trabajo. Pero reconociendo que constituye un
avance, la misión no se completa. La agitación y propaganda ha de ser constante
y, como hemos intentado explicar, cada caso que suceda en la sociedad que
merezca ser interpretado por los trabajadores de forma revolucionaria será
denunciado con todo detalle, incitando la indignación y la rabia. El periódico
se debe repartir de manera amplia en cada lugar de trabajo y provocar su
discusión. Dadas las circunstancias económicas, la prensa del partido puede ser
sustituida por la “Hoja Roja” o cualquier documento de elaboración propia de la
célula, del comité local o provincial.
Las
secretarias de propaganda de las células y comités deberán estar en manos de
los militantes mas dinámicos del Partido. Pero con el periódico y las
octavillas que serán entregadas frecuentemente, solo cumplimos con un aspecto
parcial, al que hay que unir la agitación que será por medio de charlas con
grupos de trabajadores, con mítines, etc. La entrega en mano de las octavillas
a la salida del trabajo, si no se puede hacer desde dentro, la entrega en mano
de la prensa etc, deben servir para provocar la discusión, como también, que
los trabajadores vayan al partido a preguntar sus dudas políticas; pero el fin
primordial es reunir grupos de ellos, sacarlos del centro de trabajo y
formar charlas coloquios, en nombre del PCOE.
Todos
los esfuerzos que se realicen para comunicarse con los trabajadores en sus
centros de trabajo serán exitosos si lo hacemos en nombre del PCOE, luego sus
frutos se verán en los mítines, manifestaciones, etc., en los que los
trabajadores, poco a poco, se unirán a la militancia en señal de aceptación de
su vanguardia.
El
PCOE tiene que salir inmediatamente de la dinámica impuesta por la burguesía y
los reformistas, la de prohibir a los trabajadores que hablen de
política. Y finalmente, el Partido no puede caer en la trampa de no hablar de
política a los trabajadores porque estos no quieran saber nada con los
comunistas. Esa táctica burguesa hay que romperla, y se hace con
tesón, sin desfallecimiento, pero siendo bravos propagandistas.
Camaradas
y amigos vosotros teneis la palabra.
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