viernes, 30 de noviembre de 2012

Organizar el Poder Popular


Organizar el poder popular


La realidad actual de la crisis económica capitalista, especialmente en Sevilla, muestra la putrefacción de un modo de producción que se encuentra en la etapa final de su desarrollo, la del dominio del capital monopolista de Estado, la del capitalismo agonizante o imperialismo . Mientras la burguesía se afana en ocultar las causas originarias de la quiebra estructural y superestructural por la que discurre, derivada de las propias contradicciones internas, miles de trabajadores sevillanos siguen siendo lanzados al pozo de la miseria, la precariedad y el desempleo, en nombre los espurios intereses de la oligarquía financiera y el capital monopolista dominante. Son millones los trabajadores brutalmente explotados y los índices de pobreza se extienden como una plaga sobre el conjunto de las clases populares. 

Las contradicciones del régimen capitalista, manifestadas en forma de crisis y guerras, nos señalan el callejón sin salida al que nos quiere arrastrar la clase dominante, la única finalidad es la expansión de sus negocios monopolistas a costa del trabajo ajeno, la división de los mercados y el control de las fuentes de riqueza. La destrucción de las fuerzas productivas es demoledora, poniendo de manifiesto que la crisis estructural por la que discurre el reino del capital, no es más que la manifestación evidente de sus límites históricos.

En plena intensificación de la lucha de clases, los trabajadores ya no pueden siquiera soñar con ficticios "consensos sociales", como se empeñan en pregonar, aún hoy, las viejas fuerzas reformistas y oportunistas introducidas en el movimiento obrero. Ya no hay nada que "negociar", ni con patrones, ni con su Estado e instituciones burguesas, que embisten diariamente contra los trabajadores asalariados y el conjunto de clases populares de forma criminal y desvergonzada. El Estado burgués, al servicio de la oligarquía europea, desmantela con total impunidad las más elementales conquistas laborales, conquistadas tras décadas de arduas luchas obreras a nivel nacional e internacional, mostrándonos las claras su esencia clasista y represora .

No quedan pues caminos intermedios  ni vías de escape para esta situación, o la clase trabajadora se organiza y se levanta frente a esta minoría explotadora y criminal, o nos llevarán directamente al siglo XIX. En este contexto, se hace imprescindible que los comunistas sevillanos sepamos aplicar los principios del socialismo científico, sabiendo relacionar la lucha por las reivindicaciones económicas inmediatas con las de carácter sociopolítico, porque hoy queda totalmente claro que solamente el socialismo podrá acabar con esta barbarie basada en la explotación asalariada y la propiedad privada sobre los medios de producción. La necesidad histórica de agrupar, concentrar y preparar las fuerzas obreras ante los duros enfrentamientos que están por llegar, la elevación de la conciencia de clase, el fomento de la unión y la solidaridad obrera, y ante todo la creación de estructuras de poder popular, son ya desde hoy trabajos prioritarias e inaplazables para la vanguardia proletaria. El objetivo no es posible que sea otro que el derrocamiento del régimen capitalista dominante mediante la conformación de un amplio frente de masas, bien arraigado en el corazón mismo del movimiento obrero. 

¿Qué hacer?

El PCOE, orgulloso de enaltecer las banderas del marxismo-leninismo, no desfallecerá a la hora de expandir su táctica, centrada en volver a dotar a la clase obrera de su inalienable papel como sujeto histórico revolucionario. Nuestra política de masas perfila el camino a trazar en los momentos actuales que vivimos, habiendo extraído grandes conocimientos a partir de un profundo análisis materialista de la realidad histórica en que nos encontramos inmersos. Sabemos que los comunistas carecemos de la influencia suficiente entre la clase trabajadora, y constatamos una división e inconsciencia de clase evidente entre unos trabajadores que, a medida que avanzan los meses, no encuentran salida a la barbarie desatada. La respuesta no es posible que sea otra que el fomento de la unidad y la solidaridad de clase, antídotos infalibles frente a la ideología dominante.

 

Durante el franquismo, cuando una huelga podía costarle al trabajador también la vida, los trabajadores no dudaron de unir sus fuerzas para acabar con las ofensivas del patrón, desafiando las propias leyes fascistas y apuntando al propio Estado represor. Despidos de un solo trabajador, podían llevar a la huelga indefinida a comarcas enteras, logrando no sólo la readmisión del obrero despedido, sino poniendo el régimen en evidencia. ¿Cuál era el secreto? La coordinación y unión entre los representantes de los trabajadores, entre los comités y delegados de los diferentes centros de trabajo y sectores, que galvanizados en torno a un potente movimiento sociopolítico como fueron las nacientes CCOO, no sólo defendían solidariamente al trabajador amenazado por la patronal, sino que se enfrentaban a ese mismo Estado burgués, saliendo del reducido ámbito de la mera acción sindical y económico. 

Hoy, en plena quiebra capitalista, cuando despiden un obrero o empleado, todo queda en acciones formales. El despedido se queda en la calle y la patronal sale fortalecida, mientras los trabajadores quedan imbuidos de un derrotismo que les lleva a la impotencia y la sumisión. Hecho normal que suceda, para que el trabajador no encuentra a su alrededor una organización que no sólo haga de soporte, sino que la apodere a través de un órgano unitario que represente, de manera fiel, sus intereses de clase, en un ámbito de actuación multisectorial. La burguesía, obviamente, nos está ganando la guerra tanto en el terreno económico, como el político e ideológico.

Es por eso que hoy más que nunca, se hace imprescindible la acción de los militantes comunistas hacia el impulso de una sólida organización donde los trabajadores puedan adquirir las ricas experiencias de otros hermanos de clase agredidos, donde pueda identificar el origen común de estas agresiones, donde pueda, en definitiva, relacionar los conflictos de su entorno inmediato con los que derivan de un régimen capitalista caduco y criminal. 

Después de 40 años, todavía no se ha dado un solo paso adelante para la unidad, los trabajadores siguen sufriendo por el miedo a que en cualquier momento puedan ser despedidos sin ninguna defensa, pasando a engrosar el monstruoso ejército proletario de reserva creado por la burguesía. La desunión e individualismo esparcidos sobre el obrero y empleado, que emanan de la ideología dominante, es utilizada por los gobiernos burgueses del Estado y de las comunidades para arremeter no sólo contra el conjunto de la clase trabajadora, sino también contra unas clases populares vapuleada por las llamadas recortes. A una reforma laboral antiobrera, le sigue la destrucción de derechos sociales, convirtiendo nuestros centros de trabajo en una una cantera de la esclavitud asalariada y nuestros barrios en zonas degradadas. 

Es tarea esencial de los comunistas, pues, después de masa décadas de repliegue, crear un sólido movimiento sociopolítico arraigado en el movimiento obrero, que asiente sus pilares en la misma base del sistema (centros de trabajo), que sea capaz de interrelacionar la lucha económica con la toma de conciencia política, traspasando los reducidos ámbitos de la empresa. Las agresiones contra el conjunto de los trabajadores, no pueden encontrar soluciones sectoriales que agotan su accionar en el terreno meramente sindical. Se hace imprescindible la constitución de una Asamblea unitaria de Comités, Delegados de personal y Trabajadores, sin importar sus concepciones políticas y sindicales, con el fin de poner en práctica la imprescindible unidad y solidaridad de clase, que tanto necesitan y reclaman los trabajadores. Para elevar la conciencia de los elementos más atrasados ​​y sumarlos a la lucha organizada, para nutrir las filas del Partido Leninista con los mejores hijos de la clase obrera. 

Una Asamblea capaz de crear el embrión de una sólida estructura de poder popular, las reformas laborales o los recortes que afectan a los trabajadores y el pueblo responden a una estrategia planificada por la oligarquía financiera europea y el capital monopolista internacional. Los comités de empresas y delegados de personal, para ser los únicos organismos que realmente han sido elegidos por los trabajadores para defender sus intereses, pueden y deben constituir un formidable poder popular si somos capaces de dotarlos de los instrumentos adecuados y del nivel de conciencia que reclama el momento actual que vivimos. He aquí la tarea esencial del Estado Mayor de la clase obrera; construir y organizar un poderoso ejército proletario que, en el momento oportuno y ya armado con sus propias organizaciones democráticas, pueda lanzarse sobre la putrefacta maquinaria estatal burguesa para destruir -la de raíz.

 

Es hora de que los comunistas vamos a los trabajadores. Tal como hicieron los soviets de 1905 a 1917, esta Asamblea desbordará sin duda el ámbito de cada empresa, pues junto a la guerra de clases desatada en la base del sistema contra el conjunto de los trabajadores asalariados, se une a la misma ofensiva burguesa las constantes recortes superestructurales en los servicios públicos, el transporte, la dependencia, la sanidad, la educación, la amnistía de las rentas del capital frente la asfixia de las del trabajo, los cientos de desahucios diarios, la congelación de pensiones , ya en sí mismas, de miseria, sumado al infame "repago" de la salud y los medicamentos ... Todo este barrizal antipopular encuentra su origen en el modo de producción capitalista y en su clase social dirigente, única responsable de nuestra miseria y degradación. Bien sabemos que todo tiene un comienzo y un final. 

Como dijo Marx, en plena constitución de la AIT: 

"La emancipación de la clase obrera debe ser obra de los obreros mismos; que la lucha por la emancipación de la clase obrera no es una lucha por privilegios y monopolios de clase, sino por el establecimiento de derechos y deberes iguales y por la abolición de todo privilegio de clase; que la sumisión económica del trabajador a los monopolizadores de los medios de trabajo, es decir de las fuentes de vida, es la base de la servidumbre en todas sus formas, de toda miseria social, degradación intelectual intelectual y dependencia política; que la emancipación económica de la clase obrera es, por tanto, el gran fin al que todo movimiento político debe ser subordinado como medio; que todos los esfuerzos dirigidos a este gran fin han fracasado hasta ahora por falta de solidaridad entre los obreros de las diferentes ramas del trabajo en cada país y de una unión fraternal entre las clases obreras de los diversos países " 

Son tiempos de organización, de unidad y solidaridad de clase, el Partido Comunista Obrero Español de Sevilla no escatimará esfuerzos en llevar a cabo el impulso y consolidación de la Asamblea de Comités, Delegados y Trabajadores como estructura nuclear del movimiento obrero, como frente de masas que camine hacia el único régimen decoroso para el linaje humano, el socialismo. 

Por las asambleas de comités, delegados y trabajadores!
Por la construcción del Frente Único del Pueblo!
Socialismo o barbarie!

 

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